TALIBAN
CRIOLLOS (LA ESPERANZA PASO A SER UNA UTOPIA Y EL HAMBRE UNA REALIDAD)
Por Gabriel Russo
Hasta
1999 el país tenía características de Nación.
El Banco Central tenía reservas por 25 mil millones de dólares,
había crédito, moneda y paz social. También había
corrupción, recesión y la esperanza que el próximo
mandato corregiría lo faltante sobre la base de lo ya realizado.
La incapacidad supina de Fernando de la Rúa dejó pasar
dos años. Era el momento de devaluar. No se animó y
siguió el proceso de desgaste económico. Comenzaba la
destrucción de la Nación.
El dúo dinámico de la política pequeña
y miserable compuesto por Eduardo Duhalde y Raúl Alfonsín
complotaron contra el radical para que empezara un proceso que culminó
con la huida en helicóptero del padre de Antonito.
Al sillón de Rivadavia llegó por una semana Adolfo Rodríguez
Saá. Siete días duró la estrategia del dúo
talibán para dar por tierra con las aspiraciones puntanas.
Una lástima. El Adolfo proponía una devaluación
encubierta bajo la creación de una moneda que se depreciara
poco a poco y sostener las reservas hasta llegar al valor real de
la moneda argentina.
Los talibán no soportaron esta idea y actuaron nuevamente.
Finalmente hace seis meses que el destructor se hizo del gobierno
y el cajoneador del poder. El argentino vive feliz y contento.
Hoy su sueldo vale cuatro veces menos que hace un semestre, los alimentos
aumentaron cuatro veces al igual que la nafta. Los ahorros fueron
destruidos. La esperanza también.
Los piquetes pagos por el gobierno colorean parte de la escenografía
nacional. Los demás integrantes de un todo disociado son los
coleros, manifestantes por diferentes motivos, el ejército
de desocupados, los arbolitos protegiendo los escasos recursos de
los habitantes, los hinchas decepcionados por el mundial y un gabinete
de impresentables que tratan de defender lo indefendible.
El año pasado teníamos información diaria del
accionar de los talibán en Afganistán. Lo más
llamativo de este pueblo era que habían destruido sus monumentos
pero el pueblo, hambreado, combatía de pie a sus sometedores.
El actual presidente y el renunciado Alfonsín dejaron los monumentos
en pie pero, el país y sus habitantes están totalmente
destruidos. La esperanza pasó a ser una utopía y el
hambre una realidad. Gracias por todo. (NOVA)