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Don Alfonso Gourié
(Francia).
Muy joven vino a Canarias, confinado
como prisionero de guerra de España. Supo labrarse en nuestra sociedad
una destacada personalidad por sus dotes de hombre emprendedor y
caballeroso. Era de una bondad reconocida y amante de fomentar los
estudios entre gente que lo merecía, como lo demostró la protección
que dispensó al célebre Doctor Don Alfonso
Espínola.
El antiguo soldado de Napoleón Bonaparte adquirió poco a poco grandes
propiedades en Arucas y supo invertir importantes sumas en el
florecimiento de la isla de Gran Canaria, que luego dieron como fruto la
fundación de las primeras industrias en esa isla.
Cuando aparecieron los tintes alemanes que dejaron sin posibilidad de
venta la gran producción de cochinilla que entonces tenía la isla,
fundó la fábrica de azúcar de Arucas, en cuya empresa no sólo
participó sino que hizo que muchas personas, económicamente bien
situadas, se unieran a tal esfuerzo por salvar las finanzas de aquélla isla. Esto lo animó a actuar decididamente en la fundación de nuevas
fábricas y trapiches en otros lugares de Gran Canaria.
Se afirma que fue Gourié uno de los extranjeros que más influencia
tuvo en las transformaciones que se operaron en Gran Canaria y que su
espíritu emprendedor logró la vuelta al cultivo de la caña de
azúcar, que había sido abandonado hacía muchos años, y que fue en
aquél momento la salvación de la economía de aquélla isla; más tarde
se abandonó nuevamente, al crearse la nueva riqueza de la platanera.
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