La
culpa la tiene la educación
Por
Armando García Rey
El
problema, la falla, está en la Educación (Educación:
crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños).
Aunque casi todos le echen la culpa al gobierno de turno. Al actual,
los anteriores y, seguramente, a los posteriores.
Abundan, también, los que sostienen, con pancartas, bombos
y redoblantes, que la culpa, toda la culpa, es del inmisericordioso
Fondo Monetario Internacional: Que, si no la gana tampoco la empata,
porque para su cruda visión de la realidad tiene que haber
un ganador, siempre el mismo, reviente quien reviente.
Y los que imaginan que la tienen los empresarios que no aceptan ni
reconocen pérdidas. Hacen negocios con el Estado, al que sin
embargo descalifican. Se llevan el dinero que recaudan aquí
para ponerlo a buen resguardo fuera de aquí..Invierten mucho
menos de la comprometido y dejan de hacerlo cuando recaudan menos
de lo previsto.
O los amanuenses de esos empresarios que desde los medios de comunicación
predican en apoyo del patrón a veces enmascarado en un anuncio
publicitario. Y condenan con inusitada severidad a los que se oponen
a sus propuestas., las del patrón. Que además tiene
razón porque paga para tenerla. Y ese es un buen argumento
para reivindicar el " tanto tienes tanto vales".
Hay unos pocos que desconfían de los consultores y encuestadores
que juegan a la política con los números o los resultados
que manipulan a su antojo o al de quien ordena la encuesta y la paga
al contado en pesos o dólares y nunca en patacones, lecops
y esas figuritas provinciales que hacen pensar a uno si no se habrán
inventado para" engrupir a la gilada." Y conformarla, porque,
al fin, peor es nada.
Hay otros culpables de todo lo que nos pasa y no es bueno que pase:
Los subsidios agrícolas, calificados corruptos, tantos desleales,
los bancos, los que tiran la pelota afuera, los que miran para otro
lado, los que aseguran ser lo que ya se sabe que no son, los ilusionistas,
los que hoy dicen una cosa y mañana otra y pasado una distinta
y la inseguridad jurídica, la inseguridad laboral y todas las
inseguridades. Y tanto delincuente que anda suelto y encima protegido.
Y los otros que se fueron y ojalá Dios los tenga en su Santa
Gloria, bien agarrados, asidos o tomados, para que no vuelvan.
Sin embargo, el verdadero problema es la Educación. Pero cuesta
reconocerlo porque no tiene réditos políticos inmediatos
para el Gobierno de turno, cualquier turno.
Alguna vez fuimos ricos y se lo mostramos al mundo. También
lo somos ahora pero no lo podemos demostrar. La riqueza está.,
permanece, ya fue dicho, en las entrañas de la tierra. Y no
sabemos extraerla. No aprendimos. No nos enseñaron. Imperó
aquello nada feliz y muy democrático de cada maestrillo con
su librillo. Asi el librillo no sirviera para nada o estuviese pasado
de moda como los famosos edictos policiales de la Capital Federal
remplazados por el progresista Código de Convivencia urbana.
Que se pasó de revoluciones y terminó fomentando la
inconvivencia y la inseguridad manifiesta. Y ahora sirve para que
muchos vecinos de la capital del país imaginen que los edictos,
de todos modos, no eran tan malos. Eso, si los hubiesen adecuado a
la realidad.
Los políticos, hay que decirlo, deberían ocuparse de
la Educación, pero en serio. Aunque no consigan réditos
y ni siquiera el reconocimiento de la Sociedad. Porque la Educación
es, o debiera ser, un problema de Estado y no una cuestión
del Gobierno de turno, cualquier gobierno, cualquier turno. Que serviría
como en otras partes para cambiar la mentalidad. Cosa que no se hace
en cuatro años ni en seis sino, a veces, en un par de generaciones.
Como la Corea sureña que pasó en cuatro décadas
de país agrícola a uno industrial. Se preparó
para ello.
Es posible cambiar. Transformarse. Para eso, los políticos
deberían ponerse de acuerdo. Y "romperse los cuernos en
cosas superficiales o discutibles y consensuar, pero en serio, en
las cuestiones de Estado. La Educación lo es. No cura el hambre
y el desempleo pero enseña como hacerlo. Empieza por los niños,
continúa por los adolescentes, se instala en la madurez.
O debiera hacerlo. Pero para eso también hay que cambiar la
mentalidad..Y terminar con esa historia de que es necesario reclutar
a los jóvenes medidos por la edad biológica y no por
la del espíritu.. Que hace jóvenes a los viejos o viejos
a los jóvenes.
La Argentina se llenó de viejos de espíritu. Por eso
nos pasa lo que nos pasa y estamos acostumbrados a que nos pase. Parece
un juego e palabras. Pero no es.
Falta Educación. Y una revolución incruenta :La de las
ideas. Jóvenes ideas. Están. Hay que buscarlas. Y recrearlas.
A las otras ideas, las viejas, hay que arrojarlas a la papelera y
cliquear en" vaciar papelera". Así se despejará
el camino.
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