M ientras escribía esta historia me sucedieron cosas muy extrañas que sólo cesaron cuando conseguí terminar el relato y todas ellas aquí narradas. Al principio no daba crédito a lo que veía pero ahora se que hay cosas que no se deben de hacer, ahora estoy dispuesto a creer.

" " O U I J A " "

-Yo no creo en esas cosas, además ya es tarde y debemos irnos o nos volverán a castigar.

-Vamos, no pasará nada. Probemos tan solo una vez.

El sol ya casi se había puesto en aquella hermosa y cálida tarde de primavera y los últimos rayos se reflejaban a través de los altos y fuertes robles. En aquellos días habían comenzado a crecer las florecillas silvestres y el viento de la noche arrastraba las hojas secas caídas en invierno. En lo más profundo del bosque podía verse un claro en el que cuatro chicos estaban sentados alrededor de una pequeña lumbre.
-Vamos Clara no tendrás miedo a los espíritus.
-No es eso, yo sólo digo que si no nos ponemos ahora en camino llegaremos tarde, y no estoy dispuesta a quedarme sin excursión.
Mientras los demás discutían, Kike comenzó a dibujar cuidadosamente, en un trozo de madera, cada una de las letras que componen el abecedario y los números del 0 al 9 formando un circulo cerrado. Escribió también "si" y "no", "hola" y "adiós", "no lo se" y "tal vez", y terminó la tabla con un circulo en el centro y una cruz dentro del círculo.

-Esto ya esta, chicos. Ahora sólo falta una moneda y que os decidáis de una vez.
-Ya nos hemos decidido, Clara y Ana se quedarán por lo menos media hora más. -intervino Pedro.
-Bien, ¿quién tiene una moneda?.
Todos buscaron en sus bolsillos y por fin Ana encontró una moneda de 25 pts.
-No pasará nada si tiene un agujero en el medio, ¿verdad?.
-No- respondió Kike entre risas -pero ahora debemos estar serios si queremos que no ocurra nada malo. Os diré que es lo que debéis de hacer.
Lo primero es no quitar el dedo de la moneda hasta que no se vaya el espíritu, tampoco tenéis que reíros de él, eso nunca. Podéis preguntar cualquier cosa menos todo lo relacionado con la muerte. Y tenéis que quitaros los crucifijos para poder empezar. Se colocaron a un lado de la hoguera sentados alrededor de la tabla y pusieron la moneda en el centro, dentro de círculo. Antes de comenzar se quitaron las cruces e imágenes religiosas, y colocaron un dedo sujetando la moneda de tal manera que pudiese moverse.
"Se oyó un fuerte golpe como si algo se hubiese caído, pero no era en esta habitación, el ruido provenía del salón, dejé la pluma y los folios sobre la mesa y fui a ver que es lo que había pasado.

­¡Oh no!- exclame, el ruido era del cuadro que colgaba en la pared del salón se había soltado y todo estaba cubierto de cristales. Recogí la lámina y todos los cristales sin evitar cortarme. Con un suspiro me senté de nuevo en la silla de mi cuarto de trabajo para continuar el relato. Pero cuando llegue a la habitación comprobé que la ventana estaba medio abierta, a pesar de que yo siempre la dejo cerrada, y tuve la tentación de asomarme un momento. Exacto, olía a primavera, a flores, a alergias y estornudos, a espíritus. Si, la llegada de la primavera despierta a los espíritus y es la época en la que la brujería es más activa. Por eso estoy aquí escribiendo esta historia para que os deis cuenta de que el espiritismo, y sobre todo en primavera, es peligroso. Cerrando la ventana y asegurándome de que no se volviese a abrir proseguí a continuar mi relato, sin notar nada raro todavía."

-¿Hay algún espíritu aquí?
-¿Hay algún espíritu aquí?- repitió Kike
Todos miraban pacientemente la moneda con la esperanza de que se moviese, y aunque estaban un poco nerviosos habían prometido no quitar el dedo pasase lo que pasase. Después de varios intentos comenzaron a desanimarse.
-Nada, no se mueve, esto no funciona.- Clara tenía ganas de marcharse a casa, no le había gustado mucho la idea de probar la "ouija", es más, había sido Pedro quien quería hacerla y los demás le habían apoyado- venga vámonos, aquí no hay ningún espíritu.
Ya estaban decididos a marcharse cuando la moneda comenzó a moverse dirigiéndose al "hola". Ana se asustó y quitó el dedo
-Se ha movido, mirad se ha movido- dijo asustada.
-NOOOO- gritó Pedro- El espíritu ha quedado fuera.

"La ventana se abrió otra vez, y un viento helado inundó la habitación.

­¡Pero que pasa aquí!- grité.

Me levanté enfurecido e intenté cerrarla, pero cuando me acerqué a ella oí un susurro que repitió varias veces: El espíritu ha quedado fuera, el espíritu ha quedado fuera, y la cerré de golpe.

-Esto no es normal, mejor será que lo deje para mañana, tendré que arreglar esa dichosa ventana pero ahora estoy cansado-

Apagué la luz y me eché a dormir. Quizá fue un sueño o tan sólo mi imaginación, pero cuando estaba a punto de dormirme sentí un aire fresco como si la ventana se hubiese vuelto a abrir. Abrí los ojos y todo seguía tal y como lo había dejado. Me di media vuelta y cerré otra vez los ojos. Aquella fue una noche horrible pues tuve la sensación de que algo o alguien estaba dentro de la habitación y no paraba de repetir: el espíritu ha quedado fuera, el espíritu.. y en cuanto abría los ojos ya no oía nada. Creo que pude dormir cuatro horas."

-Ves lo que has hecho- Pedro estaba furioso.
-Vamos no te pongas así, seguro que la estabais moviendo vosotros.
-Chicos mirad- Kike y Clara aún tenían su dedo puesto en la moneda- está intentando decir algo.
N-O P-O-D-R-E-I-S V-O-L-V-E-R A-T-R-A-S

Un viento helado pasó por alrededor de los chicos que se habían quedado paralizados.

-¿Y ahora que hacemos?- preguntaron las chicas -no podemos dejar esto así, ¡no!
-Será mejor que nos vayamos a casa, ahora no podemos hacer nada- dijo Kike algo preocupado.
Ya era completamente de noche y una luna llena iluminaba el claro. Apagaron el fuego y emprendieron la marcha a casa. Todos iban cogidos de la mano y caminaban formando una fila, pues no querían salir del camino o se perderían en el bosque. Había pasado una hora y parecía que no habían avanzado nada, es más, a pesar de que se sentían cansados y no dejaban de mover las piernas, el suelo no se movía bajo sus pies.
-Que sucede- llevamos una hora caminando y aun no nos hemos movido.
-Es obra del espíritu- aclaró Kike -pero tampoco nos podemos quedar parados, pues podría ocurrir algo peor, en cuanto él quiera nos dejará mover.
-Y que sucede si no quiere, acaso debemos seguir sus ordenes.
-Ana, tu eres la menos indicada para hablar, después de todo fuiste tú quien quitó el dedo, quien dejó al espíritu fuera y además era tuya la moneda.
-Será mejor que dejéis de discutir, así no arregláis nada.
Los chicos siguieron caminando sin llegar a avanzar, hasta que Kike reaccionó.
­¡Claro, la moneda! como no se me había ocurrido.
-¿Qué pasa? preguntaron todos al tiempo.
-El espíritu sigue a la moneda nada más salir, pues es de lo que se vale para guiarse. -Kike era el que más sabía del tema -Ana será mejor que tires la moneda lo más lejos que puedas.
Ana arrojó la moneda todo lo lejos que pudo, perdiéndose entre los árboles del bosque, en ese momento comenzaron a avanzar. Y no dejaron de hacerlo hasta que llegaron a casa. Esa noche ninguno pudo dormir, se despertaban extrañados en la oscuridad como oyendo que alguien les hablaba pero sin entender lo que les decía. A la mañana siguiente se reunieron en el patio del colegio.
-Como estáis, chicos- exclamó Kike con una sonrisa forzada.
-Yo tengo mucho sueño- bostezo Ana- casi no he podido dormir.
-Eso nos ha pasado a todos- dijo Pedro con otro bostezo.
-Venga entremos en clase y luego hablaremos de lo que vamos a hacer, porque esto no puede quedar así.
-Ahhhhhh

"-¡Que susto me has dado!. Vamos Milú sal de aquí.
Milú, mi gato, había saltado de repente y me había asustado. Lo empujó a un lado y al tocarlo sentí que tenía el pelo erizado y estaba temblando.
-¿Qué te pasa Milú? ¿Qué te asusta?-
inmediatamente se puso a mi lado y se tranquilizó un rato, pero no dejaba de mirar al vacío. Yo sabía que le pasaba, ya desde por la mañana había notado la presencia de algo pero sólo en la habitación, incluso notaba que estaba más fría que el resto de la casa.
-Venga, dejaré que te quedes aquí.
En cuanto le dije esto salió corriendo de la habitación, yo no sabía que hacer pues esto pasaba de castaño oscuro. El resto de la mañana la pase buscando a Milú por todo el vecindario y no conseguí encontrarlo. Ya rendido me recosté en el sofá. Todas las cosas extrañas que estaban sucediendo habían comenzado con la caída del cuadro.
-Y yo en esos momentos estaba...
-Que raro justo momentos antes había comenzado a escribir el relato y fue justo cuando...
-¡No, esto no puede ser!, lo que pasa es que Milú no se debe encontrar a gusto en esta casa.
Hacía poco que me había mudado he incluso os podría decir que no me hablaron demasiado bien de ella. Era la única casa baja de toda la urbanización y no se atrevían a tirarla pues decían que estaba embrujada, pero yo no les hice caso y pensé que quizá podría ser un cultivo para mis escasas ideas que escribiría en mis libros. Ahora que estaba más relajado pensé escribir un poco más antes de comer."

-¡Que asco!-
Ana se asustó y se apartó a un lado
-¡Es una rata muerta!.
-¿Quién la habrá tirado?. No tiene ninguna gracia -gritó Pedro.
Contemplaron al animal por algún momento y Pedro se dio cuenta de que había una especie de mensaje en una de las patas delanteras.
-¡Que es esto!-
se acercó a la rata y cogió el papel manchado de sangre. Al abrirlo leyó una frase que parecía escrita con hojas y tierra.
NO PODREIS REGRESAR ATRAS ME HE APODERADO DE VOSOTROS .
Después de las clases se reunieron en una esquina del patio y comenzaron a pensar que es lo que debían de hacer.
-Bien, como ya habéis visto un espíritu, que no sabemos quien es, ha quedado fuera y como nosotros lo hemos sacado nos gastará este tipo de bromas o incluso peores, hasta que no consigamos que vuelva a su lugar de origen.
-¿Y cómo conseguiremos eso, Kike?
-No lo se.
-Yo estuve pensando en lo último que dijo ayer- resaltó Pedro
-"No podréis volver atrás".
Y fijaos también en este mensaje
"Me he apoderado de vosotros".
He pensado que quizá signifique que no podemos volver a la tabla para hacer que regrese porque él nos lo impedirá asustándonos con esta tontería de que se ha apoderado de nosotros.
-¡Pedro no digas eso! -
Clara se asustaba fácilmente y le afectaba mucho todo lo que estaba ocurriendo
-Vamos Pedro, entonces ¿porqué en el bosque no nos podíamos mover?.
-Venga dejarlo ya, estas cosas no se arreglan hablando, hay que actuar y rápido, porque yo he oído todo tipo de cosas sobre la ouija y los espíritus que quedan libres.
-Si, a mi me contaron que una vez unos chicos hicieron la tabla y el espíritu quedó fuera. Durante varios meses a cada componente de la tabla le sucedieron cosas extrañas repetidas veces hasta que un cura les bendijo y les mandó rezar varias oraciones a cada uno, entonces todo cesó- Clara pensó en avisar al cura del pueblo antes de que ocurriera nada pero los demás no estaban de acuerdo en contárselo a alguien, y menos a ese cura que les echaría la bronca porque llevaban varios domingos sin ir a misa.
-Primero intentaremos lo que ha dicho Pedro, así que será mejor volver esta noche al bosque y con la misma tabla y la misma moneda hacer que el espíritu vuelva y nos deje en paz.
-Yo creo que es lo mejor -Pedro se dirigió a Ana con una mirada amenazadora pues todavía no había dicho nada- ¿Tú no tienes nada que decir? después de todo tú nos metiste en este lío ¿no?
-Vamos no discutáis que así no se arregla nada -
defendió Clara
-Déjale, si tiene razón, yo tengo la culpa de lo ocurrido por quitar el dedo, pero prometo que no volverá a pasar, esta vez yo seré la que llamará al espíritu.
-Bien, ahora volvamos a casa y tener cuidado de no hacer caso a los desconocidos y no os asustéis si no encontráis algo porque aparecerá en el lugar que menos esperéis.
Pedro tiró el papel, que todavía tenía en su mano y se despidió. El resto levantaron el brazo y se marcharon cada uno por su lado. Pedro vivía cerca del colegio. Clara y Kike vivían en el mismo piso por detrás del patio del colegio pero Ana tenía que realizar un largo camino sola hasta llegar a casa.

"Era la hora del almuerzo y decidí salir a dar un paseo y alejarme un poco del vecindario, ya que Milú no había llegado y estaba preocupado. A estas horas no pasaba mucha gente por la gran avenida que separaba mi casa del centro. Vi varios gatos, algún perro e incluso una niña con un camaleón en el hombro, pero no vi a Milú por ningún lado. En el camino me encontré con una joven de unos 16 años que venía del colegio pues llevaba un uniforme y una mochila. De lejos me parecía una chica como tantas otras, pero a medida que se acercaba me fui dando cuenta de que se me parecía a Ana, mi personaje del relato, y por curiosidad me acerqué a ella para preguntarle su nombre. Cuando me aproximé me miró con una cara muy pálida y dando un pequeño chillido echó a correr en otra dirección. Quedé totalmente perplejo, e incluso podría deciros que yo también me asusté, pero después de todo lo que había sucedido en este último día decidí seguir con mi paseo. Pensando otra vez en aquella chica me di cuenta de que quizá Milú pudiese estar en el patio del colegio que estaba en la siguiente manzana. A Milú le encantan los niños y se me ha escapado varias veces desde que averiguó donde estaba el colegio por eso decidí acercarme hasta allí. Después de andar un largo camino crucé por delante del colegio y fui directamente a la puerta de entrada al patio. Exacto como yo imaginaba allí estaba Milú. Era raro ver que no estaba jugando con algún niño pero se entretenía con algo.

-Miluuuu, Miluuuu.-
En cuanto me escuchó llamarle se acercó dando saltos de alegría, o por lo menos eso creía yo porque en cuanto lo cogí para llevarlo otra vez a casa me arañó la cara y se escurrió entre mis brazos dando un fuerte maullido.
-Ahhhhh condenado gato.
Lo último que vi de él fue su cola desaparecer tras una esquina. -Bien, grité no vuelvas, no hacías más que llenarme la casa de pelos. Me di la vuelta para marcharme pero quise ver primero que era con lo que había estado jugando Milú. Así que fui hasta el final del patio. Al principio me parecía un pelota de goma, cuando me acerqué más cambié de opinión y me di cuenta de que era una bola de lana pero ya a pocos metros vi que estaba equivocado aquello era exactamente... ¡Una rata muerta!.
-No puede ser- rápidamente me toqué con cuidado la herida que tenía en la cara y sólo pude decir
- ¡Que asco!.
Miré a mi alrededor como buscando algo que me demostrara mi evidencia, y como yo pensaba, en un rincón del patio vi un papel manchado de sangre. Me estaba empezando a asustar y todo mi cuerpo comenzó a temblar, di la vuelta de regreso a casa lo más rápido que pude. Me había dado cuenta de lo que ocurría. ¡El espíritu ha quedado fuera! y yo era el único autor de los hechos. Cuando me acercaba a casa noté un aire cálido que traía un fuerte olor a goma quemada. Temía lo peor, pero no me asusté, estaba demasiado nervioso como para ponerme a pensar, sólo quería llegar a casa lo más rápido posible. Al lado de mi casa encontré a todos los vecinos alrededor de dos coches que estaban ardiendo y el camión de los bomberos llegaba en ese momento. Varios vecinos me avisaron para que retirara mi coche pero antes de hacerlo vi a aquella chica con sus padres desesperados porque su coche era uno del los que se estaba quemando. Me quedé mirándola atónito. Esta vez estaba seguro de que era Ana. Inmediatamente entré a toda prisa a mi casa para terminar el relato. Me había dado cuenta de lo que sucedía, ya nada podía impedirme que escribiese el final."

Por la tarde antes de que comenzara a anochecer a la entrada del bosque ya estaban Clara, Pedro y Kike esperando a Ana.

-Por allí viene- señaló Clara con el dedo- parece asustada ¿qué le habrá pasado?.
Ana llegó jadeando y con una señal indicó a los chicos para que fueran caminando.
-¿Qué ha pasado?- preguntó Kike.
-Veréis, ayer cuando iba para casa me encontré con un señor que no conocía de nada, aunque su cara me sonaba de algo, y me preguntó como me llamaba, yo no contesté y me marché corriendo -Ya más descansada continuó diciendo- y cuando llegué a casa encontré a mis padre gritando porque ¡se estaba quemando nuestro coche!.
-¡Que!- gritaron todos sorprendidos.
-Si, llegaron los bomberos y apagaron las llamas, pero las ruedas y la tapicería quedaron quemadas. Cuando me di la vuelta vi al señor de antes que me miraba fijamente, luego me pareció que decía algo en voz baja, y por último y para asombro de todos se marchó a su casa corriendo y sin quitar el coche.
-Estoy segura de que sabe algo de lo nuestro, su actitud me dio que pesar, y seguro que sabe de brujería pues es el único que se ha atrevido a vivir en la casa embrujada después de lo que sucedió con aquella familia.
-Tenemos que frenar esto cuanto antes.- cortó Kike.
-Todo ha sido obra del espíritu, verdad -Clara comenzó a asustarse.
-Ahora lo comprobaremos- añadió Pedro decidido a volver a la tabla.
Habían llegado al claro y a pesar de la agradable noche en aquel lugar soplaba el viento fuertemente. Nadie se sorprendió, pues ya habían sucedido cosas más raras que esas y más estando es el bosque y en el lugar donde estaban. Buscaron la tabla y se colocaron en el mismo lugar que la noche anterior pues todavía quedaban restos de la hoguera. Ya nadie dijo nada, todos se quitaron sus crucifijos y Ana sacó una moneda del bolsillo y la colocó en el centro del círculo. Todos pusieron un dedo en ella y esta vez fue Ana la que comenzó a hablar.
-¿Espíritu estas aquí?
-¿Espíritu estas aquí?
No sucedió nada.
-Todo tiene que ser como la última vez -dijo Pedro- así que tiene que ser Kike el que hable.
Ana estuvo de acuerdo y Kike preguntó:
-¿Hay algún espíritu aquí?- y de nuevo
-¿Hay algún espíritu aquí?
Después de varios intentos probó Pedro y como no sucedía nada lo intentó Clara. Probaron todos por segunda vez y después de varios veces Kike se dio cuenta de que algo fallaba.
-Quizá estemos mal colocados- intervino- tendremos que probar en otro orden.
Todos se cambiaron de sitio varias veces y volvieron a repetir la pregunta, pero nada aquello era imposible, allí no sucedía nada.
-Que es lo que falla tiene que haber algo.
-Ya se -dijo Clara interrumpiendo a Kike -recordáis lo que decía en el papel de la rata, es eso, no podemos hacer nada porque el espíritu nos domina.
-No digas tonterías, un espíritu no puede dominar a los vivos ¿verdad?- dudando Pedro preguntó a Kike.
-No lo se, nunca había pasado. Pero yo sigo pensando que tiene que haber algo cambiado que nos impide volver atrás. Será mejor que analicemos todo lentamente.
Los chicos comenzaron a mirarse unos a otros buscando que es lo que podía fallar, y a pesar de mirar y remirar no encontraban nada. Casi rendidos comenzaron a sentir frío pues el viento soplaba helado y con fuerza.

"Una ráfaga de viento sopló tan fuerte que abrió la ventana de golpe y al mismo tiempo escuché un maullido. Mi cuerpo empezó a temblar. Giré la silla y descubrí a Milú que me miraba mientras iba entrando sigilosamente en la habitación. Yo no sabía que hacer, estaba paralizado, no quería creerlo pero tenía miedo de mi propio gato. Vigilando detenidamente todos sus movimientos me atreví a preguntar:

-¿Dónde has estado, Milú?
El gato se acercó a mis pies y agachó la cabeza, luego se marchó y yo lo seguí con la mirada hasta que sentí como salía por la portezuela que había en la puerta de entrada. Miré a mis pies y descubrí un pequeño montoncito de tierra en el que después de fijarme un poco vi que algo brillaba. Al remover la tierra encontré una moneda de cinco duros, y en seguida me di cuenta de que era lo que les fallaba a los chicos, la moneda era lo que estaba cambiado en la tabla. Volví a escuchar a Milú entrar en casa y se me ocurrió algo que era necesario que hiciese. Cuando Milú se acercó le coloqué la moneda en la boca y le dije señalando a la calle:
-Corre Milú, corre. Tenemos que ayudar a los chicos. Como me esperaba en cuanto Milú escuchó la palabra chicos dio un salto y salió corriendo por la ventana. Inmediatamente después seguí escribiendo."
El sol comenzaba a ocultarse y la noche amanecía oscureciendo todo a su paso. Dentro del bosque la noche se mostraba todavía más cerrada, pero los chicos no perdían su esperanza y seguían probando una y mil formas para llamar al espíritu. Todos estaban hambrientos y muertos de frío pero pensaban y analizaban lo ocurrido la primera vez de la cual encontraban más y más detalles sin dar con el más importante. Por fin Kike dio con la solución que planteó de nuevo otro problema.
-Ya está, por fin, lo encontré- repitió Kike una y otra vez, mientras los demás le miraban sorprendidos e impacientes por ver que era lo que había encontrado- es la moneda, recordáis ya está, ya lo tenemos.
Durante dos segundos todos sonreían y saltaban de alegría hasta que Ana se sentó de nuevo con el rostro cubierto de lágrimas. En cuanto los demás la vieron se sentaron alrededor pero no hizo falta preguntarle que le pasaba, ya todos se habían dado cuenta de que la moneda la arrojó dentro del bosque para poder llegar a casa.
-No podemos perder la esperanza- Pedro intentó animarles -por lo menos tenemos que probar a buscarla, si hay algún espíritu bueno aquí nos ayudará a encontrarla.
-Pedro tiene razón, levantaos, no podemos rendirnos ahora que lo tenemos tan cerca. Kike se incorporó al tiempo que Clara y Ana lo hacían con la ayuda de Pedro.
-Pero como vamos a encontrar una moneda tan pequeña entre tantos árboles y con la oscuridad de la noche- Las chicas seguían desanimadas.
Formaron de nuevo la misma fila que la noche anterior e intentaron recordar el sitio en el que se encontraban cuando dejaron de avanzar y Ana tiró la moneda. Cuando habían andado ya un rato y no se atrevían a entrar en el bosque escucharon un lejano maullido.
-¿Quién ha hecho eso?- Clara se asustó -venga dejaros de bromas, no tiene gracia.
Pronto se dieron cuenta de que no era broma pues comenzaron a escuchar el maullido repetidas veces y cada vez más cerca. En la oscuridad del bosque dos ojos brillantes avanzaban hacia los chicos mientras éstos esperaban temblando para ver que animal era capaz de maullar como un gato y vivir en el bosque.
-Milú, gritó Ana -pues conocía bien al gato de su vecino -¿Te has vuelto a escapar?. Anda gato malo ¿Qué haces aquí?.
El gato deposito la moneda que tenía entre los dientes en las manos de Ana.
-Mirad chicos ha traído la moneda- gritó Ana bajo el asombro de los demás.
-Es estupendo- exclamaron todos.
-Ahora nadie nos impedirá hacer que el espíritu regrese.
Encendieron otra vez la hoguera y se colocaron en el lugar adecuado ahora con la moneda correspondiente. Aunque esta vez estaba Milú, que se sentó al lado de Ana.
-¿Hay algún espíritu aquí?
-¿Hay algún espíritu aquí?
Y como todos esperaban la moneda se dirigió al hola. Inmediatamente después Kike comenzó a hablar.
-¿Quién eres?
-Hosf seit s dfkulsidf difos
-¿Qué has dicho?- se sorprendió Clara.
-Hosf seit s dfkulsidf difos
-Tradúcelo al castellano- Kike sabía lo que tenía que decir.
-No podéis hacer que regrese
-¿Porqué no?- intervino Pedro
-Porque me he apoderado de vosotros.
-Eso es una tontería- Ana estaba enfadada.
De pronto la rama de un árbol cayó cerca de ellos.
-No podemos hacerlo enfadar- Kike se dirigió en voz baja a los chicos. Y le preguntó. -¿Qué es lo que has venido a hacer aquí?.
-Yo no he venido a nada, vosotros me trajisteis. Y os demostraré lo que puedo hacer.
El viento comenzó a girar fuertemente alrededor de ellos semejando un pequeño tornado que derribó algunas ramas. Pero ni los chicos ni Milú se asustaron ni quitaron el dedo y Pedro preguntó.
-¿No quieres regresar a tu lugar de origen?
-Me gusta mucho este mundo. Puedo hacer lo que quiera.
-¿Como podemos hacer que regreses?
-No podéis. Vosotros no podéis.
-¿Y quién puede sino nosotros?
-Averiguazlo. Alguien ha entrado en el juego sin darse cuenta.
-Miauuuu.
"No puede ser, yo sólo soy el autor del relato. Si voy a ayudarles ¿Quién escribirá el final de la historia. De repente la ventana se volvió a abrir pero antes de que pudiese levantarme para cerrarla una fuerza extraña levantó la pluma y continuó mi relato diciendo. -El autor del relato se dio cuenta de que es lo que debía hacer y cogiendo su abrigó se marchó dirigiéndose al bosque-. Al leer esas palabras supe que hacer así que cogí mi abrigo y cerrando la puerta de golpe me dirigí al bosque que se veía desde mi ventana. Dispuesto a ayudar a mis personajes que hacían lo imposible por descubrir quien era yo. Cuando llegué al claro todos me miraron sorprendidos y algo asustados pero se relajaron en cuanto vieron como Milú se acercó y maullando amistosamente acarició mis pies. Descubrí como Ana también me reconoció y se dio cuenta de lo que había venido a hacer. Saludé a todos y me senté con ellos alrededor de la tabla esta vez fui yo quien comenzó a hablar.
-¿Sigues aún aquí?
-Me quedaré siempre.
-No puedes hacer eso, tu no perteneces a este mundo.
-Claro que puedo, yo puedo hacer lo que quiera.
-Lo que pasa es que eres ficción.
Aquellas palabras hicieron enfurecer al espíritu que hizo que el viento soplara con más fuerza que antes.
-¡Vaya bobada! ¿no puedes hacer otra cosa que no sea viento?.
-No lo hagas enfadar intervino Clara-
Yo sabía bien que es lo que debía hacer, además todo estaba en manos del que estaba escribiendo la historia. El espíritu más enfadado aún comenzó a levantar arena con el viento creando un círculo alrededor de los chicos lugar dentro del cual aparecían luces brillantes semejando rayos.
-¿Qué es esto, un parque de atracciones?
Y nada más pronunciar estas palabras empezaron a caer verdaderos relámpagos y enormes gotas de lluvia que pronto inundaron el bosque.
-Déjalo ya -gritó Ana -no sigas o conseguirás que nos mate.
Los chicos estaban desesperados pero yo no quería hacerles daño, al contrario, lo que quería era hacer que el espíritu se hiciese daño a si mismo.
-¿No sabes hacer otra cosa?
Cesando por fin la lluvia y el viento todo quedó en absoluto silencio.
-¿Eso es todo? ¿Ya te has cansado?
Y por fin apareció aquello que yo estaba deseando. De lejos apenas se podía percibir pero se notaba su presencia. Allí estaba, se acercaba rápidamente con un estruendoso ruido. Era ella, la Nada, la única que podía llevarse al espíritu. Lo arrastraba todo a su paso y a medida que se acercaba me fui dando cuenta de las consecuencias.
-¿Qué es eso?- gritó Kike
-Es la nada. Moriremos si nos alcanza.
Todos nos levantamos y echamos a correr ocultándonos en el bosque y con la nada pisándonos los talones. La teníamos justo detrás y las piernas comenzaban a rendirse. Me detuve y respirando a duras penas giré y miré detrás de mi. Dios mío. Allí no había nada. No es que la nada se lo hubiera llevado todo, al contrario, yo estaba en mitad del bosque en la oscuridad de la noche, pero ya no quedaba ni rastro de los chicos ni del espíritu. Retrocedí de nuevo mi camino buscando y gritando sus nombres por ver si estaban escondidos, pero todo fue inútil, estaba completamente solo. Vi algo que se movía entre unos matorrales y me acerque con la esperanza de que fuera Clara, Ana, Pedro o Kike, pero ninguno de ellos estaba allí lo que producía el movimiento era..
­¡Milú! Eres tú ¿Cómo te encuentras?
Maulló varias veces y comenzó a andar. Yo le seguí, y me llevó al claro del bosque donde había comenzado todo. La hoguera estaba apagada y las ramas de muchos árboles caídas con hojas por todos lados, giré buscando la tabla pero en su lugar encontré un montoncito de ceniza con algo que brillaba. Rebuscando, hallé la moneda de 25pts que tiré con todas mis fuerzas perdiéndola en el bosque. Cogí a Milú en brazos y le dije:
-Ya terminó todo, será mejor que volvamos a casa.

FIN

Y así es como ocurrió todo tal y como lo he contado, nunca llegué a descubrir si entré dentro de mi propio relato o si el relato entró en mi. Sólo puedo deciros que pasado un año volví al bosque y en el mismo claro seguían estando los restos de la hoguera y las cenizas, tampoco volvieron a crecerles las ramas que los árboles habían perdido tiempo atrás y el viento en el claro soplaba más fuerte y frío que en el resto del bosque. Milú murió al año siguiente y yo abandoné la casa embrujada y me trasladé a la gran ciudad. Nunca le conté esto a nadie y todavía mi cuerpo tiembla cuando en la mitad de la noche noto un viento helado y un pequeño susurro seguido del maullido de un gato.