Un ajuste 
          peligroso
        LA PLATA, 
          2 MAY (AIBA). Reiteradamente 
          hemos advertido desde esta columna sobre la ineficacia de las políticas 
          de ajuste sobre ajuste para cubrir el desequilibrio de las cuentas públicas, 
          ya que siempre se termina afectando a la población común, 
          achicando aún más el mercado interno, con lo que se golpea 
          duramente al aparato productivo. Así se profundiza la caída 
          de la actividad económica y se reduce, lógicamente, la 
          recaudación fiscal, lo que obliga a los técnicos de Economía 
          a inventar nuevos tributos para reducir el déficit y el país 
          permanece entrampado en un círculo vicioso.
          En abierta contradicción con sus primeras promesas, el ministro 
          Domingo Cavallo anunció el viernes un nuevo y violento apretón 
          impositivo que castiga a las capas medias de la población y pone 
          en riesgo la subsistencia de actividades periodísticas y culturales.
          Las medidas tendientes a la reactivación y al crecimiento de 
          la economía -único camino para aumentar los ingresos del 
          Estado- siguen pendientes de instrumentación. Ahora el Tesoro 
          aspirará unos tres mil millones de pesos (según las estimaciones 
          de Economía) del sector privado, con la intención de garantizar 
          a los acreedores externos que el país cumplirá con sus 
          compromisos, mientras fronteras adentro se agudizará la recesión 
          y el sufrimiento de la gente.
          Además, la imposición del IVA al precio de los diarios 
          y revistas amenaza seriamente la supervivencia de muchas pequeñas 
          y medianas empresas periodísticas, lo que constituye un ataque 
          más a la pluralidad informativa.
          La extensión de este impuesto puede ser un golpe mortal a distintos 
          medios que venían soportando mes a mes quebrantos económicos 
          debido a la depresión económica, que llevó a la 
          caída de las ventas de ejemplares y de los niveles de publicidad, 
          y al constante aumento de sus insumos. Esta situación no le es 
          desconocida al Gobierno, por lo que es evidente que poco le preocupa 
          la pluralidad informativa, una de las bases de la democracia.
          La voracidad fiscal no respetó esta vez ni la libertad de prensa 
          ni la cultura, pero sí a los llamados "gastos políticos". 
          Las legislaturas provinciales y las cámaras nacionales mantienen 
          su nivel de gastos, incluyendo los reservados, más allá 
          de medidas de maquillaje para disimular ante la opinión pública.
          Esto revela a las claras que el Gobierno no tiene entre sus objetivos 
          el desarrollo de la Argentina, sino que se limita a recaudar por el 
          modo que fuera los fondos que necesita para conformar a los acreedores 
          internacionales y mantener el statu quo de poder político vigente, 
          lo que incluye el mantenimiento de las prebendas e irritantes privilegios 
          a costa del sacrificio de todos los argentinos.
          No hay valentía para enfrentar a los poderes que se benefician 
          con el modelo actual ni imaginación para idear alternativas capaces 
          de poner al país en la senda del crecimiento.
          La administración del doctor Fernando De la Rúa ya introdujo 
          seis ajustes en un año y medio, logrando solamente que la recesión 
          se convirtiera en depresión y que, diariamente, miles de ciudadanos 
          ingresaran en la flagelada legión de la pobreza y la marginalidad. 
          En tanto, la principal oposición sólo mostró fortaleza 
          y decisión para atacar a la Justicia cada vez que insinuaba avanzar 
          sobre las investigaciones de hechos de corrupción.
          En ese marco, las únicas esperanzas están depositadas 
          en la capacidad potencial del pueblo argentino, que continúa 
          esforzándose para construir un país mejor con su trabajo 
          cotidiano, tratando de aportar lo suyo para salir de la crisis, a despecho 
          de los recurrentes errores de los miembros de la clase gobernante, que 
          sigue exclusivamente pendiente de sus ambiciones, sin pensar nunca en 
          las necesidades de la población, que es, aunque parezcan no reconocerlo, 
          la única fuente de legitimidad del poder que hoy, circunstancialmente, 
          detentan.
        (*) 
          Editorial del matutino "El Popular" de Olavarría.