El
Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación
Un diagnóstico severo
pone de nuevo sobre el tapete dificultades presentes para avanzar en
el proceso de desarrollo, generación y distribución de riquezas y
capacidades. Sin embargo, existen iniciativas y adelantos para
desarrollar y consolidar un verdadero Sistema Nacional de Ciencia,
Tecnología e Innovación: el marco legal y normativo y los servicios
de financiamiento y de apoyo existentes, algunas de las
instituciones actuales, la demanda de la industria petrolera, son
adecuados para lograr la utilización de la oferta y las capacidades
nacionales en ciencia y tecnología, todavía escasamente
aprovechadas, en función del desarrollo de la productividad del
sector empresarial y del país.
Sistemas nacionales
de innovación
Según la
definición de la OCDE, un sistema de innovación está constituido por
una red de instituciones, de los sectores públicos y privados, cuyas
actividades establecen, importan, modifican y divulgan nuevas
tecnologías. Se trata, entonces, de un conjunto de agentes,
instituciones y prácticas interrelacionadas, que constituyen,
ejecutan y participan en procesos de innovación tecnológica.
En los países
desarrollados por lo general, los sistemas nacionales de innovación
(SNI) se han instalado progresivamente a partir de las prácticas
económicas y sociales implementadas a lo largo de su historia,
producto de sucesivos paradigmas tecnológicos. La Innovación en
estos países, surge en correspondencia con el desarrollo de las
fuerzas productivas y de las relaciones sociales de producción. La
conceptualización y fortalecimiento de los SNI del primer mundo se
realiza, a nivel de políticas y programas de los gobiernos
nacionales, como un hecho a posteriori, a fin de potenciar y mejorar
la capacidad innovadora y los sistemas ya de hecho instalados y
funcionando.
En la mayoría
de los países de América Latina y el Caribe, como en Venezuela, a la
zaga en el desarrollo, con escenarios de pobreza, desigualdad
marcada en la distribución de la riqueza, pobres indicadores de
educación y salud, debilidades institucionales, bajo desarrollo de
las fuerzas productivas, alta dependencia económica y otros
gravísimos problemas, los SNI se han instalado, por el contrario,
primero, de manera formal, existiendo solamente, en el mejor de los
casos, como una meta a alcanzar enunciada en los planes y políticas
de los gobiernos nacionales. A pesar de que existen iniciativas
puntuales exitosas, la intervención del Estado es fundamental para
crear las condiciones necesarias que hagan posible la instalación de
un ambiente propicio, procesos generalizados de Innovación y la
inserción competitiva del país dentro de los escenarios
internacionales.
En Venezuela,
el Ministerio de Ciencia y Tecnología (MCT) fue creado en 1999, con
la función primordial de consolidar el Sistema Nacional de Ciencia,
Tecnología e Innovación (SNCTI), enfatizando el hecho de que tal
sistema debe proveer el ambiente y recursos necesarios para la
creación, circulación y utilización del conocimiento en la sociedad,
en sentido amplio. Se entiende innovación, en este caso, no sólo en
el ámbito de los procesos por los que las empresas adquieren el
dominio de diseños de nuevos productos, nuevas formas de
organización o procesos, llevándolos a la práctica, sino también en
el ámbito de lo social, e incluyendo el sector de la administración
pública.
Diagnóstico
Una revisión de
los principales aspectos que conforman el SNCTI venezolano debe
incluir: condiciones macroeconómicas, marco legal y de incentivos,
organismos públicos que administran y coordinan a las instituciones
de ciencia y tecnología, capacidades en comunicaciones y tecnologías
de información y en investigación y desarrollo, instituciones de
formación de personal, principalmente universidades y postgrados,
vinculaciones entre las instituciones académicas y científicas con
el sector empresarial, servicios tecnológicos (metrología,
normalización, información y asistencia técnica), régimen de
protección a la propiedad industrial, sistemas de financiamiento y
caracterización del sector empresarial, particularmente las pymes.
Extensos estudios han sido concluidos y se
encuentran en edición [1].
De ellos se extraen en resumen algunas observaciones relevantes
sobre el SNCTI venezolano:
Las capacidades en ciencia y tecnología han mejorado en los últimos
años. Sin embargo, las actividades de I+D (Investigación y
Desarrollo), se realizan fundamentalmente en universidades y centros
públicos, con poca vinculación con el sector empresarial y la
sociedad. La inversión en Ciencia y Tecnología, es escasa, con muy
poca participación del sector privado. La inversión se reparte muy
desigualmente en el territorio nacional, concentrándose,
principalmente, en las regiones donde se ubican las principales
universidades y centros de investigación, en las zonas
norte-occidentales del país.
El país presenta un cuadro que hasta 2002 fue optimista, en cuanto a
la utilización y a capacidades de desarrollo en tecnologías de
información y comunicación, que debe ser relanzado y aprovechado,
puesto que su potencial no ha sido atendido adecuadamente en
períodos recientes, perdiéndose el impulso de 2001 y 2002.
El capital humano, en Venezuela, es de nivel intermedio. El promedio
de educación de la fuerza de trabajo es de quinto grado de primaria.
El recurso de alto nivel es poco empleado por el sector empresarial,
particularmente por la PYME. Un gran esfuerzo debe concentrarse en
la formación de investigadores (actualmente, se estima un total de
0.45 investigadores por cada mil personas) y en la educación a todo
nivel. Deben retomarse programas creados en 2001 como el “Programa
del investigador Nóbel Industrial”.
En los últimos años se ha hecho un gran esfuerzo por desarrollar un
marco legal y normativo acorde con las necesidades de desarrollo del
país. Existen, actualmente, instrumentos jurídicos modernos y
novedosos, que proporcionan un marco adecuado a los procesos de
innovación. Sin embargo, para implementar su aplicación, es
necesario realizar un enorme esfuerzo en el desarrollo de una
institucionalidad y la consolidación de un capital social, que lo
permita.
La administración pública presenta grandes debilidades a nivel
institucional. Los Ministerios, y las instituciones públicas en
general, han iniciado un proceso de modernización en la gestión, en
los servicios de información y atención al usuario y en los procesos
de evaluación y seguimiento. El proceso no es fácil, ya que en los
últimos años se ha reformado el Estado, acarreando la
reestructuración y agrupamiento de varios Ministerios y la creación
de una nueva institucionalidad. La relación y el trabajo conjunto
entre Ministerios es particularmente difícil, lo que dificulta la
necesaria coordinación de las políticas sectoriales.
Los Ministerios
continúan siendo en su mayoría y a pesar de los esfuerzos
realizados, pesadas instituciones burocráticas, ineficientes en
buena medida, con poca capacidad de ejecución, presencia de
corrupción, poca transparencia en la toma de decisiones y baja
confiabilidad, de acuerdo con la opinión pública generalizada.
También presentan dificultades para la integración de trabajos
conjuntos. Esta herencia del deterioro institucional iniciado en los
años ochenta, no ha podido ser transformada salvo en casos
puntuales.
Las Instituciones de Educación Superior en Venezuela deben también
someterse a un proceso necesario de reformas. En particular, no
mantienen políticas claras y efectivas en las actividades de I+D.
Las acciones emprendidas para vincular sus actividades con el sector
empresarial y la sociedad en general, a pesar de algunas
experiencias exitosas, se han revelado muy insuficientes.
Las Instituciones y Centros de Investigación del país, a pesar de
contar, en gran parte de los casos, con una adecuada infraestructura
y personal altamente calificado, presentan bajos índices de
productividad, tanto si se atiende a indicadores de productividad
científica, como si se evalúa el área tecnológica y de servicios.
La calidad, el
nivel y la actuación de estas entidades es muy heterogénea. Al lado
de Instituciones como el IVIC, que ha mantenido un relativo
prestigio a nivel nacional e internacional, se encuentran casos como
el del INIA, que se deterioró apreciablemente, o el del CIEPE, que
presenta una productividad baja. La mayoría de estas instituciones
no tienen unidades ni personal especializado para la negociación y
la transferencia tecnológica, actividades que se realizan, en el
mejor de los casos, de manera informal, resultando en una pobre
vinculación con el sector productivo.
Existe un desarrollo desigual de las capacidades de ciencia y
tecnología en el interior del país. Las mayores capacidades se
concentran en las zonas norte-occidentales, donde se ubican,
también, las principales universidades y centros poblados del país.
La zona de Guayana, donde paradójicamente se concentra una gran
parte del potencial industrial y productivo nacional, se encuentra
muy por debajo de los niveles deseados, en cuanto a capacidades y
actividades de investigación, desarrollo tecnológico e innovación.
El Fonacit, creado a partir del antiguo Conicit, es el organismo
público que asegura una gran parte del financiamiento en el área de
Ciencia, Tecnología e Innovación. El fortalecimiento de esta
institución debe acompañarse de una mejora en su eficiencia así como
una adecuada integración y coordinación con el resto de las
instituciones que ejecutan programas de financiamiento en el área de
Ciencia, Tecnología e Innovación. En esto se incluyen, no sólo los
Consejos de Desarrollo Científico y Humanístico (CDCH), Fundayacucho
y otros entes que atienden al sector universitario, sino, también,
los componentes del Sistema Financiero Público Nacional, que
dependen de otros Ministerios, así como los diferentes fondos
regionales. El trabajo no es simple, pero debe hacerse un esfuerzo.
El acceso al financiamiento sigue siendo una de las principales
trabas para las actividades de innovación. Las instituciones de
apoyo público existentes son todavía burocráticas e ineficientes.
Nuevas instituciones e instrumentos han sido creados, como las
sociedades de capital de riesgo, y el sistema de garantías para las
pymes, pero resta consolidar su funcionamiento para que rindan el
servicio esperado. Sin embargo, las bases de un sistema público
capaz de financiar las actividades de CTI están creadas y los
esfuerzos están en marcha.
Debe resaltarse, también, que hasta finales de 2001 se logró por
parte del sector empresarial, una participación más activa en la
definición conjunta y participación en los programas de
financiamiento para la innovación, pero estas acciones son, todavía,
insuficientes. La demanda de ciencia y tecnología nacional, por
parte del sector productivo, es insignificante, y, en general, no
emplean recursos humanos de alto nivel. La mayoría de las empresas
no cuentan con unidades de I+D, ni practican mecanismos de
vinculación con los sectores científicos y académicos, valorando muy
pobremente el potencial nacional.
El sistema de incentivos para promover la participación del sector
privado en actividades de I+D, y de innovación tecnológica, debe ser
fortalecido, para lograr la inversión del sector empresarial en
estas actividades, la inserción de personal altamente calificado en
el sector productivo y la vinculación con el sector académico y de
investigación nacional.
El régimen de protección a la propiedad intelectual, a nivel de las
leyes nacionales vigentes y a nivel institucional, se encuentra
desactualizado. Actualmente, responde al marco de acuerdos y
requerimientos internacionales. Los procesos de adjudicación de
patentes son lentos, difíciles y costosos. La información relativa
al registro de patentes, además de estar desactualizada, no se
divulga adecua-damente, lo que impide su explotación y
aprovechamiento a nivel nacional.
Actualmente,
se consolida el sistema de calidad nacional, gracias a la
introducción de un nuevo y más adecuado marco legal. El proceso de
certificación es voluntario, y no existen indicadores confiables que
permitan evaluar la situación de las empresas nacionales frente a
los patrones de calidad nacional e internacional, pero el número de
certificaciones otorgado por Fondonorma ha ido en incremento. A
pesar de que muchos laboratorios nacionales han sido certificados,
especialmente en el área petrolera, no se ha consolidado una red
nacional de laboratorios que permita garantizar la calidad de los
productos nacionales. Tampoco existen mecanismos claramente
establecidos para verificar el cumplimiento de las normas de calidad
en los productos nacionales introducidos al mercado.
Los servicios
de información son una de las principales debilidades detectadas en
el SNCTI. La información está desactualizada, es incompleta, poco
confiable y de difícil acceso para los usuarios del Sistema. Esto
dificulta la elaboración de indicadores y la orientación de
políticas adecuadas para fortalecer el Sistema, así como la
evaluación y el seguimiento en la ejecución de las políticas. Se han
iniciado esfuerzos, pero estos deben ser continuados y
profundizados.
Existen en
Venezuela numerosos organismos e instituciones, tanto públicos como
privados, que brindan apoyo al sector empresarial, particularmente a
la pyme, ofreciendo asistencia técnica, información, formación,
acceso a financiamiento, asesorías en la modernización, desarrollo
tecnológico, consultorías, etc. Sin embargo, es necesario evaluar
esta oferta, muy heterogénea, certificar sus servicios, y coordinar
sus acciones, a través de la consolidación de redes a nivel nacional
y regional, para lograr un mayor impacto y aprovechar el potencial
existente actualmente. Por otro lado, es necesario incentivar la
demanda de estos servicios, por parte del sector empresarial,
actualmente muy baja.
Elevar la
competitividad de las pymes, y su productividad, requerirá un enorme
esfuerzo y la adecuada implemen-tación de políticas públicas que
generen un entorno propicio a la innovación. En particular, los
empresarios venezolanos de las pymes lucen poco conscientes de las
necesidades de activar estos procesos, que requieren inversión en la
formación de su personal, en la modernización de su capacidad
tecnológica y en su organización, en el establecimiento de
asociaciones y alianzas con otras empresas, en estudios para
adaptarse a los nuevos mercados y acciones para ingresar en los
nuevos modelos económicos, para abaratar costos, aumentar la calidad
de los productos y lograr una producción competitiva. En general,
para establecer procesos de innovación. Esta situación explica la
poca demanda del sector en ciencia y tecnología, y en los servicios
de asistencia existente, a pesar de que la oferta es considerable.
Futuro posible
Con base en
este diagnóstico de contenido crítico debe resaltarse, sin embargo,
que existen las bases necesarias para impulsar un continuo esfuerzo
que permita desarrollar y consolidar un verdadero Sistema Nacional
de Ciencia, Tecnología e Innovación.
En efecto, el
marco legal y normativo y los servicios de financiamiento y de apoyo
existentes, son adecuados para lograr la utilización de la oferta y
las capacidades nacionales en ciencia y tecnología, en la actualidad
escasamente aprovechadas, en función del desarrollo de la
productividad del sector empresarial y del país. Los servicios de
financiamiento requieren de mejoras en procedimientos y ejecución,
pero llevan una constructiva experiencia que debe ser profundizada.
El fortalecimiento de instituciones y del recurso humano es
necesario para poder crear una masa crítica que posibilite el
desarrollo en el fortalecimiento de redes conformadas por el sector
industrial y el sector académico.
A pesar de la
crisis política y económica, se deben hacer esfuerzos para reducir
el déficit fiscal y aumentar la compe-titividad de la industria
nacional. Para ello, se hace necesario la activa participación del
Estado, y una mayor participación del sector empresarial, para
formular e implementar una política industrial que pueda aprovechar
el potencial de la industria petrolera para activar las pequeñas y
medianas empresas en cadenas productivas aguas arriba y aguas abajo,
canalizando, también, una política de compras del Estado que se abra
hacia este sector. La política industrial debe implementarse de
manera de permitir el fortalecimiento de las grandes empresas,
elevando su productividad a niveles más competitivos
internacionalmente, e incentivando la demanda de servicios y de
producción de pymes nacionales alrededor de ellas.
La intervención
del Ministerio de Ciencia y Tecnología debe orientarse a retomar los
esfuerzos avanzados para impulsar un ambiente propicio para la
innovación y fomentar esta cultura en la sociedad, a fin de
contribuir con los cambios necesarios para insertar al país en los
nuevos paradigmas de modelos productivos instalados en un mundo
globalizado, y que están basados, fundamentalmente, en la valoración
del talento humano y en el desarrollo científico tecnológico.
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