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LA FAMILIA EN LA NUEVA ALEMANIA
LYDIA REIMER
BERLIN 1941
La familia en la vida y
el destino de la Nación.
La familia, como fuente de las nuevas generaciones y como comunidad en la que
ella se va desarrollando, es el fundamento sobre el que descansa la vida del
pueblo. Pero sólo puede tener valor y persistir en esta función
insustituible, cuando en primer lugar es y sigue siéndolo, la comunidad
de dos seres basada en el amor y la fidelidad. El hecho en sí de constituir
una familia y de procrear hijos para la comunidad del pueblo no es lo decisivo
para el futuro de la nación. Los niños deben crecer dentro de
una familia ordenada, que desarrolle a tiempo sus fuerzas morales y los eduque
a adaptarse y a ser mutuamente solidarios. Sólo es posible lograr la
formación de nuevas generaciones laboriosas, de un modo perfecto, cuando
el centro de la familia está constituido por la comunidad armónica
de los padres.
Por consiguiente, la familia coopera para el porvenir, no solo en el niño
y en la comunidad del pueblo del mañana sino que abarca simultáneamente,
el presente y el futuro de los cónyuges, y por eso es necesario al considerarla,
empezar por su punto de partida, el matrimonio.
Cuando se estaba preparando en Alemania la reforma de la ley de divorcio, hoy
ya realizada, se fijó claramente la misión y el fin del matrimonio.
En la formulación de un jurisconsulto, que da expresión al profundo
sentir alemán, se dicen entre otras cosas las siguientes: "El matrimonio
es la más estrecha, es decir, la comunidad física y espiritual
más perfecta posible para nosotros, la más intima relación
humana, la unión de dos seres en todas las alegrías y sinsabores.
Aspira a unidad física espiritual del hombre y de la mujer por medio
de la comunidad de sentimientos y experiencias. El matrimonio es la unión
contra la realidad de la vida, a menudo cruel; realidad dentro de la que crece,
y a la que supera con la máxima confianza, la franqueza más admirable
y la más perfecta sinceridad entre dos seres. Es asimismo la sujeción
más grande, dentro de una prudente distancia, pero también la
mayor libertad, dentro de una unión eterna.
Mas la familia no está determinada en último lugar por el hijo,
el fin supremo de la más maravillosa de todas las uniones. Y aquí
es donde el matrimonio rebasa sus propios limites; en la procreación,
el cuidado y particularmente en la educación del niño se cierra
el circulo que conduce a la comunidad, y aquí es donde ella se vincula
al sentido de la vida y lo cumple, al mismo tiempo, como comunidad indisoluble."
La Revolución Nacionalsocialista ha vuelto a dar valor a esta elevada
concepción del matrimonio y la familia, después de que el marxismo
y el liberalismo dejaron de atender durante muchos años, a los principios
externos e internos para la vida feliz del matrimonio y de la familia.
No bastaba en este caso el tomar partido por una concepción más
elevada con una predicación moral. Cuando un pueblo reconoce que la fuente
de una vida nueva y más fuerte, se halla en la familia, estructurada
armónicamente, entonces tiene también que crear para esta las
condiciones de vida. La vida conyugal no debe tener exclusivamente como contenido
la superación de las dificultades económicas, tan pronto como
de esa unión nazca un gran numero de hijos. El matrimonio en sí,
la alianza de por vida de dos seres, requiere la protección de toda la
comunidad nacional. Y a la familia, como hogar de las nuevas generaciones, hay
que proporcionarle también todo aquello, que una nación es capaz
de ofrecer, lo mismo moral, que socialmente.
La asistencia a la familia por los diversos medios de subvenciones y alivio,
constituyó, durante largos años, una cuestión muy discutida.
El auxilio a la familia no debe ser una limosna que se da por compasión.
Por eso no se adoptaron medidas asistenciales para ésta, sino que todas
las organizaciones sociales fueron ampliadas o modificadas, de modo que la familia
con hijos fuese considerada como la forma natural biológica y tomada
como punto de partida para todas las disposiciones.
La familia de hoy -El pueblo
del futuro.
La salud como condición previa para una feliz vida de familia.
En la naturaleza se produce una selección natural de los seres. El que
no es apto para vivir y carece de condiciones para la lucha por la existencia,
degenera y desaparece. Sólo el hombre ha encontrado medios auxiliares
contra ese proceso natural, y tan beneficiosos para la colectividad, que hacen
posible conservar la vida del enfermo y del débil. Nuestra compasión
humana no nos permite dejar abandonados en el camino a los débiles, sin
prestarles ayuda; también ellos son parte de nuestra comunidad y merecen,
por consiguiente, nuestro auxilio.
Esta actitud fundamental, que distingue al hombre de los demás seres,
es un fuerte factor espiritual, que caracteriza nuestro sentido de la colectividad.
No es de ningún modo contraproducente el auxiliar a aquellos infelices
que padecen de enfermedades hereditarias, pero es obligación de todos,
cuando se siente el temor de que éstas se propaguen, el procurar que
esta desgracia no pese sobre nuevas generaciones.
Cuántas desdichas depararon en tiempos pasados a incontables familias
estas enfermedades. Una familia sólo puede vivir felizmente, cuando los
padres esperan que de ellos nazcan hijos sanos y fuertes. La investigación
científica ha hecho en los últimos años increíbles
progresos en la esfera de la teoría de la herencia. En la actualidad
puede determinarse con toda exactitud, cuáles son las enfermedades que
se heredan y que pueden reproducirse en los hijos o en los nietos, y este conocimiento
nos impone el deber de poner un dique a la desgracia hereditaria, allí
donde la encontremos.
La Alemania nacionalsocialista no ha retrocedido ante las consecuencias de este
conocimiento. Ya el 14 de Julio de 1933 se promulgó la Ley para evitar
la transmisión de las enfermedades hereditarias a las nuevas generaciones.
Constituye un complemento a esta Ley la promulgada el 18 de octubre de 1935,
para la protección del pueblo alemán contra las enfermedades hereditarias,
la Ley sanitaria matrimonial, que en sus efectos preserva a todas las familias,
en cuanto es humanamente posible, de la desgracia de dar vida a seres enfermos.
Sólo la salud del hombre y de la mujer afianzan todas las fuerzas corporales
y espirituales de la vida matrimonial y la satisfacción en la misma,
garantizando el nacimiento de hijos sanos y alegres. En esta idea se basa la
Ley de protección contra las enfermedades hereditarias, que debe asegurar
la salud espiritual y física de las futuras generaciones. Los beneficios
de esta ley, que hace imposible la celebración de aquellos matrimonios
que por anticipado llevan en sí la desgracia, la miseria o la disolución,
son reconocidos hoy por todos los alemanes, y su aplicación, por personas
maduras y dignas de toda confianza, da a todos la seguridad de que esta prohibición
matrimonial se limita a aquellos casos en los que una persona consciente de
su responsabilidad se abstendría por sí misma de contraerlo. Pero
a aquellos que carecen de este sentido de responsabilidad, se les educa para
tenerlo respecto a sí mismos y frente a la comunidad, y en caso necesario
se les obliga.
Para proporcionar a todos antes de contraer matrimonio la posibilidad de tener
un conocimiento perfecto del estado de su propia salud o de la del otro cónyuge,
se han establecido en todos los departamentos de Sanidad Pública consultorios
para el cuidado de la herencia y de la raza. De año en año el
uso que se hace de los mismos, cuya visita es en general voluntaria, va siendo
mayor; pues su misión consiste no sólo en comprobar la existencia
de las enfermedades que impiden contraer matrimonio, sino en auxiliar y aconsejar
también en todos aquellos casos en que los escrúpulos exagerados
tienen que ser eliminados por medio de un certificado médico, que ponga
de manifiesto la carencia absoluta de enfermedades hereditarias. En 1937, por
ejemplo, fueron aconsejados biológico?hereditariamente el 36% de todos
los matrimonios celebrados en el Reich. En los consultorios se llevan ficheros
biológico?hereditarios, en los que se coleccionan los resultados de todas
las investigaciones que pueden tener valor para juzgar la disposición
hereditaria y racial de las familias.
Al contraer matrimonio, se exige tan solo en casos dudosos la presentación
de un certificado de idoneidad para verificarlo. Por lo general, los prometidos
son sólo preguntados de palabra acerca de las enfermedades hereditarias
y contagiosas. De este modo, en los casos normales, cuando nada desfavorable
se sabe acerca de ellos, son la mujer y el hombre los que tienen la plena responsabilidad
sobre la felicidad de la familia que van a fundar. La Ley sólo da normas
e interviene, únicamente cuando es de suponer que dos seres actúan
de forma irresponsable.
Las medidas de auxilio para
la constitución de la familia.
Los préstamos matrimoniales.
La selección de personas sanas y fuertes sería una medida imperfecta,
si no proporcionásemos simultáneamente a nuestros jóvenes
los requisitos prácticos más sencillos para contraer matrimonio.
Esto no quiere decir, que se pretenda desembarazar a los jóvenes prometidos
de todas las dificultades. El esfuerzo por el fin deseado, por el hogar común
y los bienes propios, debe mantenerse, naturalmente, como el estimulo más
hermoso. Pero, por otra parte, tiene que ser eliminado aquel estado de cosas,
que a consecuencia de los años de crisis de la postguerra fue afectando
constantemente a círculos más amplios. Entonces pasaban los jóvenes
años enteros de noviazgo, consumiendo así los mejores de su vida
dedicados a ahorrar lo más necesario para constituir una hogar o se casaban,
a pesar de ello, carentes de todo, y tenían que evitar temerosos todo
crecimiento en la familia durante largos años, hasta que habían
ahorrado lo suficiente para una instalación modesta del hogar. Es difícil
decir quiénes eran los que obraban más acertadamente; tanto unos
como otros llevaban, debido a la crisis económica, una vida insana y
agotadora, que les impedía la realización de sus deseos. Casi
nunca carecían estas parejas de la debida aptitud frente al matrimonio
y del deseo de vivir para una familia, pues si esperaban a tener lo necesario,
esto era debido en primer lugar a su sentido de la responsabilidad ante los
futuros hijos.
En auxilio de estas personas acude ahora el Estado con los préstamos
matrimoniales y sustituye con ellos, en parte, la ayuda de la casa paterna,
que hoy ya muchos padres no pueden prestar. Este auxilio, como el mismo nombre
lo dice, se da en forma de préstamo, que aunque deba pagarse en pequeñas
mensualidades tiene que serlo totalmente y así no se quita a los jóvenes
contrayentes del todo la preocupación que lleva consigo el poner una
casa. Se les proporciona un puente para facilitarles la resolución a
casarse jóvenes.
La prestación directa de dinero al objeto de contraer matrimonio pudiera
ser sin embargo mal entendida, si no fuera también aquí la aptitud
moral lo decisivo; pues no se pretende lograr con ello el matrimonio a toda
costa. El préstamo matrimonial tiene que ser solicitado en cada caso
particular y se concede, sólo cuando los prometidos son sanos y por su
conducta y predisposición poseen la aptitud para llevar una ordenada
vida ordenada de familia. Este préstamo no se limita tampoco a los grupos
que disfrutan de pequeños ingresos, se concede asimismo a los que desempeñan
profesiones liberales o a los miembros de otros oficios mejor retribuidos, cuando
se hallan ante dificultades económicas para la adquisición de
los enseres de la casa.
La institución de los préstamos matrimoniales despertó
en todo el mundo gran expectación. En ninguna parte existía algo
semejante, pero se reconocía en absoluto la necesidad de proporcionar
dinero sin intereses, para constituir la familia. Al principio, por cierto,
surgieron muchas dudas acerca de si sería realizable este intento proyectado
con tanta amplitud. La práctica ha demostrado entretanto, que el plan
estaba bien ideado. Desde 1933 hasta fines del año 1939 se concedieron
en todo el Reich (Austria y el País Sudete incluidos) 1.445.877 préstamos
matrimoniales, y el número de los dados anualmente fue siendo cada vez
mayor. Ni la guerra siquiera ha podido detener este proceso.
Después de haber sido introducidos en Alemania estos préstamos
matrimoniales en una forma cada vez más eficaz - de modo que los fondos
del Reich constituidos a tal efecto pudieron ser aumentados en 1939 en una cantidad
considerable ? muchos países han tomado esta medida como modelo para
su propia asistencia a las f amillas.
La compensación de
las cargas.
La primera preocupación al constituir una familia es la sólida
instalación de la vivienda, sin la que no se puede concebir el ordenado
hogar alemán. Pero los seres conscientes de su responsabilidad, prevén
todavía más, antes de unirse. ¿Podemos, se preguntan, criar
hijos cuando éstos no son dos, sino tres y más, los que la suerte
nos depare? ¿ Podemos alimentarlos higiénicamente y darles una
educación? Precisamente personas con un alto sentido de la responsabilidad
piensan así, y éstas son las mejores que puede desear una comunidad
nacional para sí, como padres y madres de familia. Ellas se han creado
tal vez una posición en la vida y desean proporcionar a sus hijos los
medios necesarios para lograr lo mismo. ¿ Pero existirán éstos,
cuando los hijos posean una buena disposición moral y merezcan una buena
educación?
Para muchas personas jóvenes estas consideraciones constituyen antes
de contraer matrimonio, serios problemas; por ello, con demasiada frecuencia
tenían que esperar, para celebrarlo o, por lo menos, para recibir el
don de los hijos. El número de éstos que se criaban en una familia,
apenas, era tenido en consideración o no lo era de un modo esencial por
lo que a los sueldos e impuestos respecta; de forma, que en los círculos
en que no se disponía de reservas especiales tenían que ser considerados
los niños como una carga, especialmente en comparación con las
familias sin hijos. En los años de crisis de la postguerra el hijo se
había convertido en un problema económico. Innumerables matrimonios
tuvieron que renunciar entonces a la mayor felicidad, a decir, a tener hijos.
Debido a ello, la comunidad conyugal habla perdido en muchos casos su sentido
como miembro de la serie de generaciones, con una misión para el porvenir,
la consecuencia de esto fue un descenso aterrador de la moral matrimonial.
De nuevo era el préstamo matrimonial con el que, después de la
subida al poder del Nacionalsocialismo, se ponía por primera vez de manifiesto
la idea de la compensación de las cargas entre las familias con hijos
y las que carecen de ellos. Pues la parte del préstamo todavía
no cancelada se rebaja al nacer un hijo en 200 marcos; además, la amortización
de la parte aún no reintegrada se retrasa por el término de un
año. Son muy claras las consideraciones que indujeron a ello, ya que
de no ser así y dado el aumento de gastos que el nacimiento de un hijo
produce en el hogar, el préstamo matrimonial no se consideraría
como una ayuda, sino como una carga y el resultado sería hacer esperar
a la familia para tener hijos, hasta el pago total del auxilio económico.
Pero en la nueva Alemania las risas de los niños tenían que volver
a llenar los hogares y ningún matrimonio debía verse obligado
a renunciar a esta alegría cuando la casa estaba bendecida. Por esta
razón, ya en octubre de 1934 se llevó a cabo una reforma del impuesto
personal con el fin de tener en mayor consideración el estado de la familia
por lo que respecta al impuesto sobre los sueldos y facilitar la crianza y educación
de los hijos.
Una vez mejor distribuidas las cargas económicas gracias a esta primera
medida fiscal del año 1934, es decir, según el número de
hijos, se introdujo en 17 de febrero de 1939 una modificación en la contribución
sobre la renta, igualmente fiel a la idea de la compensación de las cargas.
La familia con hijos no debía tener ventajas por este motivo -desde hace
años viene siendo considerada como el hogar más sano y normal
-sino que los solteros y casados sin hijos debían satisfacer mayores
impuestos, ya que no tienen que atender a éstos. Se elevó por
consiguiente para los solteros (hombres y mujeres) el impuesto sobre las utilidades
procedentes del trabajo y lo mismo se hizo para los casados, que después
de cinco años de matrimonio no tuvieran hijos. Este último grupo,
el de los casados sin hijos, paga después de cinco años de matrimonio
sin tenerlos el 40% más de contribución sobre las utilidades que
en los anteriores. Con esta reglamentación se inició de un modo
sensible la compensación de las cargas.
Los subsidios para los hijos.
Inmediatamente después de la primera reforma del impuesto personal se
introdujo en Alemania la concesión de subsidios periódicos y por
una sola vez. También aquí fueron aumentando las aportaciones
del Estado un año tras otro. Hasta 1937 fueron 300.000 los niños
por los que se pagaron subsidios periódicos; hasta octubre de 1937, medio
millón y desde abril de 1938, este número fue ya de dos millones
y medio. Los subsidios para los hijos importan para el tercero y cuarto 10 marcos
mensuales y 20, para el quinto y los sucesivos de menos de 17 o 21 años
de edad.
A las familias que no disponen de medios suficientes y que tienen por lo menos
cuatro hijos menores de 16 años, se les concede por una vez un subsidio.
El importe que por término medio se pone a disposición de una
familia, según las circunstancias, es de 320 marcos. Entre 1935 y 1937
se pagaron en números redondos a familias necesitadas, 800.000 subsidios
de este tipo. Con ello deben mejorarse en primer lugar las condiciones de las
habitaciones y dormitorios, especialmente los de los niños
Los subsidios para la educación.
Cuando dentro de una familia se crían varios niños, entonces entran
en consideración de un modo especial los gastos que ocasiona su sólida
educación. Y para no mermar en este aspecto la felicidad de una familia
de varias cabezas se introdujeron los subsidios para la educación y las
plazas gratuitas para los niños aventajados, con la condición
de que pertenecieran a una familia de cuatro hijos por lo menos. Pero lo decisivo
para esta protección es la predisposición moral y física
del niño Siendo éste sano desde un punto de vista hereditario
y apto para un desarrollo espiritual y físico, el Estado corre con el
importe de todas las matriculas de la enseñanza secundarla y universitaria,
y además concede subvenciones para su mantenimiento, cuando el, niño
no puede vivir en la casa paterna durante la época de su asistencia escolar,
caso de que los padres no puedan satisfacer los gastos de su educación.
Si el niño tiene que utilizar diariamente un medio de locomoción
para acudir a la escuela, se le proporciona el dinero necesario para ello. También
se corre con todos los gastos que- ocasiona la adquisición de medios
de enseñanza En los "National-politischen Erzlehungsanstalten",
institutos que tienen como finalidad la de formar una minoría selecta
para los cargos más importantes del Estado, se conceden plazas gratuitas,
en concepto de subsidio, a los jóvenes especialmente dotados. Al asistir
a las escuelas técnicas y profesionales se satisfacen hasta cien marcos
por los derechos de matricula correspondientes a medio año y, cuando
el escolar no puede habitar en caso, de sus padres, se conceden al mismo tiempo
subsidios para la manutención, hasta de 300 marcos por cada seis meses.
Durante el estudio en las universidades, el Estado corre con el pago de todos
los derechos de matricula.
El temor de muchos padres de que en el caso de tener varios hijos no pudieran
darles una instrucción adecuada, es, por consiguiente, infundado. Todo
niño puede disfrutar hoy en Alemania de la instrucción que corresponda
a sus aptitudes físicas y morales, y llegar luego hasta las profesiones
más elevadas. Para poder realizar esto se impuso por cierto una modificación
de todo el estado de la enseñanza. No son los medios económicos
de los padres los que deciden acerca de si el niño debe pasar de la escuela
elemental a otra superior, sino la Escuela como delegada del Estado. No volverá
a suceder que un hijo de padres adinerados, pero carente de aptitudes, sea atormentado
inútilmente en una escuela superior. Estas plazas son ocupadas hoy por
niños capacitados, hijos de padres de numerosa prole, que no pueden pagar
los derechos de matricula.
Las medidas aquí enumeradas, son sólo los primeros pasos en el
camino que conduce al logro de una compensación justa entre las familias
numerosas y aquellas que poseen pocos hijos. El fin al que se aspira en Alemania
es a la creación de una Caja Nacional de Compensación familiar,
que suprima todas las desventajas económicas que se deriven del número
de hijos.
La ayuda práctica
a la familia
El bienestar de toda familia depende en gran parte de la salud y del vigor espiritual
de la madre. Si la mujer queda rendida de fatiga, debido al trabajo que diariamente
le proporcionan en la casa el marido y los hijos y si una enfermedad mal cuidada
consume sus fuerzas no dejándola restablecerse rápidamente, entonces
no es posible que ella, proporcione a los suyos ese hogar en el que todos se
encuentran a gusto. Una vida de familia en la que pesen demasiadas cargas sobre
la madre, no puede ser, a la larga, ni el punto de apoyo para nueva labor, ni
su estimulo, y la familia pierde su sentido como centro productor de energías,
en el que crecen y maduran los valores máximos de un pueblo.
El fortalecimiento moral y económico de la familia tenía que ir
acompañado, por consiguiente, de una ayuda practica que llegase hasta
el caso individual. Este auxilio, en sus múltiples formas, va dirigido
externamente, en primer lugar, a la mujer y a los niños que se hallan
a su cuidado. Pero en realidad todo lo que en este sentido se hace es servicio
a la familia. No sólo la mujer como tal recibe ayuda y alivio, sino que
se intenta proporcionar nuevas fuerzas espirituales y físicas a la camarada
del nombre y a la madre de los hijos, para que pueda dar nuevos impulsos a la
vida, al trabajo de la familia y a la suya propia.
Con un ejemplo tomado al azar de un barrio densamente poblado en una ciudad
de tipo medio, es como mejor se puede explicar este servicio a la familia. En
una vivienda pequeña, en la que entra escasa luz, habita una familia
de trabajadores con cuatro hijos. La mujer se halla próxima a dar a luz
al quinto; ya es para ella muy pesado el trabajo de la casa y apenas le es posible
atender a sus otros cuatro, en ese momento enferma uno de ellos, acude la mujer
en tan grave aprieto al llamado "Servicio Social de la mujer" de la
Asociación de Mujeres Nacionalsocialistas. En ella se da a conocer el
caso a la delegada o a la visitadora de la vecindad a cuyo sector pertenezca
la casa en cuestión, y esta denominada visitadora de la vecindad se pone
a disposición de la mujer por un par de horas diarias, para realizar
los trabajos más pesados; ella cuida de la ropa, mantiene la casa limpia,
hace la compra y prepara la comida. Pero si en la misma casa viven otras mujeres
que disponen de algún tiempo libre, entonces intenta la auxiliadora de
la vecindad reglamentar el auxilio mutuo de las mujeres dentro de la misma casa.
Pues el Auxilio a la Vecindad del "Servicio Social de la mujer" no
intenta organizar algo nuevo, sino despertar la tradicional y natural idea del
mutuo auxilio, allí donde debido a circunstancias especiales no está
éste ya tan vivo, y quiere tender un puente cuando en una casa viven
sólo madres de prole numerosa y dos o tres más allá mujeres
sin hijos que ayudarían gustosas a una de aquéllas.
Pero la auxiliadora de la vecindad, que obtiene una idea exacta de la situación
de la familia a la que asiste, adopta además otras medidas para aliviar
el gobierno de esta casa. Se preocupa de que los dos niños que todavía
no están en edad escolar sean acogidos durante el día en una de
las guarderías que a tal efecto tiene la Asistencia Nacionalsocialista
y en las que al mediodía reciben una comida substanciosa. Así
sólo hay que atenderlos por la mañana y al acostarse. El más
pequeño que ahora se encuentra enfermo, será llevado cuando pase
el peligro a un asilo de niños de la organización arriba mencionada,
en el que permanecerá, hasta que después de un par de semanas
la madre pueda hacerse cargo de él. Los 20.000 hogares, guarderías,
asilos y jardines para la infancia en la época de la recolección,
establecidos durante los últimos años por la Asistencia Nacionalsocialista
dan acogida a más de 70.000 niños, y allí donde todavía
no han sido creados, la Asociación de Mujeres Nacionalsocialista organiza
otras guarderías, de modo, que hoy se puede descargar en todas partes
a las madres con exceso de trabajo del cuidado de los niños durante dos
horas al día por lo menos.
El mayor de los hijos de la familia a que nos referimos va ya a la escuela,
pero no es muy fuerte y no puede seguir debidamente la enseñanza. En
distintas ocasiones el maestro ha insinuado la necesidad de que el niño
sea enviado al campo para su restablecimiento. La visitadora de la vecindad
se pone enseguida en comunicación con el Grupo Local competente de la
Asistencia Nacionalsocialista y solicita el envió del niño a un
sanatorio de la Organización. Se aprueba la solicitud y dos semanas más
tarde, precisamente cuando la madre apenas se podría ocupar de él,
ingresa en uno de ellos, bellamente emplazado, para pasar allí seis semanas.
Más de 176.000 niños que necesitan reposo son enviados anualmente
por la Asistencia Nacionalsocialista a las 400 colonias escolares que posee,
para gozar en ellas de una estancia de 4 a 6 semanas. Además, otros 300.000
encuentran descanso en el campo gracias a la institución de esta Organización
conocida con el nombre de "envió al Campo".
Para que la mujer pueda disfrutar, antes y después de dar a luz a su
quinto hijo, de la máxima ayuda imaginable, la visitadora de la vecindad
le aconseja que visite uno de los consultorios más cercanos de la Obra
de auxilio "La Madre y el Niño" de la Asistencia Nacionalsocialista.
En este, personas especializadas aconsejan a la madre sobre todas las cuestiones
higiénicas y económicas. Desde la fundación de esta obra
de asistencia en 1934, se han establecido en todo el Reich más de 34.000
consultorios de "La Madre y el Niño", que de acuerdo con las
normas unificadas de los departamentos de Sanidad Pública, entre otras,
cooperan también a la lucha contra la mortalidad infantil y el raquitismo.
Cuanto más se acerca el momento de dar a luz, tanto más necesario
se hace el descargar por completo de trabajo a la madre. Dado que la visitadora
de la vecindad sólo puede reemplazar a ésta durante horas, solicita
del Grupo Local de la Asistencia Nacionalsocialista una asistenta doméstica
de la Organización, que es la que lleva todo el peso del gobierno de
la casa de la familia trabajadora en los últimos días, antes de
dar la madre a luz y algunas semanas después, sin que por esta ayuda
resulte gasto alguno para la familia.
Esta organización de la Asistencia Nacionalsocialista, por la que en
caso de necesidad o nacimiento de un hijo se pone gratuitamente por algún
tiempo a disposición de la madre una asistenta laboriosa, ataca al mal
realmente en sus raíces. Una ayuda económica, por ejemplo, o el
que la Organización cargase con los gastos que ocasiona el tomar una
sirvienta, no producirían ni con mucho el mismo éxito. Lo que
reviste una importancia esencial en la asistenta doméstica de la Organización
es su formación y su disposición a prestar por completo sus servicios
a la familia, sin pretensión alguna. Las jóvenes y mujeres que
se dedican a este oficio son instruidas y enseñadas por la "Obra
alemana de la mujer" de la Asociación de Mujeres Nacionalsocialistas,
y adquieren plena conciencia de su misión cargada de responsabilidad.
Su formación las prepara por anticipado para hacerse cargo de la administración
de casas que rara vez encontrarán en perfecto orden. Por lo general,
los medios de que dispone la familia son también muy modestos, de forma
que se hace imprescindible una administración racional de la casa y la
utilización de todas las posibilidades de ahorro. Por encontrarse enferma
o trabajar fuera de casa, la madre suele estar muy a menudo ausente. La asistenta
doméstica ha de saber desenvolverse y llevar exclusivamente sobre sí,
como persona de confianza, todo el peso de la economía doméstica.
Pero volvamos a nuestra familia que entretanto ha aumentado con la llegada de
un robusto niño el quinto de los hijos. La visitadora de la vecindad,
que ha hecho un curso de puericultura en una escuela de maternidad del Servicio
a la Madre del "Servicio Social de la Mujer" no deja pasar un solo
día sin aliviar por un par de horas a la asistenta doméstica del
trabajo de cuidar al niño El nene engorda que da gusto pero la madre
está muy débil. La visitadora de la vecindad informa del estado
de salud de la mujer al consultorio de "La Madre y el Niño"
al que antes de dar a luz acudió aquélla, y éste realiza
a través del Grupo Local de la Asistencia Nacionalsocialista todas las
gestiones necesarias para que la madre ingrese junto con su pequeño en
uno de los sanatorios para madres de la Organización, y tan pronto como
ésta pueda ponerse en camino ingresa en él. Por medio del consultorio
de "La Madre y el niño" y la visitadora de la vecindad se completó
la canastilla del bebé, y también los gastos del viaje y todos
los demás que se originan corren a cargo de la Asistencia Nacionalsocialista,
de modo que la madre puede partir libre de toda preocupación,
Al sanatorio para madres, establecimiento que en este caso se utiliza, se halla
unido un asilo de la infancia. Solo durante una hora al día y en las
comidas deben estar las madres junto con sus hijos. En el tiempo restante los
nenes están al cuidado de las hermanas, mientras la madre puede entregarse
por completo a su descanso. Las curas de reposo en hermosas terrazas, los paseos
por los alrededores, las horas de quietud absoluta y los cantos y juegos en
común se suceden en variada serie, de forma que la madre pueda restablecerse
por completo y obtener nuevas impresiones. Muchas mujeres de edad que sólo
conocían su trabajo diario, en exceso pesado, y se consumían en
él, vuelven a sentirse alegres al lado de las jóvenes y rien durante
todo el día. La asistenta doméstica se preocupa naturalmente durante
la ausencia de la madre del gobierno de la casa.
El "envió de las madres" de la Asistencia Nacionalsocialista,
cuyos principios fueron muy modestos, se ha desarrollado más de año
en año. En la actualidad existen doscientos sanatorios para madres, que
por termino medio pueden acoger al año 60.000 de ellas, en períodos
de seis semanas de reposo. Desde 1933 han gozado de los beneficios de este descanso
cuatrocientas mil madres y de ellas, 29.000 pasaron este tiempo junto con sus
hijos en los hogares para madres y niños.
Cuando después de seis u ocho semanas la madre vuelve a su hogar completamente
restablecida y con nuevas fuerzas, el Servicio de Asistencia "La Madre
y el niño no considera terminada su misión y sigue prestando ayuda.
La madre acude de tiempo en tiempo a la hora de consulta para los niños
de pecho, donde se pesa al hijo y se le dan consejos para su alimentación.
Al mismo tiempo, la directora del consultorio sigue con atención el estado
de salud de la madre. También los otros hijos pequeños son llevados
a veces a la consulta y la madre sabe así a tiempo, cuando uno de ellos
debe ser visto por el médico.
Al cumplir el más pequeño tres meses de edad, recibe la madre
un aviso del Departamento de Sanidad, para que lleve a su hijo a un reconocimiento
que tiene por objeto saber si éste padece de raquitismo. El reconocimiento
que llevan a cabo los inspectores de sanidad tiene lugar, en parte, en los mismos
departamentos y en parte, en los consultorios de "La Madre y el niño".
Como medida preventiva se le entrega a la madre una determinada cantidad de
un producto acreditado contra el raquitismo (en la mayoría de los casos
se emplea el Vigantol conocido ya desde hace años por sus magníficos
resultados) para que se lo dé diariamente a su hijo junto con el alimento.
Y así, ocupándose nuevamente de sus hijos y los quehaceres de
la casa, la madre vuelve a ser el alma de la familia.
Las distintas medidas que se acaban de exponer en forma de ejemplo, no han podido
ser llevadas todavía, dentro del periodo de tiempo relativamente corto
que ha transcurrido desde la revolución nacionalsocialista, a su perfección
y no ha sido posible, por consiguiente, intervenir en todos los casos en que
el auxilio era apropiado. Aun pasaran años antes de que se logre en este
sector todo lo que se desea. Por cierto, que en relación con lo que llevamos
dicho debe mencionarse, que el fin supremo de esta labor asistencial y de cuidado
a la familia es aunque se halla realmente todavía muy lejos ? conseguir
un estado de cosas en que cada una de ellas pueda atenderse a si misma. Esta
aspiración se hace especialmente patente en el Auxilio a la Vecindad
del "Servicio Social de la mujer", departamento Servicio de Asistencia.
Con el tiempo cada casa o cada manzana de casas deberá constituir una
comunidad vecinal. En ella, la mujer de confianza del Auxilio a la Vecindad
tendrá como primera misión el volver a unir a los hombres separados
por los distintos oficios, ingresos y formas de vida y despertar en todas las
familias la comprensión y el interés por las preocupaciones de
las vecinas. Entonces encontrará una solución espontánea
lo que hoy todavía necesita de la ayuda externa. Mientras tanto son todavía
las visitadoras de la vecindad, destinadas especialmente a este efecto, las
que acuden a prestar ayuda en los partos, en las enfermedades y en cualquier
otro caso urgente, cuando la autoayuda de la comunidad de la casa aún
no existe. Pero esto no es más que un estado transitorio. En muchos sitios
se ha llegado ya al resultado satisfactorio que se deseaba. Este existe cuando
las familias de una comunidad ya no acuden a pedir auxilio. Se ayudan mutuamente,
mantienen una camaradería de puerta en puerta y se apoyan unas a otras
en las épocas de crisis, mejor que lo que cualquier organización
pudiera hacer.
En constante servicio a la familia se hallan los 744 departamentos de Sanidad
Pública, en estrecha colaboración con la Asistencia Nacionalsocialista
y la Asociación de Mujeres Nacionalsocialistas. En todos los distritos
en que estos todavía no existían, fueron establecidos a partir
del mes de abril de 1935. Los departamentos de Sanidad se hacen cargo, en primer
lugar, de la asistencia sanitaria. Su labor empieza ya en los que están
por nacer, y siguen ocupándose sucesivamente del lactante, el escolar,
hasta llegar al adulto, y persiguen siempre como fin la familia sana, física
y espiritualmente. Hoy se da la preferencia a la asistencia a la familia en
lugar de la tan acentuadamente especializada de años anteriores. Se ha
llegado a la convicción de que una asistencia que ataque el mal de raíz
y pretenda realizar una labor fundamental, ha de tener como eje de su actuación
la familia entera y no al individuo.
Los consultorios para los madres, lactantes y niños son los que esencialmente
pueden influir de forma beneficiosa en la familia. En total existen 15.837 de
estos consultorios, que en el curso de un año (1937) dictaminaron sobre
el estado de salud de 1.128.890 lactantes y 514.830 niños. El sano crecimiento
del niño, especialmente en los primeros años de su vida, es la
mayor felicidad de una madre y proporciona a toda la familia satisfacción
y sosiego. Dado que la asistencia a estos consultorios es gratuita, todas las
madres, sin excepción, tienen la posibilidad de buscar en ellos consejo
para todas las cuestiones. Y por medio del médico del mismo saben con
certeza que sus hijos están sanos o, en caso contrario, se toman las
medidas oportunas. Para las que están próximas a dar a luz y las
parturientas se conceden en casos especiales subsidios extraordinarios. Asimismo
los consultorios intervienen para el envió de las madres y los niños
a los lugares de restablecimiento.
Un nuevo ejemplo ha de servir para mostrarnos la buena y estrecha cooperación
y la competencia de las tres organizaciones: el Servicio de Asistencia "La
Madre y el Niño" de la Asistencia Nacionalsocialista, el auxilio
a la Vecindad del "Servicio Social de la mujer" y los consultorios
de los Departamentos de Sanidad Pública. Cuando a principios del presente
año recibieron estos el encargo de iniciar una gran acción para
combatir el raquitismo e invitar a todas las madres a que acudieran a ellos
con sus niños de pecho, resultó muy pronto que los locales destinados
a las visitas y las personas especializadas de los Departamentos de Sanidad
eran insuficientes. La obra de Asistencia "La Madre y el Niño"
puso inmediatamente a disposición de aquellos su ramificada organización
que se extiende hasta las localidades más pequeñas, y donde una
madre no podía llevar personalmente su hijo al médico, ya por
estar ocupada fuera de la casa o por encontrarse enferma, el Auxilio a la Vecindad
del "Servicio Social de la mujer" se encargaba de hacerlo. De esta
forma es como se pueden llevar a la práctica algunas medidas. Lo mismo
ocurre con lo que se refiere al envió de las madres, que en otro caso
sólo hubiera sido posible en teoría. El descanso de nuestras madres
no es a menudo una cuestión de dinero. Lo que las liga a su casa, no
permitiéndoles apartarse de ella durante largos años, e incluso
a menudo durante la vida entera, es el cuidado de los hijos y el gobierno de
la casa. Sólo cuando una madre sabe que en su lugar se halla una mujer
laboriosa y que en la casa todo está bien atendido, se decide a pensar
en sí misma. Por eso tuvo tanta importancia el encontrar personas e instruirlas
para un servicio tal a la familia, como el procurar los medios necesarios e
instalar los sanatorios. Cuando hoy el consultorio de un Departamento de Sanidad
propone el envió de una madre, lo hace sabiendo que esto no ha de fracasar.
La Asistencia Nacionalsocialista toma a su cargo el cuidado de los hijos y coloca
una asistenta doméstica o el Auxilio a la Vecindad sustituye a la madre.
Sólo gracias a esta estrecha cooperación fueron posibles los éxitos
obtenidos en la ayuda práctica a la familia, ya descritos en sus detalles.
Otra gran ayuda y desahogo para las familias numerosas, con hijos de corta edad,
es la que representa el Año Obligatorio, que se estableció en
diciembre de 1938, para toda la juventud femenina hasta los 25 años de
edad. Cuanto mayor es una familia, tanto menos puede disponer de una sirvienta
pagada durante largo tiempo. Pero la muchacha del Año Obligatorio percibe
sólo una cantidad para alfileres, que también pueden satisfacer
los padres de numerosa prole, y así se ha introducido cada vez más
esta institución, especialmente en las familias numerosas.
La aspiración que condujo al establecimiento del Año Obligatorio,
de que cada muchacha fuera instruida en los trabajos domésticos antes
de emprender un oficio, no puede verse cumplida mejor en ninguna otra parte
que en una casa con muchos niños. Todos los hogares que reciben una muchacha
del Año Obligatorio tienen que ser llevados en perfecto orden, y en ellos
aprende ésta a conocer la gran cantidad de trabajo y las preocupaciones
que pesan sobre una activa madre de familia y advierte, al mismo tiempo, que
los niños no sólo dan que hacer sino que proporcionan también
muchas alegrías y que una vida sin ellos es pobre y carece de sentido.
Las madres con exceso de trabajo obtienen de este modo una valiosa ayuda durante
un año y en la muchacha se despierta el deseo de poseer una familia con
hijos sanos, como fin de su vida.
La protección y ayuda a la mujer trabajadora.
No cabe duda alguna de que la esfera natural de acción de la mujer es
la casa, donde atiende a la familia y educa a los hijos, y si dentro de la asistencia
a las familias numerosas hay una aspiración, ésta tiene que consistir
en que todas las madres con niños pequeños sean reintegradas a
su esfera doméstica. También en Alemania hay millones de madres
que trabajan, pero no, por cierto, debido al afán de igualarse al hombre.
La época en que la mujer no veía ya más en el matrimonio
y la maternidad el fin natural de su vida, ha pasado definitivamente para Alemania.
Hoy desea toda mujer en primer lugar casarse y tener hijos y esto es así,
aún cuando desempeñe una profesión elegida por inclinación.
El trabajo de la mujer constituye hoy un problema de defensa de la existencia
nacional. Cuando empezó a desarrollarse el programa nacionalsocialista
de reconstrucción se hizo sensible una escasez de mano de obra, que de
año en año fue aumentando, y debido a ello resultó imprescindible
la cooperación de la mujer. Una parte considerable del trabajo se lleva
hoy a cabo por mujeres que son madres. Y dado que la mujer alemana no sólo
gozaba de la máxima consideración como tal y como madre, sino
que fue llamada además, como compañera del hombre, a luchar por
el futuro de la Nación, se alistó también en el proceso
de trabajo cuando se la necesitó.
Nosotros nos damos perfecta cuenta de que esta situación sólo
debe ser pasajera. Pero en tanto que las exigencias nacionales requieran que
también trabajen las madres y mujeres, hay que proporcionarles protección
y auxilio en gran escala y con todos los medios disponibles; pues vemos, en
primer lugar, en la mujer trabajadora cuando está casada y tiene hijos,
a la madre de familia que ha tomado sobre sí una doble carga: la administración
de la casa y el desempeño del oficio. El Departamento femenino del Frente
Alemán de Trabajo, la Asistencia Nacionalsocialista y el "Servicio
Social de la mujer" trabajan de consuno para conservar sana a la mujer
trabajadora, que tan grandes sacrificios hace por su pueblo y por la familia.
Aliviarla en su trabajo, en cuanto sea posible, se considera como una de las
tareas más urgentes.
Al principio, lo más importante fue proteger a la mujer de una fatiga
excesiva en los lugares de trabajo. Hasta 1933 las mujeres habían desempeñado
trabajos de tipo pesado. El Departamento femenino del Frente Alemán de
Trabajo empezó su labor social con una extensa campaña de instrucción
en las empresas, y logró también que la mujer fuese liberada de
los trabajos pesados.
No obstante, las condiciones físicas de la mujer y especialmente de la
madre exigen otras medidas que tengan en consideración su fuerza productora.
La protección legal a la madre da a ésta la posibilidad de abandonar
el trabajo seis semanas antes y otras tantas después de dar a luz, sin
perder por ello la retribución correspondiente (el despido en este caso
es sólo posible seis meses antes y tres después del nacimiento
del hijo). La experiencia vino a demostrar, sin embargo, que estas medidas legales
no eran suficientes para proteger a la madre, en esta época difícil,
de los perjuicios que puede causar a su salud el trabajo profesional. No se
le puede exigir a una madre que espera un hijo o le da el pecho la misma prestación
de trabajo que durante otro periodo de tiempo cualquiera. Y cuando una madre
tiene en su familia un enfermo pasa noches enteras en vela o cuando ella está
reciente de una enfermedad, hay que tener en cuenta su salud.
De estas consideraciones nació la idea de un intercambio de los lugares
de trabajo. En caso de que deba atenderse a la salud de una mujer, cambia ésta
con otra su lugar de trabajo por uno menos pesado, sin que le ocasione una pérdida
de salarlo. Además, se introdujeron todas las medidas posibles para aliviar
a las mujeres en su trabajo; donde éste lo permite, debe realizarlo sentada.
Las instalaciones y trajes protectores evitan todo peligro y los locales bien
aireados y con buena luz, la acogedora instalación de las habitaciones
destinadas al descanso y de la cantina, las instalaciones sanitarias modelo,
etc., cuidan en todos los casos de la conservación de la salud de las
mujeres en las industrias.
El Departamento femenino del Frente Alemán de Trabajo ha podido acordar
con gran número de empresas una amplia protección a la madre,
hasta que se haya llevado a término la nueva reglamentación legal
de ésta, lo que constituye una misión del próximo tiempo.
Dado que el socorro legal a la maternidad es menor que el salario percibido
semanalmente por una mujer, muchas madres no podían por razones económicas
hacer uso del derecho a dejar el trabajo seis semanas antes de dar a luz, lo
que encerraba un grave peligro para la salud de las mujeres. Las empresas que
han adoptado esta amplia protección a la madre pagan ahora durante seis
semanas antes y después del parto la diferencia entre el socorro legal
semanal y el salario, para proporcionar así a la madre mal situada económicamente
la posibilidad de dejar a tiempo su trabajo. Además, gracias a la anterior
institución se consideran como horas de trabajo retribuidas las pausas
que se conceden a la madre para amamantar a su hijo. El intercambio de los lugares
de trabajo, en los casos en que este último es demasiado pesado, hace
posible debido a esta ampliación de la protección a la madre,
que esta pueda cambiar el suyo por otro menos pesado, tres meses antes de dar
a luz y otros tantos después, sin que su jornal experimente reducción
alguna. Además, las madres que necesitan con urgencia un restablecimiento
pueden obtener,, por medio de una substitución, unas vacaciones suplementarias
retribuidas. Su trabajo es realizado gratuitamente durante una o dos semanas
por una estudiante o miembro de la Asociación de Mujeres Nacionalsocialistas
o del "Servicio Social de la mujer".
El decreto sobre la jornada de trabajo, del lº de enero de 1939 contiene
otras disposiciones de protección a la mujer y a la madre trabajadora.
La jornada de trabajo media para las mujeres se fijó en ocho horas diarias
y especialmente en los días de fiesta y vísperas de ella no deben
ser empleadas por más tiempo, quedando fundamentalmente prohibidas las
horas extraordinarias para las que están próximas a ser madres
o se hallan criando a sus hijos.
Una jornada de trabajo de ocho horas es para una mujer, a pesar de todas las
facilidades que se le den dentro de la empresa, aún considerada sólo
por lo que al tiempo se refiere, muy pesada cuando todavía tiene que
atender a los hijos y el hogar. Por eso en los últimos tiempos se ha
intentado introducir en las empresas el turno de medio día para las mujeres,
y las experiencias hechas hasta el presente son tan buenas, que en lo futuro
se concederá todavía mayor atención a esta solución.
La jornada de cinco horas ha influido de un modo visible en la salud de la mujer
y en la vida de la familia. Esta ya no regresa del trabajo tan cansada y tiene
todavía tiempo y fuerzas suficientes para ocuparse de su casa y su familia.
Pero no es sólo el trabajo profesional lo que hace difícil la
vida de una madre y perturba la de la familia. Tan importante como una suficiente
protección en las empresas es el alivio en los quehaceres de la casa,
que son los que más afectan a la mujer, como madre de familia. Y a ello
se debe que por anticipado se extienda la labor social del Frente de Trabajo
a la reglamentación de las cuestiones familiares. Para proteger realmente
de todas formas a nuestras mujeres trabajadoras, lo mismo en el lugar de trabajo
que en la casa, el Departamento femenino del Frente Alemán de Trabajo
ha designado una delegada en todas las empresas cuyo personal cuente con seis
mujeres; esta interviene en todo lo que atañe a la protección
de la mujer y la madre.
Además, hace ya años que el Departamento femenino instruye para
esta labor a mujeres que son luego colocadas en las grandes empresas para cuidar
de la asistencia a sus compañeras. Estas, denominadas trabajadoras sociales
de la empresa (S. B.) han trabajado por regla general durante largo tiempo en
la industria, conocen los distintos trabajos y saben lo que en cada uno de ellos
se exige a la mujer. En su visita de inspección diaria observan constantemente
el estado de salud de cada una de las trabajadoras y pueden prevenir todo daño,
proponiendo a tiempo al jefe de la industria un cambio del lugar de trabajo
o gestionando una substitución y el envió al campo de la mujer
en cuestión, para que disfrute de descanso. Entre las misiones que corresponden
a una trabajadora social de la empresa se halla además el cuidar de que
los hijos de las trabajadoras de la fábrica estén atendidos, procurando
para ello que los niños sean acogidos en una guardería de la Asistencia
Nacionalsocialista o induciendo a la empresa a organizar un jardín de
la infancia, en el que éstos sean atendidos por una maestra, durante
el período de trabajo. La trabajadora social de la empresa cuida también
de que cuando una madre espera un hijo o se encuentra enferma, reciba ayuda
de la Asistencia Nacionalsocialista o del Auxilio a la Vecindad. Y si una familia
se halla en grave aprieto, ya sea por un caso de enfermedad o por uno de defunción,
la trabajadora social de la empresa solicita de ésta una ayuda extraordinaria.
Las trabajadoras sociales de la empresa y sus delegadas son intermediarios entre
el personal femenino y la dirección de la industria. Por su sensibilidad
femenina ven en la madre trabajadora no solamente uno de los miembros del personal.
En cada una de las medidas asistenciales toman en consideración toda
la familia, de la cual ella es el alma.
También la Asistencia Nacionalsocialista y la "Obra alemana de la
mujer" de la Asociación de Mujeres Nacionalsocialistas procuran
especialmente auxiliar a aquellas familias cuya madre trabaja. El alojamiento
de los menores en las guarderías de la Asistencia Nacionalsocialista
ya ha sido mencionado. Pero si los hijos van ya a la escuela, entonces se preocupa
el Auxilio a la Vecindad de que éstos se levanten a tiempo y de que al
mediodía encuentren una comida caliente. De acuerdo con las indicaciones
dadas por la madre, la visitadora de la vecindad hace la compra, prepara la
comida para cuando aquélla regrese y limpia la vivienda. En los talleres
de costura del "Servicio Social de la mujer" se zurcen también
ropas y medias de las trabajadoras para que, una vez terminado el trabajo, la
madre pueda pasar las horas libres al lado de los suyos.
La prole numerosa fortalece
la comunidad de la familia.
Una prole numerosa es la riqueza de nuestra vida familiar y para ella vivimos
y trabajamos, no porque encontremos en los hijos un placer o sintamos la necesidad
de mimarlos, sino porque ellos son el futuro de nuestro pueblo.
Estamos en camino de hacer de la familia alemana lo que fue para nuestros ascendientes,
un continuo motivo de alegría con los niños. Y aún cuando
al aumentar el número de hijos se multiplican con frecuencia las preocupaciones
de la familia, crece no obstante al mismo tiempo el sentido de la unidad, que
hace toda molestia fácilmente llevadera. Esto resulta claramente de la
estadística de divorcios. Cuanto mayor es el número de los hijos,
tanto menor es la relación que existe entre estas familias y el número
de matrimonios divorciados.
A pesar de que, por cierto, las facilidades contributivas, los subsidios a la
infancia y las subvenciones para la educación de los hijos y la intensa
ayuda práctica a la madre han logrado que las condiciones de vida se
adapten a la familia con hijos, no dejan por eso de existir ciertas preocupaciones
en una casa de numerosa prole. Una cuestión especialmente vital para
este tipo de familias es, por ejemplo, la vivienda. Sólo cuando existen
las suficientes habitaciones, puede crecer sana la prole y vivir en un ambiente
ordenado. Por eso se ha iniciado en distintas ocasiones una distribución
justa de la viviendas entre las familias con y sin hijos. Los matrimonios sin
hijos, que poseían una casa amplia, han tenido que ponerla en frecuentes
casos a disposición de familias numerosas. Y en éstos, cuando
eran por lo menos cinco los niños, se corrió con los gastos de
instalación y mudanza y se pagó además regularmente un
subsidio para hacer frente al alquiler. El 20 de abril de 1939 se promulgó
asimismo un decreto, por el que cada propietario tiene que alquilar un número
determinado de sus viviendas a familias numerosas. También en el nuevo
plan de construcciones ya no se aspira a las casas baratas, sino a las de cuatro
habitaciones, como espacio normal para una familia con hijos. En la distribución
de viviendas en las colonias de casas baratas se concede naturalmente preferencia
a las familias numerosas, y en distintas regiones se han construido colonias
dedicadas exclusivamente a este fin.
Por lo que atañe a los viajes de vacaciones se hallaban con frecuencia
desventajadas las familias numerosas, que generalmente no se los podían
permitir; pero también en este caso se han introducido modificaciones.
Ya desde 1934, los Ferrocarriles del Reich conceden rebajas a estas familias
y en los balnearios y baños de mar obtienen asimismo descuentos o se
les libera del pago de la tasa y, en ciertos casos, se les conceden también
rebajas para hacer uso de los distintos servicios de los balnearios. La Fuerza
por la Alegría ha empezado (primero en los alrededores de Hamburgo) a
proporcionar a las familias numerosas casas para pasar las vacaciones El alquiler,
que hay que pagar por este tiempo de vacaciones es tan insignificante, que todas
pueden satisfacerlo.
Nos falta espacio para enumerar cada una de las medidas que hacen más
llevadera la existencia de estas familias, aún en aquellas cosas que
parecen pequeñas y carentes de importancia. En ningún otro país
del mundo gozan estas familias de una protección tal, como la que se
les da en Alemania. Y sin embargo, quizá no sea precisamente ésta
la causa más importante de que hoy tengamos muchas familias felices con
numerosa prole y que también muchos jóvenes vean la finalidad
de su vida en constituir una grande y sana.
Lo decisivo en este proceso fue el apoyo moral a las familias numerosas y el
cambio interno que el pueblo alemán ha experimentado. Y a ello no ha
dejado de cooperar, y no en último término, la "Cruz de Honor
de las madres alemanas" que en 1938 fue concedida a todas las que tenían
cuatro y mas hijos, y el "Libro de Honor de las familias alemanas numerosas"
que a solicitud de las familias ordenadas y sanas hereditariamente se concede
como testimonio.
La educación para
ama de casa y madre de familia.
Cuando hoy se pregunta cómo es posible que en un tiempo relativamente
corto se transformara de un modo radical en Alemania la actitud frente a la
familia y que la vida dentro de ésta se desenvolviera de un modo más
natural y sano, no debe olvidarse, al lado de todas las medidas que saltan a
la vista, la educación de la mujer para ama de casa y madre de familia.
Esta empieza hoy ya en la escuela, y también en las organizaciones de
la juventud ocupa el primer plano la orientación de las muchachas hacia
los quehaceres domésticos. Después de salir de la escuela prosigue
esta preparación en el Año Obligatorio y en el Servicio de Trabajo
femenino.
Pero la instrucción definitiva se halla en manos del Servicio a la Madre
del "Servicio Social de la mujer", que ha hecho de la instrucción
fundamental de todas las jóvenes antes del matrimonio, así como
de las mujeres adultas y madres, en la economía doméstica, su
misión especial. A este objeto se han establecido desde 1934, 430 escuelas
para madres, internados y escuelas para novias, en las que se dan constantemente
cursos de cocina y costura y otros para el cuidado de enfermos y aseo de los
niños. así como para la educación de éstos y la
instalación del hogar. Desde el uno de octubre de 1934 hasta el uno de
abril de 1940 fueron instruidas en unos 134.000 cursos en números redondos,
2.530.400 participantes.
También la sección "Economía Nacional-Economía
Doméstica del "Servicio Social de la mujer" se ha impuesto
como misión el asesoramiento y la instrucción general de todas
las mujeres en los fines propios de la administración de la casa. En
los mercados y en los consultorios establecidos a tal fin se dan indicaciones
para un gobierno más acertado de aquélla y para el mejor aprovechamiento
de los víveres existentes. Además tienen lugar cursos de cocina
en los que se dan indicaciones a las mujeres, de acuerdo con el estado momentáneo
del abastecimiento.
El ama de casa en Alemania ha comprendido por cierto desde siempre la necesidad
de condimentar comidas sanas y variadas, al contrario de la mujer inglesa cuyos
conocimientos culinarios y caseros son con frecuencia tan insignificantes, que
en su cocina se emplean con exceso las conservas. La instrucción por
medio del Servicio a la Madre y el asesoramiento de la sección "Economía
Nacional-Economía Doméstica" cuidan ante todo de que la mujer
se haga cargo de las grandes medidas político económicas y de
la estrecha relación que existe entre la economía nacional y la
de su propio hogar.
En el sentido de la instrucción de la mujer para las múltiples
misiones que le incumben como madre de familia, debe comprenderse también
su inclusión en la gran organización de la Asociación de
Mujeres Nacionalsocialistas "Servicio Social de la Mujer" Aunque la
misión de la mujer esté en la casa y en la familia no debe limitarse
exclusivamente su interés espiritual a este estrecho círculo.
La mujer alemana ha participado en todas las épocas intensamente en el
destino de la nación y también hoy se halla la madre en Alemania
ante una misión, que se dirige simultáneamente hacia el exterior
y el interior, hacia el pequeño mundo de la familia y el grande de la
nación. El que ambos mundos estén en estrecha dependencia hace
del oficio de madre de familia, quizá el más completo de todos
los de la vida profesional de un pueblo, y las mujeres han ido dándose
cada vez más cuenta de esta dependencia, no sólo en sus líneas
generales sino hasta en los más pequeños detalles de su labor
diaria.
La colaboración de la mujer en la comunidad política no debe apartarla
de la familia. Esta colaboración debe ser antes bien el manantial del
que surge la fuerza que forma su felicidad. Nuestras madres aprendieron en el
pasado que no es bastante constituir una familia y dar vida a los hijos, sino
que ésta comunidad tiene que estar constantemente inspirada por nuevas
y profundas ideas. Las grandes ideas políticas y sobre la concepción
de la vida tienen que reflejarse de nuevo, transformadas y reformadas, en la
familia. Entonces queda asegurado el porvenir de ésta.