Utopías

Roba pero hace

por Armando García Rey

Hay frases que merecen palos. Pero no aquí, donde se vuelven célebres. Y sin importar que lo sean. Como aquella tan meneada: "Roba pero hace". Que alienta a robar, precisamente. Pero prudentemente: algo, un poco. O, acaso mucho, pero no todo. Eso, como si el monto de lo robado, pudiese justificar el delito. Y dejando flotar la sensación de que ciertos puestos o cargos son para robar. Y que si no es uno el que lo hace, habrá otros que lo hagan como ya lo hicieron tantos otros antes y aún ahora.
Una frase estúpidamente parecida advierte que "no hace pero es honesto". En este caso lo que se pretende justificar es la incapacidad, la ignorancia, la audacia. Eso, en nombre de la honestidad, tan escasa en tiempos de crisis. Sobre todo en éstos.
Es como si hubiéramos contratado un cocinero que no sabe cocinar pero, al menos, como es un tipo honesto, no te envenena ni echa la sal al voleo y en cantidades mayúsculas. Tampoco deja que la carne se carbonice demasiado. Así los alimentos sean incomibles.
Porque, claro, el hombre no sabe cocinar aunque sea el cocinero. Lo peor es que todo el mundo se da cuenta que es un inútil y todo el mundo, también, lo padece. En ese oficio y otros electivos. Porque la frase no se agota en la cocina. Por eso hay legisladores que no legislan y ni siquiera se les ocurre. Y encargados de prensa que jamás pisaron una redacción y no podrían escribir cuatro líneas juntas, que se entiendan. O el apellido completo -es una exageración- sin faltas de ortografía, en la pared de un retrete. Aunque, si son astutos, por ahí encuentren a alguien de esos oficios y muchos otros, que lo haga por ellos, que son buenos pero no sirven. Y si no sirven, ya se sabe, tampoco existen.
Frase célebre, extendida en el tiempo, fue la del ahora senador nacional, Luis Barrionuevo, cuando advirtió que si los muchachos dejaban de robar por un par de años o algo así, las cuentas cerrarían finalmente y todo se arreglaría. Pero la cuentas siguen sin cerrar y nada se arregló sino que todo empeoró.
La más meneada y conformista de las frases célebres, es "roba pero hace". Se trata, también, de la más reveladora de la crisis moral que nos envuelve.
La misma que nos convence sobre la inutilidad de incorporarse a cualquier cuerpo orgánico con el concreto propósito de hacer las cosas bien y honestamente. Porque, según parece, si uno no acepta ciertas reglas de juego, por ejemplo participar como socio en algún negociado, se convertirá inmediatamente en la oveja negra del grupo, en un estúpido traidor o en un enemigo al que hay eliminar.
Lo concreto es que, como advertía Antonio Machado, "hacer las cosas bien importa más que el hacerlas". Así haya muchos conformistas sosteniendo que "lo importante es hacer, no importa cómo". Y, claro, hacen mal o hacen para robar. Razón por la cual mejor sería que no hiciesen nada. Aunque ellos se empeñen en hacer porque es negocio, aunque no precisamente cristalino.
Acaso no falte tanto para que la mentira deje de ser la única verdad y haya quienes crean que también la verdad se inventa. Entonces, ya no habrá inmorales dando consejos morales. Ni serán tontos los que devuelven lo que encuentran y no se quedan con los vueltos, que tampoco piden o reclaman.
Por ahí ya estamos cerca del aire fresco. Y de que nadie le haga otro lo que no le gustaría que le hagan.
Entonces vamos a vivir mejor, mucho mejor. Es posible hacerlo aunque sea difícil. Y sin necesidad de recurrir a tantas frases célebres y sin mayor sentido.
El que no roba y hace, hace lo que corresponde. No es un juego de palabras.
El que roba pero hace, hace lo que no corresponde: robar. Y, en ese caso, no merece estúpidas ponderaciones absurdas.

(AIBA)