En
tiempos donde muchas veces se asocia el "patriotismo" de un argentino
con su participación activa en manifestaciones, "cacerolazos" o
escraches de cualquier tipo; debemos reformular ese concepto y reflexionar
sobre qué significa verdaderamente ser "argentino", por qué es necesario
saquear y morir para que nuestros gobernantes nos escuchen decir
cosas tan terribles como que los argentinos queremos trabajo, queremos
vivienda, queremos educación, queremos salud, queremos alimentos;
en definitiva, queremos vivir dignamente.
Hoy,
todos los que vivimos bajo este cielo, bajo esta bandera, encontramos
un país sin dinero pero, paradójicamente, con suficientes riquezas
y con lo fundamental: personas con sueños y anhelos. En ellas vive
la patria, no la que ha quedado "acorralada" en los bancos porque,
no debemos ignorar que existen (lamentablemente) muchas personas
que, ni siquiera, conoce uno de ellos ya que han sido olvidados
y aislados no solamente por el sistema, sino también por nosotros.
No tengo dudas. Bajo esta patria: la dolorosa, la de la esperanza;
deberá nacer otra, la patria que todos queremos, la de la paz, justicia
y dignidad. Hace algunos días, en un programa de la televisión cordobesa
pasaron un reportaje realizado a un chico de la calle que vende
revistas en el área peatonal de nuestra ciudad. Él decía: "Nosotros
-los chicos de la calle- vendemos esto para que un día no haya más
chicos en la calle, por eso lo hacemos".
Creo
que llegó la hora de hacer lo mismo. Todos los argentinos: los ricos,
los pobres, los sin nombres, los perdedores de siempre, los ganadores,
los que llamamos "pueblo" o "patria", se unan en un único reclamo
de justicia y dignidad para que en un futuro no existan "cacerolazos",
escraches, etc., etc., etc.. Porque no solamente el dinero está
"acorralado". Muchas familias argentinas viven en un "corralito"
cuyas paredes imaginarias son la necesidad y la desesperanza. Sólo
basta con sumergirnos en el dolor del otro para comprobarlo.