El
carro detrás del caballo
Por
Roberto Costa (*)
Los acontecimientos se suceden sin solución de continuidad
y lo único seguro es que bajo la pátina caótica
que cíclicamente nos azota, luego de que nuestros sueños
mágicos se esfuman, todo seguirá igual y lentamente,
aparecerán los arquitectos del deseo, tratando de reconstruir
la fantasía que por un rato nos haga creer, que por fin, cambió
la realidad. Pero esta verdad, demuestra la misma persistencia que
nuestra concepción mágica, todavía suponemos
que a la Argentina hay que repartirla, cuando en realidad debemos
reconstruirla.
Es hora de poner el carro detrás del caballo. Esto significa
que es hora de dejarnos de pensar solamente en candidaturas, para
reflexionar e impulsar políticas de Estado y a partir de allí
gestar una nueva "gobernabilidad". No podemos seguir repitiendo
errores políticos imperdonables para el país, como el
que está cometiendo el presidente de la Nación que en
lugar de gobernar se encuentra en disputa por espacios de poder, con
uno de los candidatos a sucederlo. Lo que están haciendo es
repartir el territorio en lugar de reconstruir la Nación.
El radicalismo -recordemos- lideró en 1983 el reingreso al
Estado de Derecho y a la idea de que la democracia se impondría
al primitivismo golpista. En un principio, contó con un gran
apoyo popular que luego desaprovecho al limite de rifarlo para siempre.
Sólo por un tiempo la concepción mágica pero
sin ideas de la formación de la Alianza, detuvo la persistente
caída del radicalismo.
Sin embargo, algunos dirigentes no lo advirtieron. No supieron recuperar
el terreno perdido con la sociedad en el gobierno de Fernando De la
Rúa y el producto final es el que estamos viviendo: a punto
de caer en la intrascendencia política después de más
de 110 años de existencia.
Claro que lo único que ha caído en el descrédito
es el Partido, porque el selecto núcleo de dirigentes sigue
al frente más allá de las adversidades electorales.
Mientras tanto, colaboran con el "populismo" gobernante
en lugar de reivindicar el estilo auténtico del radicalismo,
que siempre tomó distancia de esa forma de hacer política.
Estos personajes que tanto daño le han causado al partido,
han puesto -como otras figuras del "populismo"- el carro
delante del caballo.
Sin embargo, se puede decir que el radicalismo no tiene mariscales
de la derrota capaces de asumir su propio fracaso. Más aún,
ese pequeño grupo de pseudodirigentes parece sentirse más
cómodo con el proceso de achicamiento del Partido, que con
la necesidad de instrumentar políticas útiles a toda
la Nación, que es el único objetivo que se compadece
con el destino del Partido Radical.
Los tiempos actuales nos acercan a una posible elección para
presidente y vice de la República y con un autismo formidable,
el pequeño grupo dirigencial efectúa las sumas y restas
de su supervivencia personal, olvidándose nuevamente del Partido.
Es hora de reconstruir al radicalismo y no de ofrecer candidatos.
Es hora de formular políticas de Estado que marquen un rumbo
seguro que nos alejen de los oportunistas de adentro y de afuera;
en fin, es hora de volver a la esencia. Si lo logramos, el destino
de la Argentina será distinto y este es el verdadero desafío
político.
Planteamos la discusión de que el radicalismo no presente candidatos
en esta oportunidad, por dos razones que se complementan. La primera
de ellas, es que no ha construido una plataforma que permita superar
la decadencia de la Nación y por lo tanto darle un sentido
social y político útil, a la participación del
Partido en la defensa de los intereses nacionales. La segunda, es
que a la sociedad le resulta imposible asimilar que a menos de un
año de caído el ultimo gobierno radical, el Partido
continúe como si nada hubiera sucedido; sin haber realizado
una autocrítica valedera, sin generar recambios de dirigentes
y sin elaborar alternativas serias y posibles.
Antes de involucrarnos en un nuevo proceso electoral, es necesario
que previamente se recupere al radicalismo. Pero que esa recuperación
sé de, de abajo hacia arriba, fortificando el crecimiento de
aquellos que ocupando funciones o no, gozan de la credibilidad que
emana de resultar verdaderos representantes de la gente y no sirvientes
útiles de la actual cúpula partidaria, que sólo
ha logrado con su conducta, provocar el alejamiento de afiliados y
dirigentes verdaderamente representativos. (AIBA)
(*) Diputado provincial UCR - Primera Sección Electoral