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Circulo Bolivariano
"Tnte. José Alberto Carregal Cruz"
1967 . 1992
"Una muerte gloriosa triunfa sobre el tiempo y prolonga la sublime existencia hasta la más remota posteridad:..."
Simón Bolívar
El asesinato de José Alberto Carregal Cruz
Tenemos en nuestro poder un teniente herido.
"Jodan a esos carajos" - contestó el
Comisario "Tomás". Su voz pasó a través del aire y fue recogida no
sólo por la funcionaria de la DISIP que le había llamado; no, también penetró
en el grabador de varios aficionados que desde varias horas antes, grababan
todas las órdenes y comentarios que oían la madrugada del 4 de febrero de
1992.
La funcionaria se volteó hacia José Alberto
Carregal Cruz, quien, sin imaginarse lo que sucedería, revisaba una vez más la
herida que tenía en la pierna derecha. La mujer alzó la sub-ametralladora UZI,
la giró hacia el joven de 24 años; el sub-teniente levantó la cara para ver a
su asesina e instintivamente levantó su brazo para taparse la cara: ésta
disparó una ráfaga desde su altura y 9 proyectiles entraron entre la cabeza y
la cara del oficial del ejército venezolano. Penetraron el cráneo, la frente,
el lagrimal izquierdo y el resto destrozó el maxilar del mismo lado. Otro
proyectil descendió hasta el pulmón y lo hizo estallar; el brazo izquierdo y
la rodilla del mismo costado recibieron también sus respectivos impactos. Un
balazo en la pierna derecha, único sitio donde el cadáver presenta un
hematoma, señal de vida, hecho por un fusil, evidencia en forma clara y sin
lugar a dudas que el sub-teniente estaba herido en el momento en que fue
masacrado. Todos los disparos hechos por la ametralladora fueron a quemarropa,
es decir, a pocos centímetros; los centímetros que separaban a la funcionaria
del joven recostado del árbol, allí cerca del parque infantil, al noreste de
la casa presidencial.
Un sargento que presenció el crimen recuerda
"el pelo claro que salía debajo del casco que tenía puesto la
mujer". Estaba vestida de gris metálico y era corpulenta, agregó.
El comisario "Tomás" fue destituido,
cuestión que evidencia el conocimiento que tienen sus superiores de la orden
que dio. Nada más.
Tanto el Capitán Rodríguez Torres, como el Teniente
Calatayud vieron vivo y herido al Sub-teniente Carregal Cruz. Rodríguez Torres
lo resume así: "En ese momento (a las 4:30 aproximadamente del 4 de
febrero) se acercó un soldado para informarme que el Sub-teniente Carregal Cruz
no podía acercarse ya que estaba herido en una pierna, de hecho, cuando yo
andaba ordenando el alto al fuego, Carregal me hizo una señal con el brazo,
indicándome que tenía su sector controlado. El se encontraba
arrodillado". Por su parte el Teniente Calatayud, quien es señalado por el
Capitán Rodríguez Torres como uno de los oficiales que reorganizó las tropas
y ayudó a recoger los heridos, momentos antes de que las fuerzas bolivarianas
realizaran el acuerdo de rendición, no entendió inicialmente que aquel joven
con la cara destrozada que depositó en una ambulancia la mañana del 4 de
febrero, pudiera ser el Sub-teniente José Alberto Carregal Cruz, ya que él lo
había visto herido, pero vivo, un poco antes.
José Alberto Carregal Cruz nació el 31 de marzo de
1967, en Caracas. Sus padres son gallegos, de esos emigrantes que tomaron a
nuestro país como su patria y no sólo emprendieron su vida sentimental,
familiar, sino también económica y social, en Venezuela. El señor Saturio
Carregal tuvo que ver varias veces el cadáver de su hijo: no lo reconocía, ni
lo aceptaba. Su esposa, Dolores -Lola para sus amigos- Cruz de Carregal, además
del dolor de sentir que un hijo es rematado después de entregarse desarmado a
una funcionaria del Estado venezolano democrático, tiene miedo. El pánico que
sólo se supone que debe producir una dictadura. Teme por la vida de su otro
hijo, por la de su nuera -Suyin Fernández Ascanio de Carregal- y de su nieta.
Tal es su miedo que no han podido emprender la investigación del asesinato del
Sub-teniente, por ello, el arquitecto y profesor universitario, Nedo Paniz, es
quien ha hecho el seguimiento de las investigaciones y ha pedido justicia a través
de cartas y esquelas publicadas en diferentes diarios.
PIDO JUSTICIA
El arquitecto Paniz no sólo pidió esta justicia pública,
también fue en nombre de la familia Carregal Cruz a los tribunales, al sitio
donde asesinaron a su joven amigo, hasta lograr que su cuerpo fuera exhumado y
probara que el Sub-teniente fue acribillado. Hoy nadie duda de su asesinato, el
problema es cómo probar que la asesina tiene un nombre y que debe ser detenida
y pagar el que no parece ser su único crimen. Se habla incluso de la existencia
de un video donde se ve a la funcionaria del régimen democrático venezolano,
patear a mansalva a un estudiante en el suelo y después, fríamente, sacar su
arma de reglamento y disparar al joven, rematarlo en el suelo. No parece cuento
esta versión, si a ella le engranamos la orden "jodan a ese carajo"
que sin prejuicio de ningún tipo se envió a través de un radio y que fue
recibida como natural, no forzada, no trajo ni siquiera "discusión de la
orden". A ello le agregamos que podría formar parte de una política
represiva o ¿acaso, el Presidente Pérez no niega olímpicamente las muertes de
estudiantes el mismo día que estaban enterrando al hijo del propio Jefe de
Prensa de la Dirección Nacional de su partido? ¿Cuál es la naturaleza de un
Estado donde un policía dispara perdigones a la vagina de una adolescente por
participar o estar cerca de una manifestación en la urbanización donde habita
o, ese mismo día, un representante de la ley del Estado democrático se baja
los pantalones ante los manifestantes para decir "yo si tengo bolas" o
amarran a un joven a un camión lanza-agua para que los manifestantes lo
apedreen?
El Sub-teniente Alberto Carregal Cruz no pertenecía
al movimiento Bolivariano, o por lo menos no estaba programado que participara
en las acciones que sucedieron entre el 3 y el 4 de febrero de 1992.
Simplemente, el día 3, como a las ocho de la noche se da cuenta de que sus
compañeros se están organizando para salir. Presume que se trata de un
entrenamiento que preparaban para efectuar en El Pao. Insiste en saber y el
Sub-teniente Julio César Uzcátegui le aclara que no van para ese sitio y que
una rebelión va a producirse en pocas horas; esta es la verdadera razón de la
movilización. Carregal Cruz se indigna: el quiere participar. Lo dice a voces,
lo repite de un lado a otro y el Comandante Acosta Chirinos, incluso llega a
pedir que lo amarren y lo aíslen porque su insistencia puede ser oída.
Carregal no se conforma con esa orden y grita aún más. Quizás la duda que tenía
el Comandante Yoel Acosta Chirinos era que el Sub-teniente podría peligrar al
incorporarse en el último momento; no se sabe, lo que sí está claro es que la
situación que se presentó fue tal, que la orden fue revocada y el propio
Acosta entre serio y entre broma dijo: "suéltenlo y que se vaya para el
Batallón Briceño". Cosas de la vida y de la muerte, el joven al entrar al
autobús le dice a su amigo, el Sub-teniente Uzcátegui: "Julio, si me pasa
algo cuídame a Suyín y a la niña".
El ejército venezolano perdió a un joven que tenía
fama de cumplir órdenes con toda entereza; encargado de la Compañía de
Transporte, lograba mantener en servicio a camiones con casi 30 años de
funcionamiento, un oficial que dijo, el jueves antes de ser asesinado por el régimen
que pretende que sus compañeros militares defiendan porque "se trata de
democracia" apretando el uniforme de su Batallón: "Nedo es que tú no
sabes cuánto amo yo esto". Era uno de los jóvenes con mayor futuro en el
paracaidismo acrobático. El único Sub-teniente de su promoción que ostentaba
la Barra de Honor al Mérito. Excelente amigo, compañero querido, buen padre,
esposo responsable, afectuoso, leal... tenía poco que buscar entre los valores
que manejan quienes dirigen la democracia venezolana.
El rostro de una mujer, sacado de un impreso, está
pegado en una cartelera que tienen los militares detenidos en el Cuartel San
Carlos. Es joven, tiene el pelo rubio, es de contextura fuerte. Ha trabajado en
la DISIP pero pasó a formar parte de la Policía del Distrito Sucre, policía
que según algunos conocedores de la materia ha recibido a exfuncionarios de la
DISIP de origen políticamente copeyano. Debajo del impreso y escrito por los
militares bolivarianos reza un nombre: LAURA DE ARMAS. Nota:
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Domingo, 20 de Mayo de 2007 12:46:55 p.m.
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