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UN CURSO
PARALELO
(Nuestros abuelos
canarios II)
Prólogo
Javier Doreste Zamora |
Curioso libro
el que nos ofrece Roberto Domínguez. Al principio semeja una inane
conversación entre cuatro personas que desglosan datos sacados de
Internet: la presencia canaria en Cuba, la epidemia del SIDA a nivel
mundial, la salud, etc. Pero a poco que el lector desciende a
entremeterse en las ideas de los dialogantes, empieza a sacar sus
propias conclusiones. No serán conclusiones de ninguno de los
personajes; ni siquiera se puede afirmar que sean del autor. Serán
conclusiones, inducidas si se quiere, pero al fin y al cabo, propias.
Pues a ello contribuye poderosamente la propia estructura del libro.
Un diálogo que nos atrevemos a llamar socrático.
Esta estructura de diálogo es usada por el autor para permitirle tocar
diversos temas con distintos enfoques, a la manera del filósofo
griego. Y por ello, permite al lector reflexionar sobre las preguntas
que Domínguez plantea. Ya se nos avisa desde las primeras páginas de
la importancia de la forma para hacer comprensible el contenido. No se
trata, pues, de la típica obra que recopila datos sobre la emigración
canaria en Cuba, cargada de nostalgia y con toques épicos que estamos
acostumbrados a leer en nuestras islas. Sin dejar de ser necesarios
estos libros, terminan por aburrir por repetitivos. Al fin y al cabo
la historia de los que emigran es siempre la misma. Se sale de la
patria impulsado por el hambre y las miserias y con el afán de
mejorar.
Por el contrario, tomando como pretexto o enganche del lector, el
asunto de la presencia canaria en la isla de la revolución, y algunos
de los avatares de los descendientes de los emigrantes canarios;
Domínguez logra llamar nuestra atención sobre dos hechos vinculados al
uso de Internet y llevarnos a reflexionar sobre ellos.
Por entre medio de las anécdotas y los datos, lo que consigue es
ponernos, más allá de las loas al uso de las potencialidades de la
red, ante dos de los principales problemas que esta tiene: el ruido
informativo y los blancos informativos. Ambos tienen mucho que ver con
el dominio de la información: el que transmitir y el cómo.
El ruido se define como el exceso de información, las más de las veces
innecesaria e inoperante. Unas veces tiene su origen en el descontrol
de la propia RED, donde cualquiera puede “colgar” lo que quiera y
otras en los propios intereses del poder y los medios que le sirven,
que construyen verdaderas cortinas de humo que dificultan el uso de la
red. Para escapar de estos ruidos, para anularlos y separar no ya la
paja del grano sino hasta el agua del aceite, es preciso que el
usuario tenga criterios propios e información previa. Es decir,
formación, tanto técnica y científica como ideológica: para saber qué,
para qué se busca y cómo.
El segundo problema al que hace referencia Domínguez es el de los
llamados blancos informativos. Aquellas áreas de la ciencia, de la
historia, de las noticias, que por diversos motivos no existen
oficialmente. Unas veces se debe a los propios actuantes (los que
generan o protagonizan tanto la historia como la ciencia o la
noticia), que no son conscientes de la importancia de su información y
otras, las más, al interés por ocultar, aislar, esconder la historia.
No olvidemos que esta es una ciencia escrita, normalmente, por los
vencedores y los poderosos. Así, la historia de los éxitos de
científicos cubanos o la influencia y el papel de los oriundos de
canarias en Cuba suele esconderse o no existir oficialmente, como no
existen oficialmente las luchas de los pueblos por su liberación, a no
ser que tengan éxito. Cubrir esos blancos informativos es una forma
más de contribuir a la liberación.
No olvidemos la frase de Gramsci: “La verdad es revolucionaria”. Y el
propósito de Domínguez, más allá de la proliferación de la anécdota o
el dato interesante, ameno y curioso, es procurar que el lector
reflexione sobre el hoy. Y de esta forma que encuentre y diga la
verdad. Este hoy es heredero de la historia, no sólo de la que se
escribe con mayúscula, sino de la historia cotidiana, la de los que
emigran, trabajan, estudian, tienen hijos… y esa historia se
construye, también, en la red.
A pensar sobre ella y actuar en ella, es a lo que nos convoca
Domínguez, convencido de que otro mundo y otra RED son posibles. Y
puede hacerlo pues tiene conocimientos y formación más que necesarios
para ello. Fue uno de los primeros intelectuales cubanos interesados
en la informática y ha contribuido con estudios, trabajos e
investigaciones al desarrollo de esta ciencia. Destaca su labor en el
Centro de Informática Aplicada a la Normalización (CINAN), del que fue
fundador así como en la Agencia de Información y Comunicación para la
Agricultura (AGRINFOR) y su edición de la primera guía Telemática de
Cuba.
Vinculado desde muy pronto al mundo de la información y de la
informática, tiene un punto de vista privilegiado sobre los problemas
que nos plantea.
Su prosa eficiente permite una rápida lectura, amenizada por las
diversas anécdotas que desliza, impidiendo que los datos que expone se
conviertan en “ruido informativo”. Y logrando, como decíamos al
principio, que el lector enganche con la narración y mantenga vivo su
interés más allá de lo contado.
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