Los
riesgos de convertir en mártir a Carlos Menem
Por
Carlos R. Capdevila
LA
PLATA, 15 JUN (Especial de AIBA). Jugada riesgosa la que emprendió
un grupo de gobernadores del justicialismo, acompañados por
algunos conspícuos dirigentes partidarios como Antonio Cafiero,
por ejemplo, todos embarcados en una cruzada novelesca que tiene como
título "Carlos Menem es un preso político del gobierno".
Peor aún fue la idea de equiparar su detención con el
exilio del general Juan Domingo Perón, nada menos que el creador
del Movimiento Nacional Justicialista, cuya segunda presidencia constitucional
fue interrumpida por una rebelión militar que retomaba la senda
iniciada en 1930 y luego reiterada en 1962, 1966 y 1976.
Ciertamente, en el Más Allá, el espíritu del
único argentino que fue elegido por el voto popular en tres
ocasiones debe haberse sentido justificadamente exasperado al advertir
la burda comparación de quien consolidó el Estado-Nación-Propietario,
estatizando todos los sectores que tuviesen perfiles estratégicos
y/o sospechas de expoliación por parte de empresas extranjeras
(y aún nacionales), con el "privatista" Menem.
Pensar en una similitud entre este personaje mítico y el último
presidente justicialista, famoso por otras características
y por haber entregado a manos particulares (¿o rifado?) casi
todo lo que aquel precursor logró concentrar para hacer la
Argentina fuerte que soñó, es, decididamente, mirar
la historia con la nuca. Si hasta quienes no comulgaron con el peronismo
pero sienten correr por sus venas un nacionalismo sano y gratificante
admiten admiración por el visionario general.
Sin embargo, existe un parámetro en el que Perón y Menem
pueden ser ubicados en el mismo nivel: el de la astucia política,
el de la sagacidad de anticiparse a los acontecimientos, el de crear
un espacio cierto y sólido de poder. Y nada más. Las
habilidades fueron empleadas por ambos pero dirigidas a muy distintos
objetivos, por cierto.
Y esa lucidez que le reconocen al riojano amigos y enemigos, compañeros
y adversarios ideológicos, es la que debería encender
una luz de alarma entre los dirigentes que trabajan por derecho propio
para ocupar el lugar privilegiado de conducción en el peronismo.
El ex presidente está detenido pero continúa trabajando.
Pese a sus 70 años y al eventual desgaste físico de
un casamiento con una hermosa mujer a quien dobla en edad, la lucidez
de Carlos Saúl Menem está intacta. Sabe que tiene tres
frentes de batalla y sigue erguido, desafiante y listo para presentar
pelea en el mismo instante en que el momento le sea propicio. Pelea
contra la justicia que lo procesó; pelea contra la Alianza
gobernante a quien adjudica culpas con rencor; y pelea contra los
sectores internos que aspiran a ver definitivamente apagada su estrella
política.
Gravísimo error es, entonces, darle el ámbito para que
se erija en mártir, en víctima de una confabulación,
en chivo expiatorio y en personaje bíblico. Sería bueno
tener mucho cuidado, porque en cuanto compruebe que consiguió
efectivamente ganar ese espacio que viene buscando con una permanencia
mediática envidiada por sus pares, puede provocar una verdadera
hecatombe en las algo desorientadas estructuras del justicialismo.
"No le den ventajas. No le den ni un tranco 'e pollo, porque
cuando se aviven ya va a ser tarde. No se rían, pero el turco
se guardó intacto su proyecto presidencialista para el 2003.
Si hasta se trajo a la Bolocco para ponerle la cuotita de cholulismo.
Lo único que le preocupa ahora es que no se vaya a caer el
gobierno o que De la Rúa renuncie y se tengan que hacer elecciones
antes de tiempo", sentenció a esta columna un viejo político
justicialista, septuagenario y -según aseguró, aunque
nos cabe la duda- "antimenemista".
"Yo me acuerdo -continuó- cuando se largó a la
Provincia en el ´88 y lo acostó a Cafiero, que se descuidó
demasiado y lo dejó venir. Nadie daba dos guitas por el turco.
Y ahora no hay que olvidarse que sigue vivo, que está cada
día más zorro y más mañero. Además,
es muy rencoroso y no se olvida de los que le juegan mal. Un amigo
mío que lo conoce mucho y trabajó con él unos
cuantos años -el inventor de Palito Ortega, gobernador de Tucumán,
para más datos- siempre me decía: ojo porque Menem no
te mata... Menem te desangra". (AIBA)