Hace ya algún tiempo que vengo leyendo en otros medios
locales la firma de un compañero, que realiza sus artículos
de opinión tal y como yo lo hago. Bueno, tal y como yo lo
hago no. Verán le explico. Cuando uno hace una crítica
a algo o alguien de su pueblo, entidad, partido político,
persona o cosa, hay dos maneras de hacerlo. Una utilizando esa inexistente
libertad que en teoría tenemos, y digo inexistente y en teoría
porque la libertad es algo muy relativo en una ciudad con mente
pueblerina. Decía, una forma es hacerlo libremente como lo
hacemos todos los compañeros de este medio y otra la utilizada
por el compañero al que me refiero en cuestión, es
decir, con un pseudónimo.
Este compañero, (tan mordaz en sus críticas que seguramente
ya saben de quien le hablo) tiene el camino fácil cuando
puede criticar, y atacar, a quien le venga en gana, sin esperar
represalia por ello. Este compañero puede que por una parte
sea listo, porque no sufrirá en sus carnes lo que yo sufrí
viendo mi cara en unos carteles, en la final del carnaval, porque
alguien malintencionado, decidió responder una crítica
atacando el terreno personal. Se me llegó a poner incluso
de homosexual, algo que si fuera, la verdad no me importaría
decir, ya que tengo amigos que lo son y son mucho mejores personas
que algunos que van de machitos.
A lo mejor tras esta denuncia, soy yo el objetivo del próximo
artículo, cosa que ya, curado de espantos y después
de lo de la final del carnaval, me va a dar igual mire usted, si
ni las amenazas ni los insultos han podido conmigo, tampoco podrá
la firma de alguien que no sé por qué, no da su nombre
ni exhibe su foto. ¿cobardía? ¿prudencia por
ser un personaje relevante de la ciudad que no quiere dar la cada
por miedo a perder prestigio? No lo sé pero en realidad,
flaco favor le hace al arte del columnismo de opinión y pero
todavía a los carmonenses.
Mi artículo de hoy va dedicado, a mi amigo Manolo Narváez
(al que nombro por que tengo por amigo y compañero de página)
y a todos los colaboradores de este medio que tiene usted en sus
manos, que dan nombre y apellidos y ponen su foto encima del artículo
que firman, para que luego algunos indeseables que no saben respetar
una opinión, nos insulten o amenacen (como en mi caso) con
eliminarnos “como a los escorpiones”. Pues por mí
al menos lo pueden seguir intentando... gracias compañeros
por DAR LA CARA.