EL CUMPLEAÑOS

Trabajó toda la semana pensando en el domingo. Por fin ya era viernes, tenia dos dias para ella sola. Decidió despues de salir de su trabajo, ir a comprarse un vestido. Las tiendas estaban repletas de gente que iba y venia. Se sentía nerviosa, miraba las tiendas, las maniquis la miraban sonrientes, con sus caras de muñecas grandes, ataviadas con costosos trajes y joyas.
Su presupuesto no era mucho, no importa, se dijo, buscaré algo que realmente me guste y me quede bien, de alguna forma arreglaré lo del presupuesto, lo importante es sentirme bien. 
Se asustó ella misma por esta forma de pensar, pero el fin justificaba los medios, y ya lo había decidido. 
Desde una vitrina una maniqui diferente a las otras, la miraba como invitándola a comprar el vestido que lucía. Se detuvo, y puso más atención, la verdad que es muy lindo este vestido, se dijo, es del color justo y la tela es preciosa. 
Sin dudar más, entró decidida a la tienda. La vendedora se acercó solícita.
Paula dijo, quiero probarme el vestido rosa oscuro que hay en la vitrina.
La vendedora, buscando entre las medidas que le quedaran bien, le pasó aquél vestido. No se había equivocado, la tela era muy suave, y el color iba bien con su su piel.
Pasó al probador, se quitó la falda negra que llevaba, colgó su blusa y se puso el vestido. Se ajustaba muy bien a su cuerpo, aunque parecía un poco corto, claro que se llevaba de esa forma, además sus piernas eran bonitas y lucirían mejor con los zapatos beige con taco que habia comprado la semana anterior. 
Se lo quitó y volvió a vestir su ropa. Lo compro, le dijo a la vendedora.

Salió de la tienda sintiéndose contenta. Si darse cuenta casi, se encontró en la peluqueria. Pidió un masaje y un pequeño corte de cabello. No quiso que la peinaran, nunca le habia gustado el peinado de las peluquerias, parecian acartonados y todos iguales, ya se lo arreglaría ella misma en casa. 

Aún era temprano, pasó a un café y pidió un capuccino, mientras lo bebía, miraba pasar a la gente. Pensaba en él, en un día más sería su cumpleaños y queria regalarle algo fuera de lo común, algo que le dijera que había sido comprado especialmente para él.
Aún sin saber que compraría salió del café y muy decidida se dirigió a una tienda de regalos especiales, había de todo allí, desde muñecas chinas, hasta enormes tallados de madera.
Tenía que ser algo diferente, aunque fuera pequeño. Ya desesperaba de no encontrar algo fuera de lo común cuando lo vió. Era un pequeño caballito de mar, de cristal, de color celeste muy pálido, que descansaba sobre un cuarzo azul.
En sí, era un poema, una belleza, una pequeña joya.
Sin pensarlo dos veces lo tomó entre sus manos y sintió la fuerza que irradiaba el cristal. Quedó embobada mirándolo, no podía apartar sus ojos de él. Volvió a la realidad y lo llevó a la cajera que la miraba curiosa.
Sintió que le ardían las mejillas. 
¿Lo va a llevar? Preguntó solícita la mujer.
Si, lo llevaré, contestó Paula.
¿ Es para regalo ?
Claro que si, es para regalo, lo pone en aquella cajita de terciopelo azul, por favor.
Luego de pagar, salió de nuevo y ya directo a casa. Necesitaba descansar, la semana había sido larga y de mucho trabajo. Tenía que relajarse.
Pasó el sábado y al fin llegó el ansiado domingo. Se esmeró en su arreglo personal, se puso su vestido. Cómo le gustaba! Calzó sus zapatos, y poniéndose unas gotitas de perfume, salió.

Cuando llegó al café lo vió. Ya estaba alli, esperándola. Al verla llegar se puso de pié y la besó. 
No dejaba de mirarla. Sonrieron. Ella lo abrazó y en ese abrazo él sintió su amor, toda esa ternura que ella tenía para él.
Abrazada a él, murmuró, feliz cumpleaños mi amor !
Y mientras le entregaba el regalo, volvió a repetir FELIZ CUMPLEAÑOS MI AMOR!

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