Carta
abierta de un
intendente peronista
Por
Gilberto Alegre (*)
LA PLATA,
2 MAY (Especial para AIBA). El país está inmerso en
una profunda crisis económica y de credibilidad. La gente está
preocupada y tiene miedo porque vivimos una depresión y de la
depresión sólo se sale con proyectos que devuelvan la
fe y la esperanza. Nosotros, como peronistas, debemos buscar respuestas
para afrontar esta situación y para ello es necesario acudir
a algunos principios básicos de nuestro pensamiento.
Siempre sostuvimos que "el pueblo no se equivoca". Lo contrario
avalaría el pensamiento reaccionario que justificó la
Revolución del 55. Y en estos momentos de confusión, algunos
aseguran que el pueblo se equivocó en 1999 porque el presidente
es inepto, idea de la que participan muchos de nuestros dirigentes.
¿Alguna vez vimos a De la Rúa con un estilo diferente
al actual? No. Siempre fue el mismo. ¿Cómo puede pensarse
que alguien que lleve tantos años ganando elecciones y gobernando
sea un inepto? Sólo la soberbia puede llevar a pensar de este
modo. Tal vez las contradicciones del Frente y del Partido Radical nos
llevaron al borde del abismo, pero en ese contexto el presidente eligió
su camino, nos guste o no.
Inclinarse por lo contrario significa descreer de la gente, de la gente
que lo eligió, de la gente que conocía el estilo De la
Rúa. Por esto debemos apoyarlo y dejarlo gobernar. No decimos
que estamos de acuerdo con él, sólo decimos que son el
tiempo y el rumbo del presidente que la gente eligió.
Nosotros no lo votamos de modo que no estamos decepcionados. De la Rúa
orientó su gobierno de acuerdo a su pensamiento. Convocó
a Cavallo, como técnico, que fue ministro de Economía
de Menem. Hoy no sabemos si es el mismo, pero sabemos que cuando fue
llamado por Menem logró controlar la inflación, aunque
hacerlo provocó efectos negativos como desocupación, concentración
del ingreso y grave afectación de la industria nacional, entre
otros males.
Hoy fue convocado nuevamente como técnico. Podemos disentir con
él, pero no negar su capacidad. Sus recetas no serán las
mismas pero esperamos, por el bien de todos, que acierte. Mientras tanto,
los peronistas debemos apoyar al presidente sin mezquindades. Si fallan
sus propuestas vendrán otras más duras que sólo
cerrarán con represión. ¿Podemos especular con
esto?
Es triste que la gente haya centrado sus esperanzas en De la Rúa,
primero, y en Cavallo, después, pero no tienen la culpa. La culpa
es nuestra porque nos transformamos en un partido mezquino que anuncia
que ganará las elecciones "porque somos menos malos".
Esto es conformismo y el peronismo nunca fue conformista, sino revolucionario,
transformador, portador de esperanzas y sueños colectivos. Siempre
privilegió la felicidad del pueblo y la grandeza de la Patria.
¿Dónde quedó todo eso?
Perdimos las elecciones presidenciales en la Provincia sin escuchar
ni una palabra explicando la derrota; fuimos gobierno durante ocho años,
con presupuestos extraordinarios y no elaboramos un proyecto que enamorara
a la mayoría de los bonaerenses; no nos preguntamos si hubo errores
en la conducción partidaria y, si los hubo, no se corrigen; podemos
ganar otra elección pero no como portadores de un sueño
colectivo, sino por la resignación de la gente ante la incapacidad
de la Alianza.
Hoy advertimos que del presupuesto provincial de diez mil 800 millones
de pesos, sólo mil cincuenta millones se coparticipan a los municipios,
cuando --como mínimo-- deberían recibir un 50 por ciento
más. Pero ¿por qué no transferir fondos del Ministerio
de Trabajo, del Consejo de la Familia y de la cartera de Educación
(las partidas destinadas a Infraestructura) para que las comunas asignen
los recursos? Así, los ministerios serían de programas
y propuestas pero no de ejecuciones, como son los de la Producción
y de Asuntos Agrarios.
Tal vez sean propuestas revolucionarias pero debemos ser transformadores
y no meros administradores de una grave crisis porque este esquema centralizado
que caracterizó a nuestros últimos gobiernos no le sirvió
a la gente. De otra manera no se explican las derrotas en Lomas de Zamora,
Avellaneda, Quilmes, Morón, San Martín, etcétera.
Teníamos a nuestro favor todo lo que se cree que sirve para ganar
elecciones --las dádivas-- pero no fuimos portadores de esperanzas
ni de sueños y esta fue una virtud (quizás la única)
de la Alianza.
La Provincia aporta el 40 por ciento de los recursos y sólo recibe
el 23 de coparticipación. Entonces, cuesta entender por qué
los diputados y senadores nacionales apoyan el fondo del tabaco si esos
fondos no van a los jornaleros sino a los productores. De la misma manera
¿por qué se apoya ciegamente el subsidio a los combustibles
en las provincias patagónicas? ¿por qué tenemos
que subsidiar el consumo de combustibles en esas provincias cuando ellas
cobran regalías?
En el mismo sentido de equidad ¿por qué no exigimos discutir
el aporte a las universidades? ¿acaso nos sentimos identificados
con el lenguaje conservador de privilegios que sostiene Franja Morada?
¿cuántos pobres se reciben en las universidades? ¿cuántos
alumnos provienen de colegios privados? ¿cuántos profesionales
emigran con un título que --por nuestro sistema tributario--
pagaron los que menos tienen?
La Provincia necesita un PJ vital, imaginativo, que entusiasme a la
sociedad y reconstruya el peronismo de la esperanza, por eso debemos
responder los desafíos del presente. Estas opiniones son las
de un intendente que sólo quiere seguir siendo intendente y está
preocupado por la situación que le toca administrar, pero cree
profundamente en las fuerzas de nuestro pueblo y conserva intacta su
lealtad con el peronismo y con quienes lo votaron. (AIBA)
(*)
Intendente de General Villegas.