El
Día de la Justicia Social
Por
Osvaldo Mércuri (*)
"Yo
sabía que había pobres y que había ricos, y sabía
que los pobres eran más que los ricos (...) Me faltaba, todavía,
conocer la tercera dimensión de la injusticia. Un día
oí de labios de un hombre de trabajo que había pobres
porque los ricos eran demasiado ricos y aquella revelación
me produjo una impresión muy fuerte. Más que creer en
el razonamiento, sentí que era verdad".
El testimonio, publicado en el libro "Evita" de Marysa Navarro
-acaso su mejor y más fiel biógrafa- podría ser
algo así como la punta de un ovillo que, desenredado, lleve
al origen mismo del compromiso de Eva Perón con el Pueblo.
Seguramente la mudanza, a la temprana edad de 11 años, desde
su Los Toldos natal a los pagos de Junín, en donde estaban
instalados los talleres del Ferrocarril "Buenos Aires al Pacífico",
debe haber significado casi un choque cultural para la pequeña
Eva. Por primera vez, las diferencias sociales aparecían plasmadas
ante sus ojos en retazos de la vida cotidiana.
De todas maneras, y más allá de cuál haya sido
el instante en el que la llama de la pasión social se encendió
en Evita, hoy, cuando los argentinos conmemoramos el 83 aniversario
de su nacimiento en un país roto, desmoralizado, prisionero
en su propia crisis, se hace imprescindible rescatar algunos de los
momentos de la historia y la personalidad de Eva Duarte de Perón
para, desde ese ejemplo, recuperar valores fundamentales como la solidaridad
y la entrega sin retaceos.
Perón y Evita se conocieron en un festival organizado para
recaudar fondos para los refugiados del terremoto de San Juan. Unos
días antes, ella -que ya era una actriz reconocida-, había
recorrido las calles de Buenos Aires portando una alcancía
de la colecta destinada también a ayudar a los afectados por
el terremoto.
Aunque continuó con su carrera de actriz, a partir de su convivencia
con el entonces coronel Perón, Evita sacó a relucir
su más profundo perfil social. Los textos de los radioteatros
en los que actuaba transmitían un compromiso humanitario inusitado
para las actrices de su época.
Años después, confesaría "He aprendido en
el dolor de cada día, que es la escuela de los sencillos. Conozco
la crudeza de esperar. Sé de la angustia de ver pospuesta una
aspiración; y la certidumbre de poder abarcar ahora todo aquello
que veía remoto e inaccesible me hace ser modesta ante las
cosas".
Pero esta no era sólo una visión, sino que constituía
en una actitud de vida en Evita.
Trabajadora incansable, llegaba temprano a su despacho de la Secretaría
de Trabajo y muchas veces, la medianoche la encontraba separando y
embolsando la mercadería que le enviaban como donaciones.
A partir de esta tarea nace la idea de crear la Fundación que
ella misma dirigía y que, además de la asistencia social
directa concretada en el reparto de libros, ropa y juguetes -que alcanzaban
a los 3 millones de unidades anuales-, dejó cuatro policlínicos
modelo, seis hogares de ancianos, tres hogares de tránsito,
una veintena de hogares-escuela, ciudades universitarias en Córdoba
y Mendoza, un comedor universitario en La Plata, complejos para turismo
social en Río Tercero y Chapadmalal y la República de
los Niños en Gonnet.
Sin embargo, nada le impedía continuar con sus "tardes
de ayuda social" en las que recibía a gentes del pueblo
que le llevaban sus problemas y necesidades. "Las audiencias
con los pobres son mis descansos en la mitad de muchas jornadas agotadoras",
solía responder cuando algún colaborador le pedía
que se tomara un respiro.
Así, en jornadas inacabables de trabajo, en contacto permanente
con la piel del pueblo que la amaba, con su constante actitud de entrega
y renunciamiento, Evita fue construyendo a la "abanderada de
los humildes". La compañera, la hermana, la madre, el
emblema de una lucha que no terminará hasta que no triunfe
la Justicia Social.
Por eso, y a pesar de todos los homenajes y demostraciones, la dimensión
de su figura, el tamaño de su entrega, merecen un nuevo reconocimiento.
El 7 de mayo de 1919, en un pequeño pueblo de la Provincia
de Buenos Aires, nacía Eva Duarte. Y, también, nacía
la Justicia Social.
Porque así lo siento; porque sé que así lo siente
la mayoría del pueblo argentino. Porque sabemos que de esa
forma se proyecta la figura de Evita a nivel mundial es que he presentado
un proyecto de Ley para que se declare al 7 de mayo como Día
de la Justicia Social.
Ella se merece este y otros homenajes. Porque en el pueblo, todavía,
"se siente, se siente, que Evita está presente".
(*) Presidente de la Cámara de Diputados de la provincia de
Buenos Aires - PJ