El
voto electrónico
Por Alberto
Conde (*)
En los
últimos días, el tema de la votación electrónica
parece ganar adherentes en la Provincia de Buenos Aires. Esto supone
suplantar el tradicional sistema de votación con urnas de madera
o cartón y la conocida boleta electoral, por otro sistema donde
la urna no es urna y la boleta no existe, se desmaterializa.
Según las versiones que circulan desde el Poder Ejecutivo este
nuevo método para emitir nuestros sufragios tendría
las características del sistema utilizado en Brasil en la última
elección presidencial.
En contra de todas las opiniones a favor de este modelo debo expresar
mis reparos, por diversos motivos.
Se puede afirmar, en base a datos obtenidos del "modelo Brasil",
que el tiempo que dista hasta las elecciones provinciales no resultaría
suficiente si se desea obtener un resultado satisfactorio, económico
y, fundamentalmente, de claridad/calidad.
Digo esto porque el cambio de un sistema al otro no es algo que se
pueda implementar en unos pocos meses, o mejor dicho, en el tiempo
que resta hasta las elecciones provinciales; no sólo por cuestiones
legales o tecnológicas, sino también por la necesidad
de proveer a la población el conocimiento para el manejo de
las urnas electrónicas. Ejemplo de ello es que Brasil viene
trabajando en la implantación de este sistema desde el año
1996.
Merece una reflexión aparte el art. 61 inciso 2 de la Constitución
Provincial donde se dice "Se votará personalmente y por
boletas en que consten los nombres de los candidatos". Se hace
necesario entonces un debate jurídico sobre si la votación
electrónica está permitida por la Constitución
y, simultáneamente, si la propuesta de modificación
del código electoral permitiría este sistema. A menos
que exista la absurda intención de atribuir a la información
vertida sobre una pantalla de PC la significación socialmente
asignada al término "boleta".
En cuanto a lo legislativo, implementar este sistema no sólo
implica la reforma del código electoral provincial y algunas
leyes, sino que abarca una legislación mucho más amplia.
A modo de ejemplo debo citar que la legislación Argentina no
tiene un adecuado contexto normativo referido a los delitos informáticos,
los proyectos con Estado parlamentario en el Congreso Nacional pecan
de miopía sobre lo que quieren normar. Y la barrera de división
entre un delito informático y un delito electoral se vuelve
bastante precaria en la votación electrónica.
Respecto al costo, si Brasil nos prestara las 30 mil urnas electrónicas
que se necesitan para la Provincia (tienen un valor promedio de 350
dólares), el mismo podría dejar de ser un factor importante.
Sin embargo, nunca pueden dejar de serlo la seguridad del comicio
y la transparencia. Si bien es cierto que este sistema acarrea un
ahorro acumulativo en sobres, boletas, etc.
El sistema utilizado por Brasil no es perfecto aunque es el mejor
de los existentes actualmente, si bien se está lejos de la
posibilidad -como se ha planteado- de que los datos vertidos sean
inalterables. No todas las urnas electrónicas que se utilizaron
contaban con una impresora que emitiera constancia del voto y cierre
del comicio; eliminando la posibilidad del recuento.
Para que sea una alternativa segura y realmente efectiva, el voto
electrónico debe cumplir con una garantía fundamental:
impedir la alteración de los resultados. Si el software utilizado
por la urna electrónica no es diseñado, probado y publicado
en modo de código fuente, al igual que el usado para el recuento
de votos, la seguridad no está garantizada.
Considero impensable desarrollar un proyecto serio en tan poco tiempo
evitando que la votación electrónica se convierta en
un negocio extraordinario para la empresa que logre en este escaso
plazo otorgar (llave en mano) la solución informática
necesaria, la cual seguramente promoverá la implementación
de recursos no nacionales, teniendo nuestro sistema las mismas deficiencias
que tiene hoy en día, desapareciendo simplemente la urna y
la boleta.
Propongo, entonces, que la Provincia perfeccione el sistema de voto
electrónico eliminado sus deficiencias, previéndolo
para las elecciones del 2005 y no las que vienen, donde en todo caso
se podría realizar una prueba piloto en un distrito pequeño,
y legislando correctamente sobre la cuestión electoral y las
adyacentes, para evitar vacíos legislativos.
Se sumaría a esta propuesta la necesidad fundamental de jerarquización
de la Junta Electoral Provincial al mismo nivel que los TSE en Brasil
o el IFE Mejicano, como organismo totalmente autónomo a cargo
de todo lo referente a la elección, inclusive el procesamiento
propio de los datos o mediante la firma con otros organismos estatales
o universidades.
Además, como la tecnología involucrada no necesita grandes
inversiones, es simple y poseemos los recursos humanos y tecnológicos
para que todo se realice en nuestro país, el voto electrónico
debe enmarcarse en un proyecto a mediano plazo logrando así
la independencia de terceros y el crecimiento de la industria tecnológica
nacional, garantizando la transparencia, seguridad y claridad de la
elección.
(*) Senador provincial por la UCR
(AIBA)