El tren

 

¿Por qué será que a veces siento que falta un pedazo de mí ? Hace tiempo que no sé reir desde adentro, como si de pronto el peso de la vida hubiera caído implacable llenándome de sombras. Me miro al espejo, mis ojos dejaron de tener el brillo que hace algún tiempo los hacía luminosos, con esa chispa de contento que sólo dá la ilusión de un amor. Ahora están serios, sólo cumpliendo su objetivo, mirar el entorno, ya no miran desde adentro. 
Soy una desconocida que hace todos los días lo mismo. 
Como todos los días salgo camino al trabajo. El día está hermoso. Bajo a la estación del metro. La gente camina a prisa, cada uno ensimismado en sus pensamientos, mudos, indiferentes. 
El olor a café me nausea, la cafetería como siempre, está repleta de gente, pareciera que no pueden andar sin su vaso de café y por supuesto el diario del metro, que es gratuito. La lucha por un asiento en el tren es típica, empujones y rezongos hasta que finalmente todos se acomodan y empieza la monotonía del viaje por los túneles interminables de la sub terra. Saco de mi bolso el libro que hace el viaje más llevadero, tardo en abrirlo; me gusta mirar a los pasajeros, todos leen....
El vaivén del tren adormece, en mi imaginación cada sonido en los rieles es una palabra, despierta, despierta, estás viva, estás viva. Pero, ¿ lo estoy ?
¿ Cómo se sabe si se está viva o no ? 
Por la monotonía ! 
Se está vivo si sientes la monotonía, si escuchas el eco de tu propia voz esperando una respuesta que no llega, una palabra que no tiene sonido. 
Vaya, creo que hoy no es mi mejor día. Me gustaría preguntar a mi compañero de asiento, ¿ en qué piensas en este momento ? ¿ Qué locura harías si decidieras por un día hacer lo que te venga en ganas ? Seguramente recibiría una mirada interrogante, no una palabra...
Si me preguntaran a mí, diría; me iría al campo.
.- Perdón por distraerte de tus pensamientos, ¿ puedo preguntarte algo ?
.- Si, por supuesto, respondí pensando que quizás necesitara saber una dirección.
.- No quisiera que te molestara mi curiosidad, pero dime, ¿ en qué piensas ?
Miro al hombre sentado a mi lado y que de manera tan extraña me ha hecho la pregunta que yo pensaba minutos atrás. Pareciera un escritor, o algo así. Lleva un maletín en sus manos, y un libro abierto lleno de anotaciones.
.- Pienso en el silencio, en la monotonía de la vida, respondí mirándole de frente.
.- Pero también sonreías !
.- Tienes razón, sonreía porque me imaginaba en un lugar diferente a este tren, pensaba que me gustaría estar sentada bajo un árbol sin hacer nada, sólo mirar y respirar el aire de la mañana. 
.-¿ Por qué me haces esa pregunta ?
.- Quería saber si respondías de la forma que imaginé que lo harías.
.- ¿ Lo hice? Pregunté curiosa.
.- Si, dijiste todas las palabras que esperaba que dijeras.
.- ¿ Quién eres ? ¿ Me conoces ? ¿ De dónde ?
.- No importa quién soy, digamos que otro ser humano que también sueña.
Mi risa espontánea rompió el sueño de los demás pasajeros, los que nos miraron con asombro.
.- He dicho algo divertido ?
.- ! No! Al contrario ! Contesté. 
.- Se dá la casualidad de que yo pensaba preguntar lo mismo, pero no hubiera sido tan osada de hacerlo. 
Fué él quien se rió con ganas esta vez. 
.- Lo sabía! Fueron sus palabras
.- Dime algo más, te llamas Andrea, verdad ? 
.- Claro que sí, respondí pareciéndome muy normal que él supiera mi nombre. 
.- Y tú, Victor, no es así? Para él también fué normal mi pregunta, que más que éso, fué una afirmación.
En nuestra conversación se fueron pasando las estaciones a pasos agigantados, cuando me di cuenta ya era la mía. Me puse de pié y le dije; Debo bajarme ya. 
.- Adiós Victor. 
.- Adios Andrea, que estés bien. 

Bajé apresuradamente del tren, y le vi haciéndo un gesto con la mano, en señal de despedida, para luego perderse en la oscuridad del túnel.
El trabajo y la rapidez de lo cotidiano, me hicieron olvidar el extraño encuentro. Sin embargo al pensar de nuevo en ello, cuando hablamos no fué extraño, fué como un encuentro tan natural, que entonces no pensé que hablaba con álguien a quien nunca había visto antes. Su rostro moreno, su barba muy cuidadada y sus ojos, brillantes aunque con un dejo de tristeza, me fueron familiares desde el comienzo. 
Pasaron los días, como siempre, la misma bajada al tren, la misma gente de esa hora, a veces, el llanto de un saxofón en un rincón cualquiera, llenaba mi alma de melancolía a la vez que me invadía algo dulce abrigándome el alma y llenando mis sentidos de algo indefinido. 
Había pasado ya un tiempo, y aquél encuentro estaba olvidado, quizás quise intensamente ponerlo fuera de mis pensamientos, como si sólo hubiera sido otra de mis fantasías producida por el adormecimiento y la monotonía del tren.
El día amaneció muy húmedo, caía una llovizna muy suave que despertaba los deseos de una playa, de sentir el olor de los árboles, el olor a tierra húmeda. 
Subí como todos los días al tren, saqué mi libro y me dispuse a leer. De pronto escuché una voz familiar a mi lado; 
.- Buenos días Andrea, como estás hoy ?
.- Victor, qué sorpresa ! Yo estoy bien, gracias y tú ?
.- Esperando encontrarte de nuevo Andrea, pero no sabía cómo ni dónde.
Esta vez vestía jeans y una camiseta azul, un suave olor a jabón y a loción emanaba de él. Pude notar que sus ojos eran de un color marrón muy oscuro, casi negros. 
.- Te queda muy bien esa falda Andrea, como si te la hubieras puesto para un día de campo.
.- Me la he puesto de manera inconsciente, quizás pensando en éso.
.- Harías un locura Andrea?
.- Bueno, todo depende de la clase de locura a la que te refieras, contesté riendo.
.- No vayas a trabajar, dijo muy serio, vamos al campo !
La idéa lejos de parecerme absurda, me pareció muy lógica, y respondí, claro que si, por hoy, declararemos el día de la irresponsabilidad.

Las estaciones pasaban rápidas, la gente subía y bajaba, todos muy serios, muy callados. Nosotros hablábamos sin descanso, recordando nuestra juventud, compartiendo recuerdos. ¿ Recuerdos? Inventábamos historias que parecían reales. ¿ O lo eran ?
Finalmente llegamos a nuestro destino. Salimos de la estación y nos encontramos en el bosque más hermoso que jamás habíamos visto. Bosque de árboles jóvenes, muy verdes y brillantes. Los troncos muy delgados y altos se mecían con la brisa matinal. Nos rodeaba la hierba perfumada, entremezclándose con las flores silvestres. Nos sentamos junto a un pequeño arroyo, de aguas claras y tranquilas, en las que se reflejaba el cielo azul. 
Un silencio lleno de palabras se hizo entre nosotros. Nos miramos. El dijo;
.- Dime Andrea, todas esas historias que hemos compartido, todos esos recuerdos, de dónde han salido ?
.- Me extraña que me preguntes éso Victor, del mismo lugar en que tú las sigues de manera tan lógica, imaginación !
.- Andrea, es algo más que éso, es como si habláramos de un pasado que alguna vez compartimos.
.- Qué te hace pensar éso Victor ?
.- La rapidez con que contestamos preguntas, la naturalidad para recordar e hilvanar lo que hablamos.
.- Puede que tengas razón, pero no te preocupes de éso, disfrutemos de esta mañana con olor a bosque.

De manera natural, tomó mi cara entre sus manos y me besó. Fué un beso tierno y muy suave, que apenas rozó mis labios, pero que llegó a lo más profundo de mi ser.
.- Yo conocía ese beso Victor, dije quedamente.
.- Y yo la respuesta a él, contestó de la misma manera.
La mañana pasaba tranquila, paseamos por el bosque, sin cansarnos, sin sentir hambre, todo era perfecto, nada podía enturbiar ese día lleno de magia que estábamos viviendo.
Me quité las sandalias y metí los pies al agua, estaba deliciosamente fresca y tan clara que podía ver las piedrecillas de colores al fondo de ella. El hizo lo mismo, pero caminó por las piedras hasta llegar al otro lado, allí cortó una flor muy roja que crecía solitaria junto al agua. Al volver la puso en mi pelo, yo entonces, corté una rama de sauce para hacer una corona y ponerla en su cabeza, pero dí un paso en falso y caí al agua. Nuestras risas llenaron el bosque. También él se arrojó al agua, y parecíamos dos chicos riendo y mojándonos el uno al otro. 
Nuestras manos se encontraron, nos miramos reconociéndonos, nos besamos con una ternura infinita, y luego con una pasión contenida, guardada desde siempre. Sus brazos me apretaron con más fuerza, entonces, no hicimos el amor, porque el amor no se hace, se siente. La entrega fué absoluta, plena, sin remordimientos, sin una duda, sin una sombra que se interpusiera entre nosotros. 
El cielo pareció abrirse a la luz total, sólo luz nos rodeaba.
.- Te amo Andrea, siempre te he amado.
.- Te amo Victor, te esperé por mucho tiempo.
Nos quedamos sobre la hierba perfumada mirando por entre los árboles el cielo profundamente azul. Todo iba lentamente cambiando de color, como si un pintor muy sabio, diera pinceladas muy suaves y poniendo mucha luz al mismo tiempo en cada una de ellas. 
Su mano tomó la mía, buscó mis ojos y sin hablar, sólo en un suspiro dijo;
.- Te amo Andrea.
Mis ojos en los suyos. Mi vida en la suya.
.- Te amo Victor.

...En alguna parte de la gran cuidad, las noticias hablaban del espantoso choque del metro, del cual...no hubo sobrevivientes...


Septiembre-19-2001

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