Fracturas
y continuidades
Por
Javier Mor Roig (*)
La
historia política argentina está signada por distintas
situaciones que han derivado en lo que algunos historiadores denominaron
"Fracturas y Continuidades", con cortes abruptos que marcaban
el fin de una etapa y el comienzo de otra, en muchas oportunidades,
combinadas con líneas de evolución que a veces significaron
aparentes cambios que no eran tales.
La actual crisis política nos demuestra la coexistencia de
ambas situaciones en forma simultánea, pues por un lado existe
una Fractura, que a través de la falta de representatividad
de los actores políticos, hacen pensar en nuevas estructuras,
con nuevos protagonistas muy alejados de las prácticas políticas
acostumbradas en el ultimo cuarto del siglo XX.
A su vez podemos hablar de Continuidades, pues la gente cuestiona
a sus representantes y a sus prácticas corporativas, pero reivindica
la democracia como sistema de vida.
En esta curiosa conjunción es donde debemos actuar para que
a través de la fractura podamos consolidar la continuidad.
Hablando claro, significa que debemos propiciar un profundo cambio
en la vida política argentina, modificando las metodologías,
acciones y los hombres que evidentemente nos han llevado a este fracaso
colectivo que padecemos hoy los argentinos.
Es necesario avanzar contra la corporación político-institucional
que los conductores de los dos partidos mayoritarios han instaurado
como, según ellos, única práctica política
posible en la Argentina democrática.
No podemos aceptar graciosamente que quienes condujeron los destinos
de nuestra nación y de nuestra provincia se muestren hoy como
la renovación de los partidos mayoritarios, pero debemos advertir
que la "Corporación", a pesar de que no puede compartir
espacios públicos con el resto de la sociedad, no está
quieta. Está preparando una repudiable ¿acción
salvadora?, en la que ellos, principales protagonistas del actual
fracaso argentino, siguen aferrados a los espacios de poder (cada
vez más formal que real), resistiéndose a ser renovados.
Obviamente que los militantes políticos tenemos un cierto grado
de responsabilidad; por un lado por haber usufructuado las tan criticadas
prácticas políticas y, por otro, por no haber sido capaces
de propiciar los mecanismos necesarios para generar el recambio dirigencial
que hubiera oxigenado y dinamizado la actividad política y
tal vez haber posibilitado alternativas viables para contraponer al
modelo neoliberal impuesto por el menemismo en la década del
´90.
Ya hemos dicho que el desarrollo de la actividad política debía
cambiar, dando lugar a una nueva modalidad que debe estar precedida
por criterios de austeridad, transparencia, discreción e idoneidad
en el manejo de la cosa pública. Sin embargo, estos cambios
exigen de nuevos actores y no de las figuras desgastadas que no han
sabido conducir acertadamente los destinos de la República.
Por su parte, la UCR vive la peor y más profunda crisis de
su larga historia, con una pérdida de identidad que debemos
recuperar. Identidad que se rescata teniendo conductas ejemplificadoras,
propiciando una renovación de hombres y métodos.
Atrás deben quedar las actitudes mezquinas, corporativas y
pactistas de los dirigentes que se adueñaron del partido y
se alejaron de la realidad y de las necesidades de la gente. Nos debemos
comprometer a trabajar con tesón en pos de devolverle a la
democracia argentina uno de sus pilares fundacionales como lo es la
Unión Cívica Radical. (AIBA)
(*) Abogado, dirigente y ex concejal de la UCR en La Plata.