EL
PRESUPUESTO HECHO AÑICOS
Por
Jorge Aristi
Sólo
diez días bastaron para que el gobierno bonaerense caiga en
la cuenta de que las previsiones de gastos e ingresos que quedaron
plasmadas en la ley de presupuesto que votó la Legislatura
bonaerense devinieron en un cúmulo de metas y objetivos incumplibles.
"Sólo
nos hemos comprometido una meta en el déficit, pero no la de
gastos, ni la de ingresos y esas las deberemos reformar", dijo
el gobernador Felipe Solá durante su estadía en la ciudad
de Bahía Blanca. En la misma conferencia se comprometió
a no echar gente del Estado -esto ya se lo había afirmado al
propio representante del FMI Anoop Singh- y advirtió que si
la Suprema Corte de Justicia provincial no le avala la ley que podó
el presupuesto educativo provincial tendrá que recortar salarios
en forma generalizada.
El
viernes, fue el propio ministro de Economía de la Provincia,
Gerardo Otero quién aseguró que tendrá muchas
dificultades "para reducir el déficit en un 60 por ciento".
El año pasado la Provincia gastó 2.900 millones más
de lo que recaudó y en el presupuesto de este año se
comprometió a gastar sólo 1.073 millones más
que el dinero que le entre.
Ese
déficit, por estos días es una línea traspasada
por las circunstancias. La inapelable baja de la recaudación
deja una brecha insalvable en los números de la Provincia.
El mismo motivo hunde la coparticipación nacional -por ejemplo
la Nación todavía no coparticipó un centavo del
impuesto al cheque-.
La
recaudación en el primer trimestre cayó un 32 por ciento
respecto del mismo período del año pasado -40 por ciento
en enero, 30 por ciento en febrero, y 25 por ciento en marzo-. En
abril la historia había cambiado y según Economía
la recaudación estaba un cinco por ciento por encima de las
previsiones para estos meses. El feriado cambiario y bancario trastocó
todos los planes y la Provincia perdió 150 millones. Esa cifra
es la que se recauda en una semana, pero la certeza de los funcionarios
de economía indican que un gran porcentaje de ese dinero ya
no volverá a ingresar a la Provincia, "porque la gente
la gasta en otra cosa". Así las proyecciones de recaudación
que tenía Otero sobre su escritorio, las mismas plasmadas en
el presupuesto, se hicieron añicos.
También
en Bahía Blanca Solá dejó un adelanto de lo que
ni él mismo quiere imaginarse; dijo que si la Justicia no le
deja aplicar la ley de ajuste educativo tendrá que producir
un recorte generalizado del sueldo de todos los trabajadores estatales.
Sobre
este punto, también Otero dejó una precisión
"si uno observa el presupuesto ve claramente que el 65 por ciento
del gasto se va en salarios".
El
gobierno bonaerense se debate en una disyuntiva esencial, meter mano
en los salarios -ya recortó horas extras y las cambió
por las URPEs- o seguir imprimiendo patacones. Todo mientras desespera
porque la economía Argentina se ponga en movimiento. Por ahora,
el gobernador y el ministro prefieren seguir imprimiendo patacones;
es que la inflación no da margen para el recorte salarial.
Mientras
tanto, desde ningún lugar de la administración pública
se generó un hecho concreto que permita dilucidar desde dónde
la Provincia reacomodará sus ingresos, o sus gastos. En pocas
semanas se cumplirá un año que el Estado Provincial
se hizo cargo de la cartera de incobrables del Banco Provincia, y
todavía no se consiguió recuperar un peso de esa inmensa
mochila de 2.100 millones de dólares que el Estado se cargó,
producto de préstamos que realizaron el Bapro a empresas que
ahora están quebradas y que el Estado debería haber
comenzar a intimar.
Sólo
queda la promesa de la descentralización impositiva, que deberá
pasar por la legislatura y por ahora no ha trasuntado ninguna urgencia.
En este contexto queda flotando la idea que también naufragará
en la incertidumbre el pacto al que llegaron los municipios y la Provincia.
Con el agravante que muchos de los puntos de esa concertación
-que los intendentes contaron a su favor- no están escritos.
Fue el propio Solá quién tomó la precaución
de no escribir algunos detalles, no menores por cierto: por ejemplo
que los 200 millones de Patacones que se agregaron en última
instancia al permiso de emisión sean destinados con exclusividad
a las comunas.
En
paralelo, y en el mismo sentido que se profundiza la debacle económica
y financiera, se incrementa la necesidad de asistencia social en el
territorio provincial. Por estos días el gobierno bonaerense
tiene una obsesión; comprar alimentos para contener el hambre
en puntos calientes del segundo y tercer cordón de conurbano
provincial; y también en ciudades del interior provincial donde
la parálisis de la producción hizo estragos en los últimos
años.
En
el tema social hay una fecha que desvela al gobierno provincial: es
el día en que la Nación comience a pagar los 150 pesos
a cada uno de los casi 600 mil inscriptos que registra el Plan Jefas
y Jefes de Hogar que anunció el presidente Eduardo Duhalde
como un derecho de todos los desocupados que tengan a cargo un grupo
familiar.
En
el área social de la Provincia estiman que el 20 de mayo las
primeras 420 mil personas que ya se anotaron comenzarán a percibir
los 150 pesos mensuales. Hasta ese día, con alimentos, buscarán
que -al menos- el incendio no se descontrole.
Sólo
el descalabro nacional alcanza desdibujar la crisis provincial. En
ese marco de exigencia y presión el gobernador tendrá
que comprometer objetivos para hacer posible el pacto con el FMI.
Sobre el tema Solá deja más interrogantes que certezas:
"los gobernadores de todas las provincias hemos tomado una posición
de resinserción de la Argentina en el mundo, siempre y cuando
eso no implique firmar algo que internamente nos paralice aún
más".
(DIB).