Una
chance para reformar el financiamiento de la política
Por
Ricardo Vázquez (*)
El
desprestigio de la política y el descrédito de los partidos
políticos, el "divorcio" entre la política
y la sociedad, la pérdida de confianza en los representantes
y la caída de su credibilidad, el desinterés acerca
de los asuntos públicos, la falta de participación en
política y las recurrentes "crisis", son algunos
de los elementos que caracterizan el marco político actual.
La reforma política es una asignatura pendiente con la sociedad.
Por ello la impulsamos, para que la sociedad recupere confianza y
credibilidad en la política. La asignatura pendiente consiste
en lograr que una mayor credibilidad y confianza en la propia actividad
y en los actores políticos principales, reconstruya un nuevo
nexo social que potencie, alimente y mejore la calidad del sistema
político en el que nos toca vivir.
Se trata, entonces, de encarar de forma integral el mejoramiento de
la calidad del sistema democrático argentino. El compromiso
de fin de siglo de los líderes políticos consiste en
elevar la calidad de la política y devolverle la excelencia
a su ejercicio.
El reencuentro de la ética con el ejercicio de la política
constituye además un imperativo que sólo puede darse
dentro de la democracia. Las relaciones entre el dinero y la política
no escapan tampoco a los estándares de la ética.
Si no se rompe el círculo vicioso de los pocos y grandes intereses
económicos financiando la actividad política para poner
en marcha políticas públicas que no lesionen su conjunto
específico de intereses, continuaremos ampliando la brecha
de desigualdad de oportunidades que marca indeleblemente el desarrollo
reciente de nuestra región.
Entonces, se busca dotar de normas con el mayor nivel de transparencia
a la actividad política, porque no procuramos solamente conductas
ejemplares, sino también mejorar las normas, las reglas, las
leyes que vayan acercándonos a los estándares de una
democracia más perfeccionada, más plena, más
participativa.
Uno de los principales cuestionamientos de la sociedad está
dirigido al financiamiento de la política, de los partidos
y de las campañas electorales. Es esencial la transparencia
e información que los ciudadanos tengan acerca del origen de
los fondos que sostienen a los partidos políticos, como así
también el uso que los partidos hacen de esos fondos.
Los aportes privados han sido históricamente la principal fuente
de recursos de los partidos políticos. El sistema de financiamiento
basado en fondos privados, sin limitación alguna, ha generado
serias objeciones desde el punto de vista de los principios democráticos.
Se ha sostenido que, a través de la donación de fondos
para la campaña, lo que se compra es influencia sobre futuros
gobernantes, lo que haría que los electos fueran menos representantes
del pueblo y más voceros de los intereses de quienes contribuyeron
a solventar la campaña, a decir de Norberto Bobbio el "poder
invisible".
En relación con el financiamiento público, la idea ha
estado inspirada en la necesidad de democratizar las campañas
electorales, corrigiendo los desfasajes y problemas generados por
el financiamiento privado. El financiamiento público busca
garantizar un piso de igualdad en la competición electoral,
evitando que las chances de los ciudadanos dependan exclusivamente
de su capacidad de recaudación o de su fortuna.
El financiamiento público también tiene algunas desventajas:
si el grueso de los gastos de los partidos fueran solventados con
fondos públicos, se produciría una relación de
dependencia con el Estado..
Por todo ello, es esencial determinar a la luz del día el origen,
los medios, las formas y los fines del dinero en la financiación
de la actividad política. En conclusión, la respuesta
acertada parece la combinación del financiamiento público
con el de origen privado.
Por lo expuesto, el sistema de financiamiento que se propicia es mixto,
conformado por aportes públicos y privados.
Respecto de la disminución del gasto público para campañas
electorales, el aporte que reciban los partidos políticos para
la campaña electoral no podrá ser superior a 2 pesos
por cada voto obtenido en la última elección.
Los aportes que se deben prohibir son las contribuciones o donaciones
anónimas; de entidades autárquicas o descentralizadas;
de empresas o personas físicas que exploten juegos de azar;
de gobiernos o personas físicas o jurídicas extranjeras
que no tengan residencia en el país; de asociaciones sindicales,
patronales, profesionales y cámaras empresariales; de personas
que hayan sido obligadas a efectuar la contribución por sus
superiores jerárquicos o empleadores.
También se establecen límites cuantitativos a los aportes
privados.
Con respecto a la financiación privada, la limitación
en los montos de los aportes ha sido la solución ideada para
evitar la influencia de los grandes contribuyentes, extendiendo la
base de aportantes de los partidos y los candidatos. No obstante,
el tema central es lograr mayor transparencia. Resulta, por ello,
indispensable que se prohiba el anonimato de las donaciones y que
se evite la adopción de reglas que indirectamente implican
el encubrimiento del origen real de los fondos. La transparencia y
el control sólo se logran si se investiga en todas las etapas
e instancias del proceso del financiamiento de los partidos. La información
requerida debe incluir muy especialmente los gastos de los partidos
o candidatos. En suma, con estas propuestas, las próximas campañas
electorales habrán de ser más cortas, más baratas
y más transparentes. (AIBA)
(*) Diputado nacional UCR - Buenos Aires