Lavando
manos, ensuciando conciencias
por
Rodrigo Ramallo
"Sus
ojos desencajados están fijos con una mirada estúpida
en la sangre que tiñe sus manos; en balde, saliendo de su inmovilidad
y embargado de un frenesí terrible, corre a lavárselas
en las orillas del Jawkior; bajo las cristalinas ondas, las manchas
desaparecen; más apenas retira sus manos, la sangre, umeante
y roja, vuelve a teñirlas". ("El caudillo de
las manos rojas", Bécquer, del libro "Rimas y Leyendas").
Y
sí... la realidad supera a la ficción. Lo que usted
leyó es un fragmento de una leyenda, pero también podría
ser la realidad argentina; perdón, no su realidad, pero sí
la de tantos actores políticos que últimamente están
corriendo la carrera presidencial. Pareciera ser que, ahora, sus discursos
lavan sus manos y conciencia. Manos y conciencia teñidas de
vergüenza por lo que no realizaron antes pero que, juran realizarlo
cuando uno los vote en marzo del próximo año.
"Primero dame, después te doy", pareciera ser el
slogan que comparten todos ellos.
"Yo no tengo por qué darte nada, ni tú tienes por
qué darme algo. Mis derechos son derechos y tus obligaciones,
obligaciones", dice mi "otro yo" cuando lee lo que
escribo.
No se enfade, compréndalo, es bastante ingenuo mi "otro
yo". Todavía cree que para hacer política es necesario
contar con ciertos valores, como por ejemplo: honestidad, consecuencia
y vergüenza; aunque, creo, pronto se dará cuenta que con
ellos no se gobierna; con cinismo, extorsión y complicidad
se aparenta gobernar.
"No hay agua, ni votos, ni encuestas, ni porcentajes, ni folletos,
ni afiches, ni nada que sea capaz de borrar el pasado de los que ahora
dicen desear llegar a la presidencia para mejorar al país",
afirma mi "otro yo". En un primer momento me opuse a dicha
afirmación aunque luego reflexioné... y sí, es
verdad; el ganador de marzo podrá haber lavado sus manos por
un momento, pero luego de un tiempo las suciedad aparecerá
y, aunque quiera limpiársela, seguirá apareciendo cada
vez que sus manos se sequen. La impureza es así. "La falta
de vergüenza también", agrega mi "otro yo".
Y cansado de que siempre que digo algo mi "otro yo" dice
algo más, le pregunto, para probar su inteligencia, que le
de algún consejo a los candidatos a ocupar el sillón
de Rivadavia. El dijo: "No se apresuren en lavar sus manos o
su conciencia. No hay suficiente detergente para borrar tanta suciedad...
Ah!!, me olvidaba una cosa para decirles: no se preocupen por arreglar
el país... Argentina seguirá siendo Argentina, un país
digo a pesar de ustedes".