Asociación
ilícita
Por
Jorge Carlos Brinsek
Ni
en sus mejores sueños de poder quienes --durante las sucesivas
administraciones dictatoriales que tuvo la Argentina-- se valieron
de la figura de la "asociación ilícita" para
privar de su libertad a no pocos inocentes, imaginaron que algún
día, en plena democracia, los perjuicios prácticos de
semejante imputación caerían impiadosamente sobre un
ex presidente constitucional y otras prominentes figuras de su pasado
gobierno.
Con estado de sitio o sin él, los regímenes militares
siempre se valieron de la acusación de "asociación
ilícita" para justificar la detención de personas
que en algunos casos eran punibles de despreciables acciones terroristas
y en otras, simplemente pensaban distinto o tenían libros de
Marx o de Lenin en las bibliotecas de sus casas.
El punto más notable de esa figura delictiva es que imposibilita
la excarcelación del imputado.
Una persona puede matar a otra, pero si lo hizo sola, con algo de
habilidad sus abogados pueden pedir la eximición de prisión,
una posibilidad que la "asociación ilícita"
no permite. Es, en resumen una suerte de comodín que ha comenzado
a ser utilizado como herramienta fundamental por los magistrados ante
la imposibilidad de hacer otras comprobaciones y tener que conceder
la libertad de un acusado.
Por cierto que el peculiar arresto domiciliario de Carlos Menem ha
despertado múltiples posturas encontradas en el campo del Derecho
que van desde la corrección del procedimiento hasta una lisa
y llana aberración jurídica que no podría resistir
el análisis de un tribunal de apelación o de la propia
Corte Suprema.
Ahora, con la citación de María Julia Alsogaray, nada
más ni nada menos que por el mismo magistrado que ordenó
la detención de Menem, Emir Yoma, Erman González y Martín
Balza, se verá hasta qué punto el discutido encuadre
de la "asociación ilícita" podrá alcanzar
a otros prominentes integrantes de la pasada administración
menemista.
En opinión de los especialistas será muy difícil
para el juez Urso --difícil pero no imposible-- sostener en
un tribunal de alzada la continuidad de la detención de Menem
y se considera probable que más tarde o más temprano
éste pueda volver a su casa. Sin embargo las cosas no pintan
nada agradables para sus antiguos subordinados y en particular para
Emir Yoma como para Martín Balza.
El primero, porque sin duda a juicio del fiscal Stornelli tuvo una
participación más que activa en el manejo de los fondos
provenientes de la venta ilegal de armas, fondos que sólo en
una mínima parte, ingresaron al tesoro nacional. El segundo,
porque como jefe de un ejército no podía ignorar lo
que estaba pasando frente a sus propias narices.
En otro plano más complejo es el caso de la ingeniera Alsogaray
luego de que hoy dos de sus acusadores volvieron a ratificar sus imputaciones
de sobornos en la privatización de la ex Entel.
Claro que si se sigue tirando lentamente de la cuerda, los tribunales
no darán abasto con las declaraciones testimoniales, pedidos
de procesamiento y otras instancias para no pocos hombres (y desde
luego mujeres) que en los últimos años convirtieron
al país en el paraíso de la corrupción.
Desde luego que todos estos procesos son saludables para la Nación
si realmente llegan a un destino concreto. La ciudadanía ha
tomado con algo de escepticismo a estas detenciones, ya que duda,
razonablemente, que finalmente haya condenas. Es comprensible que
esto sea así.
De todas maneras, algo debía hacerse y es bueno que se transmitan
señales en el sentido de que las cosas han comenzado a cambiar
en la Argentina y que quien se aparta de sus deberes y de la ley puede
terminar en la cárcel, con figura de "asociación
ilícita" o sin ella. (AIBA)