Balance
2008
La proximidad del fin del año
es ocasión propicia para reflexionar sobre nuestra acción durante 2008. Que
empezó con el importante mensaje
hecho público por S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón en la fiesta de la
Epifanía, el día 6 de enero, y en el que se pasaba revista a la situación
presente de España y de los pueblos hispánicos aprovechando el bicentenario del
alzamiento del pueblo español contra Napoleón. Y que ha seguido intensísima en
el orden cultural, social, político y religioso. Se hace difícil, pues, escoger
algunos de los hechos más relevantes para presentarlos en un escueto balance.
Nos referiremos a las actividades de S.A.R., de su Secretaría Política, de los
círculos carlistas y de las Juventudes Tradicionalistas.
Comencemos por repasar
cronológicamente las actividades de Don Sixto Enrique. Atento siempre, en
primer lugar, a la Santa Iglesia Católica, y por ello en relación fluida con
destacados miembros de la Curia romana, al tiempo que sensible también a la
defensa de su tradición litúrgica y doctrinal. Por eso, igual lo veíamos
reuniéndose con el Cardenal Castrillón en febrero que presidiendo la Misa de
clausura de la peregrinación
tradicionalista de Chartres en mayo, en la que se hizo presente un
bullicioso capítulo español, formado principalmente por miembros de nuestras
Juventudes Tradicionalistas. Preocupado de modo singular, en segundo término,
por las Españas ultramarinas. De ahí sus viajes, este año contraídos al Perú y
a Colombia. En el Perú, concretamente en Lima, participó en agosto en el
simposio sobre «Bartolomé
Herrera y su tiempo», promovido por la Sociedad Peruana de Historia, y
organizado por Vicente Ugarte del Pino y Fernán Altuve-Febres, desarrollado en
el Congreso del Perú y en la Universidad Mayor de San Marcos. De la intensa
actividad desplegada por Don Sixto Enrique durante esos días han dado cuenta de
modo especial, como de costumbre, FARO
y el número 4 de La
Esperanza; también otros medios de comunicación, no siempre afines,
pero atentos a la importancia de una visita que por momentos fue oficial y en
la que se entrevistó, entre otros, con el vicepresidente del Perú, Almirante
Giampietri, y con distintos congresistas, ministros, embajadores, magistrados,
profesores y periodistas. José Antonio Pancorvo, destacado poeta carlista que
ha dado a luz un excelente poemario dedicado a Don Sixto Enrique, ofreció en su
honor un almuerzo en el Club Nacional, con la élite del tradicionalismo local.
Finalmente, se procedió a la inauguración del Círculo Carlista del Perú «Blas
de Ostolaza». En Colombia, de manera callada, pero no menos eficaz, tuvo
importantes entrevistas al máximo nivel, que le permitieron ponderar
adecuadamente la situación de la región. Presente siempre, finalmente, en la
Península para las grandes ocasiones de la Comunión Tradicionalista, este año
—en que se conmemoraban los 175
años del primer alzamiento carlista— Don Sixto Enrique quiso asistir a las
celebraciones. Y se personó en Madrid el 28 de septiembre para presidir la Misa
celebrada, como siempre en el rito romano tradicional, por nuestro querido
Monseñor Ignacio Barreiro, y luego el almuerzo de clausura. En el que, entre
grandes muestras de entusiasmo, dirigió un importante discurso que algunos,
como de costumbre, han querido tergiversar y manipular. Explicó qué es ser el
Abanderado de la Tradición, que —dijo— puede parecer poco, cuando es mucho; y,
en todo caso, es lo que es. Abanderado de la Tradición es el que, por llevar la
bandera, personifica y representa la Causa. El título, que no es de su
invención, fue utilizado con frecuencia por algunos de sus predecesores en la
Dinastía legítima. Porque lejos de ser excluyente de la afirmación de la
realeza, es una de sus expresiones confirmatorias. Recuérdese, además, cómo,
por ejemplo, Carlos VII era conocido como el Duque de Madrid, mientras Don
Jaime está sepultado en Viareggio bajo una lápida en la que no pone S.M. sino
S.A.R. Nadie en sus cabales pensará que eran flaquezas en la consideración de
su condición regia. Decir Abanderado de la Tradición quiere decir eso mismo: es
reivindicarla con discreción y claridad al tiempo en un mundo que ya, y cada
vez menos, no la reconoce. Siempre ha estado claro, salvo para algunos que
pareciera han renunciado al carlismo como legitimismo y tradicionalismo
integral y esencial. La lámina obsequiada por el pintor Augusto Ferrer-Dalmau, de la estirpe del
gran historiador javierista, es decir carlista, a los asistentes, decía
significativamente: «Homenaje a los Herederos del Carlismo en su 175
aniversario». Gracias.
La Secretaría
Política, como auténtica Jefatura Delegada regia, ha celebrado decenas de
reuniones en las que ha constatado la gradual incorporación de correligionarios
a nuestras filas. En tal sentido, ha reforzado el núcleo duro, ha ampliado la
implantación regional, ha animado la tarea de los círculos y de las Juventudes.
Y, señaladamente, ha desarrollado una intensa agenda internacional y ha
iniciado una nueva andadura cultural.
En efecto, merced a los
trabajos de la Secretaría Política y a la generosidad de todos podemos decir
que contamos con núcleos activos, entre otros lugares, en Gerona, Barcelona,
Zaragoza, Pamplona, Bilbao, Gijón, Oviedo, Salamanca, Zamora, León, Madrid, Toledo,
Córdoba, Sevilla Granada, Albacete, Murcia, Valencia y Las Palmas de Gran
Canaria. El Círculo «Antonio Molle»,
de Madrid, en particular, bajo la dirección del profesor José Miguel Gambra,
está llevando a cabo una labor admirable. También las Juventudes han
multiplicado los grupos y las actividades. En el ámbito que excede de la
Península, las conexiones estables con toda Hispanoamérica (de Méjico —incluido
el irredento— a Chile), con las Filipinas, Portugal y con la Península
italiana, pero también con Francia, Gran Bretaña, Irlanda, Austria, Alemania,
Polonia, Hungría y los Estados Unidos, están a pleno rendimiento. Y, para
terminar, se ha constituido el Consejo de Estudios
Hispánicos Felipe II, siguiendo una idea del profesor Francisco Elías de
Tejada. Auténtica Real Academia de la Hispanidad, bajo el Alto Patronato de
S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón, reúne a los más prestigiosos intelectuales
tradicionalistas del mundo, en especial del hispano, y ha irrumpido con fuerza
en el panorama intelectual. Está presidido por el académico Juan Vallet de
Goytisolo y se ha constituido en tres secciones, respectivamente de estudios
históricos, políticos y de derecho natural, que dirigen los profesores Juan
Fernando Segovia (Mendoza), Danilo Castellano (Udine) y Ricardo Marques Dip
(São Paulo). Promueve tres proyectos de investigación («El otro bicentenario»,
«El postconstitucionalismo» y «Cuestiones fundamentales de derecho natural»)
que han dado lugar a seminarios celebrados, entre otras ciudades, en Madrid,
Concepción (Chile), Santafé de Bogotá, Lima, Buenos Aires, Nápoles y
Guadalajara (Méjico). Pronto, Dios mediante, aparecerán los primeros escritos fruto
del nuevo organismo, que corporeiza las iniciativas hasta ahora dispersas de la
Comunión Tradicionalista en el plano cultural. Se esperan así las actas del
gran congreso «Una revisión de la tradición política hispánica: a los 175 años
del carlismo», al que antes aludimos, pues el Abanderado lo clausuró, y que
contó con más de cincuenta ponencias de gran interés. Y las de las III Jornadas
Hispánicas de Derecho Natural. Pero también una colección, «El otro bicentenario»,
editada en la Argentina, que ha tenido por primicias los libros del historiador
colombiano Luis Corsi Otálora, el programático Carlismo para hispanoamericanos y la reedición de la obra de Rafael
Gambra, La primera guerra civil de España, con prólogo de S.A.R. en
homenaje al carlista intachable que aceptó ser Jefe Delegado cumplidos los
ochenta años. Como quiera que en enero de 2009 serán cinco los transcurridos
desde su fallecimiento, la primera actividad de la Comunión en el próximo año
(después de celebrar en torno al Abanderado la fiesta de la Monarquía
Tradicional en la festividad litúrgica de la Epifanía), será ofrecer una misa
por su alma y, a continuación, reunir una mesa redonda en evocación de su
figura y pensamiento. Está igualmente previsto, para terminar el capítulo, que
vean la luz publicaciones variadas del Consejo en las revistas amigas Verbo
y Anales de la Fundación Francisco Elías de Tejada, entre otras.
La política es la dedicación al
bien común. Que es un deber de caridad para los católicos. Y puede ser vocación
de santificación específica para algunos. Pero la política no son los partidos
y las elecciones. Eso es un espejismo. En el que el Carlismo nunca cayó. Puede
ser campo de batalla inevitable en ocasiones, pero siempre con cautelas y sin
confundir la política con la política democrática. La vida de la Comunión Tradicionalista, en
diversos ámbitos, es la lucha en pro del bien común de las Españas y contra sus
enemigos. En eso sigue y no puede cejar. Por unos cauces o por otros y con los
medios que Dios pone a nuestro alcance y nosotros merecemos obtener.