Los Argentinos y el Sida

Por Juan Alberto Yaría (*)

"El Sida epidemia es un síntoma de la época en donde se han roto todos los equilibrios incluso del aparato defensivo inmunológico" Raúl Motta- USAL

El Día Mundial de la Lucha contra el Sida nos convoca a la reflexión y a la acción preventiva. Profusas publicidades nos rodean en donde se insta al cambio de costumbres sexuales utilizando preservativos cuando existe una relación sexual con una pareja no estable y probablemente infectada.
Los organismos médicos internacionales recomiendan tres conductas en la vida sexual actual de cara al Sida: una la mencionada anteriormente, además no tomar ningún tipo de precaución cuando la pareja es estable y no infectada y en tercer lugar la abstinencia.
¿Puede centrarse una campaña sólo en el cambio de hábitos sexuales? Se han logrado avances evidentes en los últimos años.
Pero la información sola no basta para cambiar conductas. Además el uso del profiláctico debe ser ligado a otros fenómenos que están ausentes en el discurso publicitario: a) el fenómeno del abuso de drogas y del alcohol; b) la recomendación a la población de realizarse el test de Sida como una rutina habitual de salud; así como se lograron avances importantes en el caso del cáncer femenino con el examen del Papanicolau (el 75% de la población argentina que tiene el virus del Sida lo desconoce y se entera amargamente de su enfermedad colateralmente a través de la eclosión de otra enfermedad);
c)la información publicitaria sola no basta para cambiar conductas y hábitos de vida (los médicos y el personal de salud es uno de los grupos profesionales que más fuma a pesar de la información que tiene solo la relación entre cigarrillo y cáncer de pulmón).
Una gran educación social, escolar y familiar utilizando los ámbitos naturales de la transmisión de valores y pautas de vida: la escuela, las familias, los centros culturales y deportivos y el ámbito laboral. En estos lugares se deben formar líderes, mediadores o sea transmisores entre pares e iguales de los efectos de la epidemia.
Tenemos la suerte que un gran sanitarista como el Dr. González García es Ministro de Salud, por eso desde esta columna humildemente me atrevo a mostrar nuevas visiones que completen lo que se está haciendo basándome en lo que se hace en otros países.
Corremos el riesgo de la "africanización del Sida" (Africa es el continente en donde hay países que corren riesgo de desaparecer por la pandemia) en ciertos enclaves de Capital, Gran Buenos Aires, Rosario, etc..
El número de infectados en nuestro país llega aproximadamente a los 150.000, de ellos sólo el 25% conoce su situación (30 a 40 mil). El resto no lo sabe (alrededor de 120.000); por eso recomendé una agresiva acción mediática para que la comunidad voluntariamente se realice un testeo.
De lo contrario éste sería un foco epidémico cotidiano. De saberse la situación de infección, las medicaciones que hoy se poseen, que reducen al mínimo la cepa virulenta y por ende la posibilidad de contagio así como las precauciones en el contacto sexual, bajarían la multiplicación de la enfermedad.
Hoy la vía mayor de transmisión es la vía heterosexual. Pero recurrir sólo al profiláctico es negar otra vía que se da como ligada al contagio. El uso de drogas y alcohol interviene enormemente en el contagio heterosexual. No me refiero a la droga endovenosa. Es que el abuso de drogas (cocaína, éxtasis por ejemplo) lleva, así como el abuso de alcohol, a un estado de negación (no ver los peligros) maníaca (el individuo se siente omnipotente y no ve riesgos) transitoria que le impide cuidarse. ¿ Por qué no hablamos del abuso de drogas en relación al Sida? Y máxime en un país que vive una situación crítica en relación al uso de drogas. El drogadicto no endovenoso tiene un 20% más de HIV comparado con una población que no se droga. No recomiendo entregas de jeringas, éste no es el problema que estoy tratando. Es poner sobre el tapete el abuso de drogas inhalada y fumada. Ligar las drogas al Sida. Ayudar a la gente a no drogarse porque ésta es una conducta de riesgo en relación al Sida.
Por último, el Sida y las drogas merecen la formación de miles de líderes y mediadores de la comunidad para que forme parte de los hábitos de cuidados cotidianos. ¿Por qué? Porque la epidemia avanza. En 1990 cada 20 hombres con HIV había 1 mujer con esta enfermedad. Hoy hay cada 2,5 hombres 1 mujer. Esto implicará mayor riesgo de descendencia con Sida. Debemos cuidar además poblaciones críticas: el 20% de la población carcelaria está infectada, 1 de cada 200 embarazadas también, el 5% de los que acuden al médico por enfermedades de transmisión sexual (blenorragia por ejemplo) también, el 2% de las trabajadoras sexuales, el 12% de los usuarios endovenosos de drogas.
Estamos en el grupo de países intermedios en relación al Sida epidemia. En una punta está Africa (en plena pandemia) y en el otro están países europeos en donde una agresiva acción permitió el control de la epidemia. En nuestro caso, Argentina, la epidemia crece a un ritmo sostenido y con baja conciencia de la población. Por eso necesitamos mostrar todos los arcos preventivos sin dejar ninguno: incluir las drogas, el testeo como hábito de cuidado y la educación social.


(*) Director del Instituto de Prevención de la Drogadependencia - Universidad del Salvador

(AIBA)