Escena
repetida
Por
Rodrigo Ramallo
La
delincuencia juvenil se ha transformado, nuevamente, en tema de análisis
por parte de los diferentes medios de comunicación. Pareciera
ser que debe suceder algún episodio de toma de rehenes para
que este tema vuelva a boca de todos.
Todos opinamos, todos proponemos soluciones y todas ellas se postergan.
"Hay que reducir la edad de imputabilidad", dicen algunos;
"penas más severas", piden otros; lo cierto es que
mientras se debate qué hacer, la delincuencia juvenil crece
estrepitosamente de igual modo que la delincuencia gubernamental.
Es más sencillo solicitar un aumento de penas para niños
dueños de nada como no sea su dignidad que requerir soluciones
inmediatas a los verdaderos responsables. "Caer en el 'facilismo'",
dice mi otro yo.
Tal vez -por no decir seguramente-, lo posibles candidatos a la presidencia
ofrezcan fórmulas magistrales para solucionar, en razón
de dos a tres años, un conflicto social que data de varios
años.
Tal vez -por no decir seguramente- dichas fórmulas fracasen,
al igual que las anteriores.
Tal vez -por no decir seguramente- miles de niños y de jóvenes
seguirán teniendo como único futuro posible de supervivencia
lanzarse al delito en su forma más primitiva ya que jamás
tendrán la oportunidad de estudiar, graduarse en alguna universidad,
hacer un post grado en el exterior, y regresar al país para
delinquir con estudios superiores.
Tal vez -por no decir seguramente- el IQ de esos jóvenes sea
más elevado que el de tantos funcionarios y es por ello que
arriesgan su vida en cada día de "trabajo".
Tal vez por esos motivos y por muchos más, miles de argentinos
(los que no delinquen) deben seguir siendo rehenes, no sólo
de niños y jóvenes delincuentes primitivos, sino de
un sistema que todo lo permite pero que nada soluciona.
Tal vez -por no decir seguramente- si usted se cansó de presenciar
siempre el mismo espectáculo, puede cambiar de canal y ver
campañas, charlas - debate, lanzamientos presidenciales al
mejor estilo norteamericano: con la familia detrás como silenciosa
espectadora o como ínfimo apoyo.
Tal vez -por no decir seguramente- usted podrá releer este
escrito dentro de diez años y lo único que deberá
realizar para actualizarlo será cambiar la fecha de edición.