HERMANAS DEL ÁNGEL DE LA GUARDA.
La
presencia de una Congregación en la Iglesia presupone una especial irrupción de
Dios que toma siempre la iniciativa en las personas a las que elige como
instrumentos de salvación.
En nuestra historia de Congregación existen un hombre y una mujer
que, por inspiración del Espíritu Santo fundan nuestra familia religiosa.
Un hombre: Luis A. ORMIÈRES. Nació en Francia,
Quillan, departamento del Aude , el 14 de julio 1809.
En plena época de las post-revolución francesa.
Estudia en el seminario de Carcassonne. Se hace sacerdote. Trabaja para
prepararse con gran tenacidad. Define su perfil la vocación de educador de la
niñez y juventud, especialmente los niños y jóvenes del campo.
Con un talante muy evangélico, tuvo atenta, delicada y esmerada atención a las
necesidades de los pobres. Sabía bien que donde está la persona tiene que estar
la Iglesia.
SEMBLANZA
Vivió su propia vocación como un acto de obediencia al Señor. Su vida fue una
apuesta por el sentido que tenía vivir cara a Dios.
El Dios de su vida le dotó de la sabiduría de saber situarse en una sociedad e
Iglesia atravesada de fracturas. Lo hizo desde un gran espíritu de libertad.
Creía en el destino personal de cada individuo.
Su pasión fué: "Formar
verdaderos discípulos de Jesús".
Una mujer: Juliana Mª José Lavrilloux.
Nació en Josselin –Francia- el 4 de enero de 1809.
Profesó en las Hermanas de la Instrucción Cristiana y deseosa de ayudar a las
niñas pobres.
Partió en 1839 hacia Quillán, llegando a fundar las Hermanas del Ángel de la
Guarda.
SEMBLANZA
Mujer de oración valiente y arriesgada, con sensibilidad hacia los más pobres,
paciente, atenta y disponible a la voluntad de Dios.