La coalición nació un día de verano -o al menos, soleado- en el que los integrantes de la coalición disputaban un partido de fútbol contra las fuerzas del mal, que, prepotentes, se veían seguras de su victoria, ante las poco dotadas técnicamente y aún dispersas, fuerzas de la coalición. Sin embargo, aunando esfuerzos y con el valor del toro acorralado, ganaron aquel partido por goleada, y en una sobrecarga de felicidad, el Blas, alzando los brazos al cielo azul, proclamó a los cuatro vientos que aquella poderosa fuerza, sería la Coalición de los Locos, y que nadie podría jamás vencerles, pues estaba en su unión y trabajo en grupo, el poder absoluto que llevaría a todos los demás seres considerados superiores, a la más infame de las torturas: la de perder dicho poderío.
Y así, se fueron sudados a sus casas, tras haber vencido en su primera batalla contra las otrora fulminantes fuerzas del mal, que intentaron en vano vencer a la fuerza más potente jamás creada: la amistad de la Coalición de los Locos.