Delincuencia
juvenil
por
Rodrigo Ramallo
En
los últimos días, este tema se ha convertido en motivo
de análisis por parte de psicólogos, sociólogos
y periodistas de nuestro país.
Lo cierto es que la delincuencia juvenil, la que se lleva a cabo mediante
diferentes tipos de armas (revólveres, sevillanas, entre otras),
es una muestra primitiva de la delincuencia o del robo a gran escala.
Por ello, podríamos decir que es un "espejo" (o una
parte de ese espejo) de sustracciones mayores. Por qué decimos
esto? Es de dominio público asociar a la delincuencia con hombres
y mujeres (en este caso, niños y niñas) de escasos recursos,
habitando en las "villas de emergencia". Pero esa imagen
oculta más que lo que muestra. La delincuencia (a gran escala)
ha adquirido una imagen distinta: cadenas de "influencia"
(coimas), tráfico de drogas, venta de armas, red de prostitución,
juego, etc..
En ese nivel de delincuencia, los denominados "aguantaderos"
se transforman en "paraísos fiscales": las Islas
Caimán, Las Bahamas, Suiza, Gibraltar, Mónaco y Luxemburgo,
entre otros, en lugares "legales" mientras villas y demás,
en "ilegales".
Así, muchas veces reflexionamos y extraemos como conclusión
que los encargados de combatir y de crear programas de reinserción
para delincuentes juveniles, forman parte, a su vez, de una delincuencia
superior, casi legal, en algunos casos. De allí la asociación
de la delincuencia con un espejo donde, muchas veces, la "ilegalidad"
es reflejo de la "legalidad".
Cabría preguntarse de qué lado está el criminal
y de cuál el que lo persigue.
Lo cierto es que la "delincuencia juvenil" es un pedazo
roto de ese espejo. Una parte que no encaja en ningún lado
y que, probablemente, jamás encajará.