Utopías
Negocios
son negocios
Por
Juan Rey
"Negocios son negocios", según Pedro Astuto, a quien
lo único que le preocupa es precisamente eso: los negocios.
Y de cualquier tipo. Porque lo que uno no sabe hacer se lo puede mandar
hacer a otro. Como esos pícaros empresarios nacionales que
entran y salen hechos en las licitaciones de lo que a usted se le
ocurra; autopistas, alfajores, producción de frijoles, correos,
trenes, leche en polvo entera, descremada o con hierro, aerolíneas,
clubes de fútbol, parques de diversiones y, si los apuran,
hasta piquetes vip que no obstruyan el paso de vehículos y
peatones o la limpieza y aromatización del Riachuelo.
La cuestión es estar atentos para no quedar afuera de ninguna
licitación atractiva, especialmente las del Estado, contra
el cual se puede hablar pestes, sin cortar definitivamente el vínculo,
si el negocio reditúa menos de lo esperado o no hay subsidios
para compensar pérdidas no previstas o ganancias escuálidas.
Y queda otra alternativa si la cosa viene mal: un pellizquito ahí
atrás bien abajo y "a rajar".
Lo concreto es que por obra y gracia de la maldita devaluación
que nos tumbó todavía más, los buscadores de
negocios olfatearon otras posibilidades y las ponen en práctica
sin perder tiempo; lo único que no se debería perder
por estos días en los que se pierden hasta las ganas de vivir
pero nunca las de comer.
Una de las posibilidades descubiertas por esa especie de osos hormigueros
es la compra- venta, o mejor, la trasferencia de futbolistas, que
deja buenos dividendos en la moneda sacrosanta que no cambia de colores
como el camaleón; el dólar, ese verdecito que hace poco
bulto.
Pese a la expresa prohibición estatutaria --de la Federación
Internacional de Fútbol y las asociaciones nacionales--, los
intermediarios, mal llamados empresarios, son hoy los verdaderos dueños
del negocio de los pases de futbolistas. Así se trate entre
clubes vecinos que, objetivamente, no necesitan de intermediarios
que se queden con una cuota-parte o porcentaje de la eventual transacción,
Hace 22 años, el por entonces presidente de Racing, doctor
Humberto Capelli, ex subsecretario de Trabajo de la Nación,
confesaba a un redactor del matutino La Opinión (la de Jacobo
Timerman): "No importa que entre la cancha nuestra y la Boca
haya veinte o veinticinco cuadras de distancia. Si Racing le quiere
comprar a Boca un jugador en una operación de club a club,
Boca le enviará un intermediario. Y habrá que conversar
con el intermediario para lograr el pase. De lo contrario no hay pase.
Las normas están pero se burlan, no se cumplen. Tiene razón
pero marche preso. Son las reglas de juego".
Hubo --y hay-- otras corruptelas aceptadas, como la requerirle al
futbolista que será transferido por una importante suma a un
club del exterior, donde percibirá sueldos varias veces superiores,
que resigne el porcentaje que le corresponde por el monto total de
la operación. Si no lo hace el pase correrá peligro.
Se trata, ya se ve, de una extorsión o de un apriete si prefiere.
También vale el tiene razón pero marche preso. Y demás
está decir que el dinerillo renunciado se perderá en
algún bolsillo.
Pero no es todo. En oportunidades el pase es de club a club o de presidente
a presidente, pero cuando llega el momento de la transacción
uno de los clubes hace figurar un intermediario. Si la otra parte
no acepta el inoportuno agregado, puede suceder que el vendedor argumente
que no hay problema porque del intermediario se encarga él
y eso no modifica la cifra acordada.
En buen romance, el dinero para el empresario imaginado sale del club
y se mete en el ávido bolsillo de algún directivo corrupto.
En estos días, la devaluación ha favorecido hasta niveles
insospechados el mercado de las transacciones de futbolistas "for
export". Así, la cantidad de jugadores que emigraron a
otros "paraísos" futbolísticos, que superaba
los seiscientos antes del Mundial de Japón-Korea seguirá
creciendo ilimitadamente cuando se reabra en Europa el libro de trasferencias
y aún antes.
Ocurre que aquí bajaron violentamente los sueldos y las primas,
que ahora son en pesos devaluados y olvidate de los dólares.
Y allá, dólares y euros siguen como estaban y, seguramente,
seguirán estando.
El flamante descubrimiento de los "empresarios de la pelota"
es el semillero, o la cantera, capaz de incorporar a las ventas a
muchos adolescentes prometedores. Y si los apuran son capaces de sumar
a los más destacados de las categorías infantiles.
Ellos, los empresarios de la pelota y otros oficios, no se achican
ante nada porque negocios son negocios. Y de algo hay que vivir para
vivir bien. Así sea con trampitas y juegos no muy limpios.
Claro que necesitan vidrieras para mostrar lo que venden. Para eso
están los clubes. Sobre todo los "medio fundidos".
Que necesitan futbolistas que no tienen con qué comprar y por
eso alquilan, sin grandes erogaciones. Y el empresario, feliz y contento.
Y deseando que anden bien sus muchachos, para venderlos a mejor precio
a otros clubes. En lo posible, de otros países, donde hay otras
Crisis pero no la que nos acosa a nosotros, que parecemos el último
orejón del tarro.
Negocios son negocios. También lo pensó el señor
Grimbank, que cambió el mundo del espectáculo roquero
y de los medios por el futbolístico. Fracasó o terminó
mal en su incursión como dirigente de fútbol en su amado
Independiente. Pero ahora le prestó un plantel entero que le
pertenece y valdrá mucho, pero mucho más, si Independiente
sale campeón. Y si no, se verá. En tanto, compite con
el señor Marín, del club vecino y enemigo, a cuya empresa
pertenece la mayoría de los futbolistas de Racing. Eso sí,
los dos tienen un gran amor por las camisetas de los clubes con los
que, de paso, hacen negocios mientras sea negocio, según la
práctica visión de José de la Redundancia.
Como otros empresarios bien astutos, algunos se fueron, otros desaparecieron
o cambiaron de rubro. También están los que resisten.
Habrá que ver si tienen club o si les alcanza para comprar
y poner en alquiler y venta. (AIBA)