Estratégia de Inversión
Elaborado por: Ing.
Cecilio Pineda
TRABAJO 3
VALORACION DE LA EMPRESA
[Valoración
de las distintas partidas integrantes del balance]
[Valoración de la empresa como un todo]
[Resumen]
[Infografía]
1.-
Valoración de las partidas integrantes del balance
El grado de exactitud de cualquier juicio económico o financiero que se emita sobre una empresa a la vista de su balance, vendrá condicionado por la mayor o menor veracidad con que se hayan valorado sus distintas partidas integrantes. Sin embargo, es necesario indicar, antes de pasar al estudio concreto de las diversas partidas, que resulta prácticamente imposible llevar a cabo una valoración con criterios dotados de objetividad total o absoluta. El balance está integrado por una serie de partidas muy heterogéneas, tales como los activos fijos, almacenes, clientes, etc. Es necesario, por tanto, reducir todas estas partidas a un denominador común: las unidades monetarias. Ahora bien, esta reducción debe hacerse sobre la base de una apreciación que depende, a su vez, del criterio subjetivo de quien confecciona el balance.
Lógicamente, el objetivo que debe perseguirse es el de obtener un balance que sea veraz. Pero resulta prácticamente imposible que en cada momento de la vida de la empresa el balance exprese el verdadero valor de la misma, ya que no se puede determinar objetivamente el de las distintas partidas integrantes, desligándolo de cualquier motivación o finalidad.
Puede decirse que en la valoración de las partidas del balance influyen:
Un factor contable, constituido por los distintos procedimientos que puede utilizar la empresa para la valoración de sus elementos integrantes y que vendrán impuestos por las necesidades de la misma; El hecho de que el valor de las distintas partidas se exprese en unidades monetarias, dadas las fluctuaciones a que puede estar sometido el valor de aquéllas; Motivaciones de índole fiscal; . Motivaciones de índole mercantil basadas en los preceptos que sobre valoración establece la legislación mercantil; Razones de tipo político, que en un momento dado aconsejan a la empresa la fijación de unas determinadas valoraciones.A continuación vamos a tratar del problema de valoración en las partidas fundamentales que integran el balance. No pretendemos dar normas de valoración, sino únicamente apuntar aquellos aspectos que creemos debe tener presente todo el que desee emitir un juicio sobre una empresa basándose en su balance.
1.1.- Valoración del Activo1.1.1.- Activos fijos
El problema primordial se presenta en relación con los bienes que forman parte del activo fijo técnico.
Dos son fundamentalmente los hechos que han de tenerse en cuenta para la valoración de los conceptos que forman parte de este epígrafe. Uno, la pérdida de valor que experimentan los elementos integrantes de lo que hemos llamado activo fijo técnico, debido al uso que se hace de los mismos para el desarrollo de la actividad de la empresa o al proceso tecnológico. Otro, el de la depreciación monetaria.
La mayoría de los bienes materiales que constituyen los activos fijos de la empresa, sufren a través del tiempo una pérdida de valor debida al uso. Decimos la mayoría porque hay algunos, como los terrenos, que no perderán valor por ese motivo; más bien se producirá una revalorización, puesto que es lógico pensar que a medida que se vayan utilizando se irá mejorando su acondicionamiento.Otras veces, puede suceder que la desvalorización de un bien obedezca no solamente al uso que se haga del mismo, sino a la aparición en el mercado de otros bienes de diseño más moderno que desplacen a los anteriores.
En el balance, la pérdida de valor a que nos referimos se refleja por medio de la depreciación. Así, el balance nos dará una parte el valor inicial de los bienes de los activos fijos, que suele denominarse valor bruto, por otra, la depreciación que representa la pérdida de valor sufrida en el tiempo por los bienes que se deprecian y la diferencia entre el valor bruto y la depreciación, que representa el valor neto de los activos fijos.
Existen distintos criterios para el cálculo de las depreciaciones. podemos citar: la depreciación lineal, la depreciación creciente y la depreciación decreciente. Cada empresa deberá establecer el sistema que más le convenga, teniendo en cuenta la naturaleza de los bienes, su rentabilidad y los preceptos fiscales.El problema de la determinación del valor base que debe servir el cálculo de la depreciación, está íntimamente ligado con el fenómeno de la depreciación monetaria que antes apuntábamos.
Al existir un proceso inflacionista, el valor de los bienes medido en unidades monetarias irá aumentando. Si por otra parte, como sabemos, la empresa ha de recuperar a través de la depreciación incluida en el precio de venta de sus productos, la pérdida del valor experimentada por sus bienes de los activos fijos, es claro que aquélla debe calcularse, no sobre el valor inicial de los bienes, sino sobre el valor reposición a precios actuales, pues de lo contrario, la empresa iría descapitalizándose paulatinamente. Ello quiere decir que, desde un punto de vista económico y a efectos de la determinación de las depreciaciones, no hay que tener en cuenta el valor contable, sino el de reposición, siempre que éste sea superior a aquél. Pero la posibilidad de actuar así viene condicionada por los preceptos de índole fiscal, que no siempre han favorecido tal forma de proceder, sin olvidar, por otra parte, la dificultad de orden técnico que puede existir para ir actualizando constantemente los valores de los activos fijos.
Por todo ello, a la hora de examinar un balance habrá que poner especial cuidado en averiguar con qué criterios se ha llegado a la determinación del valor neto de los activos fijos, es decir, el grado de actualización de los valores brutos y el sistema de cálculo de las depreciaciones, pues puede suceder que los valores reflejados en el balance sean totalmente irreales.En cuanto a las partidas depreciables de los activos fijos, que denominábamos intangibles, ya se dijo que la depreciación se abona normalmente en las mismas cuentas, de tal forma que el saldo que se presenta en el balance es el saldo neto.
Existen dos puntos de vista en cierto modo contrapuestos respecto de la depreciación de estas partidas. Desde uno de ellos, que podríamos decir es el punto de vista de justicia, la depreciación de estas partidas debe hacerse con cargo a todos los ejercicios a que afectan. Sin embargo, desde el punto de vista de la veracidad de los valores reflejados, es aconsejable depreciarlas cuanto antes, ya que no hacen sino incrementar ficticiamente el valor real de la empresa.Consideremos por ejemplo los gastos de establecimiento. Siguiendo el estricto criterio de justicia, su depreciación debiera distribuirse entre todos aquellos ejercicios que se considere se benefician de los gastos realizados. Sin embargo, no puede negarse que el valor con que aparezcan en el balance nunca podrá considerarse como un bien más, que contribuya a aumentar el valor patrimonial de la empresa y, por tanto, si se pretende que el balance refleje el valor real de ésta, no debemos tenerlo en cuenta.
En realidad pueden influir diversas razones de orden fiscal, político, etc., para seguir un criterio u otro, pero lo normal es depreciar estos valores en el menor tiempo posible que permitan los resultados de la empresa.
A nuestro entender, conviene depurar el enfoque económico-financiero de la empresa sin contaminarlo con los requisitos y servidumbres fiscales.
Una cosa es la normativa fiscal, condicionando valoraciones, periodificaciones, etc., y otra las necesidades propias de la buena gestión de la empresa. En este sentido, pues, nuestra recomendación es la siguiente: hágase el balance oficial (fiscal, etc.) para que surta los efectos oportunos; pero, por otro lado, hágase el balance para la gestión real y eficiente de la empresa con las valoraciones, depreciaciones, y consideraciones oportunas para dirigir e inspirar las decisiones de control, tácticas y estratégicas, propias de la excelencia en la gestión y dirección de todo negocio bien llevado.
Esta es también la base informativa a tener en mente entre otras, para la valoración de la empresa.
1.1.2.- Realizable de explotación
Al hacer un análisis de un balance es importante tener presente la influencia que los distintos sistemas de costo pueden tener a efectos de valoración de los stocks.
1.1.2.1.- Almacén de primeras materias y materiales auxiliares
La valoración de existencias en estos almacenes es distinta según la empresa siga un sistema de valoración a precio estándar o a precio real. Si sigue el primer sistema, la empresa tendrá fijados unos precios estándar unitarios para cada material que tenga o pueda tener almacenado. En este caso todas las entradas y salidas que se produzcan en el almacén se valorarán al precio estándar preestablecido quedando, por tanto, también valoradas a este precio las existencias.
Por muy bien que se hayan calculado los precios estándar siempre se producirá alguna diferencia entre éstos y los precios realmente pagados a los proveedores. Estas diferencias se consideran directamente como resultados del ejercicio; como resultado negativo si el precio real es superior al estándar o como positivo en caso contrario. Cuando se ha implantado un sistema de este tipo es absolutamente necesario mantener actualizados los precios estándar de cada material, ya que le lo contrario se falsearía considerablemente el valor de los almacene así como el costo de los productos, lo cual llevaría a enmascarar los verdaderos resultados de la empresa.
Si el sistema seguido es el del precio real, es decir, dar entrada a los materiales en almacén por el precio realmente pagado al proveedor, se plantean dos problemas: uno, cómo valorar las existencias y, otro, cómo valorar las salidas de materiales.
Pongamos un ejemplo. Se compran a un proveedor 100 unidades de unas piezas determinadas a un precio unitario de 10 y a otro 10 unidades al precio de 12. ¿Cómo se valorará el stock de 110 piezas? y ¿a qué precio se valorará cada pieza que salga a fabricación en curso para ser incorporada al producto?
Cuatro son los métodos más comúnmente seguidos. Uno consiste en valorar el stock a precio medio y considerar que cada unidad sale del almacén a este precio medio. En el ejemplo que hemos puesto, la valoración del stock sería:
100
piezas x 10 =
1.000
10
piezas x 12 =
120
110
1.120
Precio medio =
1.120
= 10,18
110
Otro método consiste en considerar que las primeras piezas que entran son las primeras que salen (FIFO, first in-first out); por tanto, las 100 primeras piezas que saliesen del almacén se valorarían a un precio de 10 y las otras 10 a un precio de 12.
El tercer método considera que las últimas piezas que entran son las primeras que salen (LI.FO, last in-first out).y, por tanto, las primeras salidas se valorarían al precio más reciente. En el ejemplo, a las 10 primeras piezas que saliesen se les asignaría un precio de 12 y a las 100 restantes un precio de 10.
Otro sistema de valoración más realista es el NIFO (next in-fir out) por el que la valoración de las unidades salidas de almacén se hace en función de los costos de las próximas unidades que entrará al reponer las existencias. Con esta política se evita que los márgenes reflejados por la operación sean mayores que los reales (suponiendo que haya inflación, como es el caso normal). A nuestro entender, esté autorizado o no fiscalmente, esto es lo que hay que hacer para no engañarse con márgenes ficticios.
1.1.2.2.- Stocks de fabricación en curso
La empresa puede seguir distintos sistemas de costo que influirán de un modo decisivo en la valoración de estos stocks y, por tanto, es fundamental que el que haya de estudiar un balance tenga conocimiento del sistema seguido por la empresa de que se trate.
Si la empresa tiene implantado un sistema de costo total, se imputará a los productos en curso de fabricación la totalidad de los gastos tanto directos como indirectos. Por el contrario, si se sigue un sistema de costo directo, únicamente se asignarán al producto aquellos costos que sean directamente imputables al mismo. Los restantes gastos que no tengan este carácter, se deducirán directamente de los resultados.Según se siga uno u otro sistema, la valoración del stock de fabricación en curso será completamente distinta. Así, con un sistema de costo directo este valor resultará inferior al que se obtendría con un sistema de costo total.
Desde otro punto de vista, la empresa puede emplear un sistema de costo estándar o un sistema de costo real.
Con un sistema de costo estándar tanto los gastos como los materiales se imputan a fabricación en curso según unos estándares preestablecidos. Si se trata de un sistema de costo estándar puro, los materiales y gastos se asignan en función de unas cantidades y de unas unidades de actividad preestablecidas, valoradas a unos precios igualmente fijados de antemano. Pero existe un sistema, que podríamos llamar semiestándar, que consiste en hacer la imputación al producto de los materiales y gastos, en función de unas cantidades y unidades de actividad reales pero valoradas a precio estándar. Las diferencias que se produzcan con el estándar, tanto en cantidades de materiales como en unidades de actividad o en precios, se considerarán directamente un resultado, pero sin ser imputadas al producto.
Siguiendo un sistema de costo real, la imputación de materiales y gastos al producto se hará mediante cantidades y unidades de actividad reales valoradas a precio real.
Claramente se ve que de seguir uno u otro sistema, la valoración de la fabricación en curso puede ser totalmente distinta.
1.1.2.2.- Almacén de productos terminados
En este concepto también pueden existir distintos sistemas que influirán en la valoración que la empresa asigne a los productos.
Si la empresa utiliza un sistema de precio estándar, los productos aparecerán valorados en el almacén al precio citado, independientemente de lo que hayan costado.La idea de valorar los productos terminados a un precio estándar es bastante lógica, ya que la valoración de los productos almacenados no debe estar influida por las distintas causas que hayan dado lugar a que el costo real sea uno u otro.
Si se sigue un sistema de valoración a costo real se plantea un problema similar al que hicimos referencia al tratar de la valoración del almacén de materias primas y materiales auxiliares.
En efecto, al existir productos iguales valorados a precios distintos será necesario determinar en qué forma deben valorarse las salidas de los productos que se vendan, lo cual tendrá una influencia directa en los resultados del ejercicio.
Se pueden aplicar los tres métodos conocidos: el LIFO, el FIFO, el costo medio y el que hemos sugerido como más práctico: el NIFO.
Ya se ha visto en qué consistían estos cuatro métodos y, por tanto, aquí solamente diremos que si se sigue el LIFO, los resultados del, ejercicio se determinarán a base del costo algo actualizado; si se sigue el método FIFO, los resultados se fijarán tomando como base unos costos relativamente anticuados; con el sistema del costo medio, los resultados se basarán en un costo intermedio entre el antiguo y el actual; si se sigue el NIFO, los resultados se basarán en los costos de reposición con lo que serán los más reales y actualizados.
Aprovechamos este momento para hacer alusión a un problema que puede presentarse en una sociedad que tenga una estructura descentralizada por grupos operativos.
Es normal que entre los grupos de este tipo de empresas, que en calidad pueden constituirse como unidades independientes de producción y venta, exista una venta interna de productos, planteándose entonces el problema de si estas cesiones de un grupo a otro deben hacerse incorporando o no una parte del beneficio.
La cesión con beneficio se justifica desde un punto de vista de valuación de la gestión realizada por el grupo cedente ya que, si no cediese sus productos a otro grupo podría pensarse que los habría vendido al exterior con un determinado margen de utilidad, lo que mejoraría los resultados de aquélla.
Desde el punto de vista del adquirente, también se justifica que la cesión se haga a un precio en el que se incluya una utilidad ya que si aquél tuviese que adquirir los productos en el exterior, tendría que pagar un precio en el que iría incluida la utilidad del proveedor.
Pero, sin embargo, desde el punto de vista de la empresa en su conjunto parece que ello es inadmisible o cuando menos pueda ser una práctica peligrosa. Si los productos cedidos en un ejercicio son vendidos al exterior por el grupo adquirente dentro del mismo ejercicio, no hay problema en hacer la cesión con utilidad. Pero si todos o parte de estos productos quedan almacenados al final del período, al confeccionar el balance consolidado de la empresa aparecerá incrementada la utilidad en la parte incorporada por el grupo ceden en el precio de los productos que hayan quedado almacenados en el grupo adquirente. Así ocurrirá que la empresa estará dando unas utilidades por unos productos que aún no han salido de ella en forma de venta a clientes. Llevadas las cosas al extremo, la empresa podría llegar siguiendo esta práctica, a repartir utilidades como dividendos, si haber vendido al exterior una sola u.m.
En realidad la cuestión no es otra cosa que un problema de revalorización de almacenes.
La solución más comúnmente adoptada para este problema, es eliminar la utilidad interna a efectos de información conjunta de la empresa, en relación con los productos cedidos internamente que permanezcan en el stock.
1.1.3.- Clientes
La cuenta de clientes representa el valor de los créditos de la empresa contra aquellos que no hayan sido formalizados en documentos comerciales.
Los saldos que se incluyan en la cuenta de clientes han de ser totalmente cobrables, ya que si existen saldos que no tengan este carácter, se estará sobrevalorando indebidamente el activo de la empresa, dando lugar a la existencia de una contrarreserva.Si existen saldos de clientes cuyo cobro sea dudoso, deberán reflejarse en un epígrafe separado del resto de los clientes.
1.1.4.- Deudores varios y otros activos
En los deudores varios, se incluyen aquellos créditos que ostenta la empresa contra terceros que no sean clientes o que, aun siéndolo, la relación que los ha originado no se haya establecido con tal carácter.
En el epígrafe otros activos, como vimos, se incluyen todos los valores que no encajan dentro de los restantes epígrafes del balance. En general, son partidas de las cuales se desconoce el destino definitivo.
Pues bien, ambos epígrafes deberán ser objeto de un análisis minucioso a la hora de estudiar un balance ya que, en realidad, suelen ser unas cuentas «pozo» donde, además de valores que son realmente créditos a favor de la empresa, no es difícil que se incluyan partidas que por su naturaleza sean verdaderos gastos o créditos que de hecho nunca podrán llegar a cobrarse por la empresa, dando lugar a un falseamiento del valor real del activo.
1.2.- Valoración del Pasivo
Realmente donde los problemas de valoración se presentan con más fuerza es en los bienes que constituyen el activo de la empresa. En las partidas de pasivo, debido a su especial naturaleza, los problemas de valoración tienen menos importancia, especialmente en aquellas que integran lo que hemos denominado el no exigible.
1.2.1.- Capital Social
El importe de la cuenta de capital debe coincidir con aquel que figura en la escritura pública de la sociedad. Este valor está representado por un número determinado de acciones, que constituyen partes alícuotas de dicho capital.
Esta partida representa el valor escriturado del capital. Si quiere obtenerse el valor del capital suscrito por los accionistas habrá que deducir, si existen, los valores o acciones en cartera, que aparezcan en el activo. Si lo que quiere averiguarse es el valor del capital desembolsado, será necesario descontar del capital suscrito los desembolsos que aún estén pendientes de realizar por los accionistas y cuyo importe aparecerá en el activo bajo una cuenta de accionistas o de dividendo pasivo.1.2.2.- Reservas
Su valor vendrá determinado por la suma de dotaciones hechas hasta el momento que se considere, menos las utilizaciones correspondientes a dichas dotaciones.
El valor representado por estas reservas debe considerarse como una utilidad real que ha sido invertida en bienes de activo.1.2.3.- Créditos de carácter financiero a largo y a corto plazo
El valor que debe aparecer en estas cuentas será siempre el que quede pendiente de reembolsar.
En el caso de créditos a largo plazo, ya dijimos que, para presentar la situación con mayor exactitud, al comienzo del año sería necesario deducir de la cuenta representativa de los mismos, el valor de la anualidad de depreciación que hubiera de reembolsarse dentro del año, traspasándolo a la cuenta de créditos a corto plazo.1.2.4.- Proveedores
Como vimos, el valor representado en esta cuenta corresponde al de las facturas recibidas de los proveedores y que aún no han sido pagadas por la empresa.
Para conocer cuál es el valor de la deuda neta con los proveedores, habrá que deducir del saldo que presente esta partida el que aparezca en el activo bajo la cuenta de anticipos a proveedores.1.2.5.- Acreedores varios y otros pasivos
Dentro del capítulo de acreedores varios se recoge el valor de las deudas en que haya incurrido la empresa con terceros y que no obedezcan a un préstamo de fondos líquidos (ya que éstos aparecerían normalmente como créditos bancarios), ni a una relación establecida con proveedores con carácter de tales.
Bajo otros pasivos se incluyen todos aquellos valores que no encajan en el resto de los epígrafes del pasivo. Fundamentalmente serán partidas cuyo destino definitivo se desconozca y fondos de depreciación del realizable. Estos fondos suelen ser creados por la empresa con cargo a sus gastos con el fin de prevenir la pérdida de valor que pueda producirse en el realizable (clientes, fabricación en curso, almacenes, etc.).Al igual que decíamos al hablar del activo, estas partidas requieren un examen minucioso al estudiar un balance, ya que dentro de ellas, pueden existir valores que nunca han de ser exigidos a la empresa, y que, por tanto, constituyen una reserva oculta y no una deuda.
Los fondos de depreciación que va dotando la empresa para hacer frente a las posibles pérdidas del valor del activo tendrán el carácter de verdadera reserva, en tanto no se produzcan dichas pérdidas. En el momento de producirse, el valor de los fondos constituidos quedarían reducidos automáticamente por el importe de aquéllas.
1.3.- Devaluación de la moneda
Ya vimos, al tratar de los activos fijos, cómo el hecho de estar los bienes valorados en unidades monetarias podría dar origen a una serie de problemas, si el valor de la moneda no permaneciera estable.
Pero, además, el gobierno puede decidir en cualquier momento el cambio de paridad de la moneda, lo cual hará variar automáticamente el valor de los saldos acreedores y deudores que mantenga la empresa con el exterior, siempre que el valor de las transacciones se haya fijado en divisas con relación a las cuales se haya alterado la paridad.
2.-Valoración
global de la empresa
En la primera parte hemos tratado de los problemas fundamentales que pueden presentarse en la valoración de los principales conceptos que integran el balance.
En esta segunda parte, vamos a perder de vista, en cierto modo, la individualidad de las partidas que integran el balance para centrarnos en el problema de la determinación del valor de la empresa en su conjunto.Comencemos por decir que el valor de una empresa es función: tanto del valor de los bienes, derechos y obligaciones de que es titular como de los rendimientos que es susceptible de generar.
Puede decirse por tanto, que el valor global de la empresa dependerá de los dos valores siguientes:
- Del valor sustancial o, lo que es lo mismo, del valor de los bienes y derechos que integran el activo de la empresa, así como del de las obligaciones que haya contraído.
- Del valor intangible (good will, fondo de comercio, etc.) determinado por la capacidad de la empresa para producir utilidades.
Lógicamente, no puede asignarse igual valor global a dos empresas con una capacidad diferente para generar utilidades, aun cuando los valores reales que integren sus balances (valores sustanciales) sean similares. Por ello, el valor que hemos denominado intangible debe corregir el valor sustancial de la empresa aumentando o diminuyendo éste, según que la capacidad de obtención de utilidad superior o inferior a la normal. Solamente en el caso de que dicha capacidad coincida con la normal, el valor sustancial coincidirá con el valor total de la empresa.
Hemos de advertir que en ningún caso podrá establecerse una valoración absolutamente objetiva. En la tarea de valoración habrá de influir notablemente el criterio del valorador, que será quien tenga que emitir su juicio acerca del porvenir de la empresa.2.1.- Valor sustancial de la empresa
Este aspecto está íntimamente relacionado con lo expuesto al tratar de la valoración de las diversas partidas del balance.
La determinación de este valor presupone la confección de un inventario completo y valorado de los bienes, derechos y obligaciones de la empresa. En cada caso concreto, y de acuerdo con la política de aquélla y la finalidad de la valoración, será preciso adoptar el criterio de valoración más adecuado.
La suma de los diversos valores de activo, en relación con las obligaciones de la empresa, determinará el valor sustancial buscado.
El balance puede ser un elemento de gran importancia como de esta valoración. Vamos a examinar a continuación diversas formas valoración empleadas a partir de este medio de información.2.1.1.- Valor teórico, según balance o según libros
Como sabemos, el valor sustancial de la empresa vendrá dado por diferencia entre el valor del conjunto de bienes y derechos de que sea titular y el de sus obligaciones. También hemos señalado con anterioridad que el balance refleja todos estos elementos. Su activo recoge el conjunto de bienes y derechos, mientras que el pasivo exigible representa la totalidad de sus obligaciones.
Esquemáticamente, y en forma muy simplificada, podríamos representar el balance por tres conjuntos de elementos, de la siguiente manera:
ACTIVO
PASIVO
ACTIVO REAL
PASIVO NO EXIGIBLE
PASIVO NO EXIGIBLE
Como puede comprenderse fácilmente, el valor teórico vendrá representado por el valor neto de la empresa, es decir, por su pasivo no exigible o, lo que es lo mismo, por la diferencia entre su activo real y su pasivo exigible. Dado que por principio se cumple la ecuación:
Activo = Pasivo = Pasivo no exigible + Pasivo exigibleSe deduce claramente que:
Pasivo no exigible = Activo -Pasivo exigibleDe acuerdo con ello, el valor teórico de la empresa puede determinarse por dos métodos, idénticos en sus resultados, pero diferentes en su proceso. Estos son:
1. Método directo, que establece:
Valor teórico = Pasivo no exigible
2. Método indirecto, según el cual:
Valor teórico = Activo real -Pasivo exigibleBastará, por tanto, determinar el pasivo no exigible, o bien, el activo real y el pasivo exigible para obtener el valor teórico de la empresa.
Tanto si se emplea el método directo, como si se utiliza el indirecto, puede surgir la duda en cuanto a si deben deducirse o no los saldos correspondientes a accionistas y dividendos pasivos no desembolsados, a efectos de cálculo del valor teórico.
Desde el punto de vista jurídico y real, los accionistas son unos deudores más, como pueden serlo los clientes. La empresa tiene derecho respecto a los accionistas para recabarles el pago de las acciones suscritas y no desembolsadas en su totalidad, de acuerdo con lo fijado en los estatutos.
El valor teórico tiene el inconveniente de ser un valor puramente contable. La existencia de reservas ocultas, así como la variación del poder adquisitivo de la moneda, influyen negativamente en la coincidencia de este valor con el real de la empresa.
2.1.2.- Valor intrínseco o material
Se entiende por tal el valor actual, real y material de la empresa. Se trata, por tanto, de un valor real, que deberá incluir todas las plusvalías no reflejadas en el balance. Además, es un valor material, es decir, no incluye el good will o fondo de comercio.
De acuerdo con ello, el valor intrínseco se determinará de la forma siguiente:Valor teórico
+ Reservas ocultas o plusvalías
-Contrarreservas o minusvalías '
Valor intrínsecoEl valor de la empresa así calculado, presenta la ventaja sobre (anterior, de depurar las insuficiencias que, a veces, padece la contabilidad. Acude a medios externos a la contabilidad, como índices de precios, etc.
Por el contrario, ofrece la dificultad de determinación de los valores reales de las partidas que, en muchos casos, resulta muy difícil frente a la sencillez del método anterior.
2.2.- Valor intangible de la empresa ("GOOD WILL")Como ya se ha indicado anteriormente, el valor intangible de la empresa corrige el sustancial incrementándolo o disminuyéndolo, a efectos de determinar el valor global de la misma, de acuerdo con su aptitud para obtener utilidades superiores o inferiores a los normales.
La determinación de este valor intangible entraña, en gran parte, un juicio subjetivo del valorador, que ha de prever la evolución futura e la empresa.En el proceso de determinación de este valor, se han venido utilizando dos tipos de métodos: los directos, que determinan el good will de forma inmediata e indirectamente el valor global de la empresa, añadiendo este importe al valor sustancial de la misma, y los indirectos, que comienzan determinando el valor global de la empresa, para obtener por diferencia el good will.Por otra parte, dentro de cada uno de estos métodos, pueden distinguirse las teorías empíricas y las matemáticas.Las teorías empíricas se basan en la práctica, en tanto que las matemáticas acuden a fórmulas de capitalización aplicables a la utilidad al superbeneficio.Las fórmulas empíricas parten de una cifra de utilidad que multiplican por un número que suele variar entre 1 y 5 a efectos de obtener el good will. Su principal virtud es la sencillez de cálculo; su inconveniente, el carecer de un fundamento científico.
Las fórmulas matemáticas, como decíamos, capitalizan la utilidad o el superbeneficio, según los casos.Los principales problemas a resolver en este método son:
Determinación de la utilidad o superbeneficio. Determinación de su duración. Determinación de la tasa de capitalización. No pretendemos penetrar a fondo en cada uno de estos problemas, sí únicamente dar una orientación sobre los mismos.Por lo que respecta a la utilidad hay que advertir que es necesario prever las posibilidades de obtenerla en el futuro y la cuantía de la misma.
Conviene tener en cuenta que en la valoración de una empresa, la utilidad pasada debe servir exclusivamente como una orientación para determinar la tendencia o permitir la comparación con otras empresas, pero, en ningún caso debe ser la cifra que se capitalice.
En cuanto a la duración hay que admitir que el good will no es perpetuo, sino que va perdiendo valor con el transcurso del tiempo. Su conservación requiere grandes cuidados, y es preciso depreciarlo. De acuerdo con la Unión Europea de Expertos Contables, se pueden dar como datos orientativos los siguientes:«La duración de la renta del good will puede ser estimada en tres años aproximadamente, cuando el superbeneficio depende, sobre todo, de factores subjetivos, y en cinco u ocho años cuando está principalmente condicionado por factores objetivos.»
Finalmente, y por lo que respecta a la tasa a la que debe efectuarse la capitalización, hay que advertir que debe ser la que se considere como remuneración normal del dinero. Como puede verse, esta expresión es un tanto vaga, lo que ha dado lugar a que se empleen como tasas de capitalización, tipos de lo más diversos. Como norma práctica, y siguiendo también a la Unión Europea de Expertos Contables, podemos tomar como tasa «el tipo de interés usual pagado en el país a los capitales que no corren riesgos jurídicos de colocación (fondos del Estado, hipotecas»>.Este tipo debe ser incrementado en un porcentaje por el hecho de que los capitales son bloqueados a largo plazo.
El valor de una empresa puede estudiarse desde dos puntos de vista. Uno, el del valor de los bienes, derechos y obligaciones, considerados individualmente. Otro, considerando a la empresa como un todo, superando la valoración individual de cada partida.
Desde el primer punto de vista veíamos cómo en la valoración de los distintos conceptos podían influir considerablemente:
razones de índole contable, como pueden ser los distintos métodos de costo utilizados; razones de índole legal tanto mercantil, por las limitaciones que impone a la valoración de los elementos integrantes del balan- ce, como fiscal por las repercusiones que pueden existir según se proceda de un modo u otro; razones de índole monetaria, tanto por las fluctuaciones que puede sufrir el valor de la moneda como por las decisiones de los gobiernos sobre la paridad de la misma; motivaciones de orden político que pueden aconsejar una actuación distinta de la que sería normal si se actuase con criterios puramente económicos. Desde el segundo punto de vista veíamos cómo existen dos tipos de valores. El sustancial, basado en los bienes, derechos y obligaciones reflejados en el balance y, en su caso, también en las reservas o contrarreservas ocultas que puedan existir, y el intangible, basado en la capacidad de la empresa de generar utilidades.
(N. del E. La valoración real de una empresa depende muy sustancialmente de su capacidad de generar utilidades en el futuro. Es decir, en una empresa con un valor teórico de balance muy saneado -hoy-, pero con un flujo de utilidades precario, nulo o negativo de cara al futuro es posible que se valoraran muchos de sus activos a precio de «derribo», o sea, de saldo; y, en contrapartida, sus exigibles seguirían luciendo, en general, por su cuantía de balance.Asimismo, además del flujo de utilidades esperado, existe otro factor muy sustancial: el riesgo que conlleva toda presunción de futuro o adelantar que las tasas de actualización empleadas para calcular el valor actual de las utilidades futuras serán tanto mayores cuanto mayores sean los riesgos percibidos.
Aun así, la valoración del riesgo futuro sigue teniendo un alto componente subjetivo y, por ello, debe ser confiada a expertos que, además de buenos conocimientos técnicos, disfruten de esa rara cualidad que es una buena dosis de sentido común.
Entrando en más concreción, supongamos que la serie de utilidades estimadas fuera: B1, B2, B3, B4, etc., en los años 1,2,3,4, etc.
El valor actualizado (VA) sería:
VA = |
B1 |
+ |
B2 |
+ |
B3 |
+ |
B4 |
…… |
(1+i) |
(1+i)2 |
(1+i)3 |
(1+i)4 |
A mayor riesgo percibido (mercado, entorno, problemática social, etc. más imprevisibles y/o fluctuantes), el valor de i deberá mayorarse o minorarse, según convenga.Se puede tener una idea inicial del valor de i partiendo de los tipos de remuneración a largo plazo de los activos remunerados a interés fijo que se ofrecen en el mercado (vg. bonos del Tesoro, etc).Si, por ejemplo, el tipo de remuneración a largo plazo de estos activos es del 8%, y las operaciones futuras de la empresa se perciben como moderadamente arriesgadas, se puede incrementar en un 5% el tipo de interés de actualización:
i = 8% + 5% = 13%Y, en otro caso, aumentar o disminuir el sumando añadido al tipo de interés básico (8%).
Calculado el VA, un método que aconsejan algunos expertos es promediar el valor teórico de la empresa (VT) calculado a partir del balance con el valor actualizado del flujo de utilidades futuras:
(VE) Valor de la empresa
=
VT + VA
2
Capital Intelectual y Capital emocional: http://www.emprendedores.cl/articulos/ml06.htm
Fernández José Ignacio, Navarro Ignacio, Como Interpretar un balance, Colección Gerencia Empresarial, Nro 6.