La compañera

 

El día se presagiaba lluvioso, de esos días en que quisiera sólo sentarme frente a la ventana y mirar sin ver, mirar hacia dentro de mí misma. Cuantas cosas encontraría allí. Sería como abrir un viejo baúl, olvidado en el sótano, al que rodean las sombras y las telas de arañas.
La tentación es mucha. Estoy sola, nada me impide sentarme frente a la ventana. Acerco una silla, me siento en ella muy derecha, con las manos juntas en mi regazo. Miro hacia afuera, el pasto empieza a ponerse verde, pienso cuando todo esté lleno de flores...
..¿Pienso? ¿Por qué pienso? No debería hacerlo, así no podré llegar a concentrarme. Me levanto. Pongo música .....ahhh. ..si, mucho mejor. Me acerco a la mesita y tomo un cigarrillo....No, no volveré a fumar. Vuelvo a dejarlo donde estaba. Miro a mi alrededor. Al fin lo decido. Me siento en el suelo, con la espalda apoyada en el sofá. Siento que los párpados me pesan. Parece que algo me pasa en los ojos, deben estar cansados, porque veo, sobre cada ceja, hacia el lado de mis sienes, como arcoiris. Muevo los ojos, miro, busco, pensando que algún rayo de sol hace este efecto. Nada. El día sigue tan gris como antes, sin embargo, esos destellos iridiscentes siguen, cada vez mas nítidos. 

Miro hacia fuera, el límite de mi patio ha desaparecido. Sólo veo inmensidad. Siento que ya no puedo detenerme. Miro hacia la figura sentada en el suelo...le hago un gesto aunque no muevo ni un músculo, y camino a lo que me espera. Muchas imágenes van pasando ante mis ojos, sin necesidad de hablar me comunico con ellas. Las voy dejando atrás. 
Mi paso se acelera, hasta convertirse en un vuelo. Cruzo sobre el océano.....todo va a una velocidad vertiginosa, sin embargo, cada detalle queda grabado a fuego dentro de mi. ¿De mi? ¿Es que ésta soy yo? 
No pienses. Sigue sin preguntas. No divagues. Mira. Aprende a ver cuando miras. El llanto de un bebé. Me acerco a mirarlo. Su carita me es conocida. Siento ternuras aunque mezcladas con penas. Quisiera decirle: 
¿Sabes que vida has escogido? No. No puedo decirlo, ya lo hizo, aún sabiendo lo que le esperaba.
Es una niña. ¿Yo ?


Risas, llantos, palabras, todo como un eco. El viaje cada vez esta más cercano. ¿Cercano a que? No sé. No preguntes. Mira. Entonces la veo. 
Alli está ella. Una mujer. Anciana. Sola. Me acerco, no puede verme, aunque si, presentirme. A pesar de su años, veo sus ojos brillantes y jóvenes. Su sonrisa, mezcla de nostalgias y picardía. La seguiré. Me dá curiosidad. 
Ella camina sola. Mira atentamente todo a su alrededor. Se acerca a un árbol y se abraza a él, cerrando los ojos, aspirando la energía del gigante. Sigue su camino. Mira el río. Sonríe. Se sienta a la orilla, y su mano juega con el agua que corre sin destino. El tiempo se ha detenido para ella. También el agua. Todo. ¿Todo? Si, menos la vida. 


Se quita un anillo y lo arroja al agua. Luego otro. Toca una cadena que lleva al cuello, la aprisiona entre sus dedos. Siente que los sueños están en ese pendiente de cristal azul. No. Esa cadena de plata seguirá con ella, porque si la dejara, también dejaría sus sueños. Los sueños. Penden de finos hilos de plata. 
¿Todos? Todos! 
La mujer vuelve tranquila a su casa. La casa vacía. Ha dejado ir todo lo material, sólo un banco de madera frente a la ventana, en el que se sienta a pensar. Saca su único plato, y pone algunas papas secas, las que come como si fueran un manjar. Siempre mirando por la ventana, siempre sonriendo. En su mirada se refleja una figura. Lejana. Amada. Cae una lágrima. Quisiera decirle que no hay tiempo de llorar. No puedo. No debo. Si llora, es porque debe llorar. Sus lágrimas desaparecen. Sus ojos ven figuras cercanas. Hijos. Hogar. Lo que ha sido su vida. 

Mira mas profundamente. Abre sus oidos para ecuchar lo que dicen. No puede. 
Voces...mami.....mami.....sus hijos. 

¿Fué muy difícil entenderla? 
¿Es difícil entender a quién es más importante un sueño que los problemas de la vida, mucho más importante que todo lo material?

Ya oscurece. Se levanta y va hacia afuera. Junto a la puerta hay una gran maceta con una planta. A duras penas logra sacar la planta. Envuelve la raiz con maternal cuidado, y la arrastra hasta la tierra mojada de lluvia. La deja alli. Se arrodilla en la tierra. La toma entre sus manos, se llena de ella. Pasa la tierra mojada por su rostro, por su cuello, y luego se tiende sobre ella en un sollozo profundo, dejando escapar en él, su alma. ¿Sus sueños? 

La observo. No puedo hacer nada. Sin embargo me acerco a ella, y le traspaso parte de mi energía. 
Se levanta. Mira hacia el cielo. La luna. Siempre la luna. Le sonríe esta vez. Ambas se sonríen. Con paso seguro vuelve a casa. Se tiende en una sábana blanca que ha dejado en el suelo. En sus manos, un libro lleno de sueños y enredado en el, una cadena y un cristal azul. Se envuelve en la sábana, desapareciendo en ella. Ha viajado con sus sueños...hacia sus sueños. Miles de estrellitas, suben hacia lo alto...buscando integrarse a la Luz. 

Siento que doy un salto. Es  mi gato, quién se pasea tratando de llamar mi atención para que le dé comida. Estoy desconcertada. ¿Qué pasó? ¿Acaso me dormí? 
Las luces que antes veía ya no están. La lluvia ha cesado. Sale de nuevo el sol...

Nov-2001

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