INICIAR
ALGO NUEVO
Por
Julian Licastro (*)
"La acción pura es una energía ciega que se
destruye a sí misma,
cuando no recibe y acata las leyes de un principio anterior y superior
a ella, capaz de darle sentido y un fin".
Leopoldo Marechal, 1936
Un problema principal con un razonamiento secundario
El naufragio irremediable del actual esquema político, excede
las críticas que se pueden formular a sus circunstanciales
personajes. Corresponde, en realidad, a un largo período de
desgaste de las concepciones partidistas y caudillistas, que no supieron
ni quisieron tomar nota de la evolución del mundo de la postguerra
fría, por decir lo menos. Ahora, el recitado de ideologías
y discursos tediosos ya no basta para encubrir la esterilidad estratégica
que ha unido, para peor, el "no sabe" del improvisado al
"no se puede" de la burocracia.
La mentalidad del "punterismo electorero", que conoce hasta
el hartazgo el peso de cada cargo en los menores distritos, es impotente
siquiera para plantear un debate con asesores económicos y
técnicos. Aquí la suma resta, cuando no hay mínima
coherencia doctrinaria, a diferencia de los puestos y recursos que
se negocian, con absoluto criterio material, para las internas fraticidas
y las operaciones de reparto. El tema es que ningún problema
principal se resuelve con un razonamiento secundario. Y la acción
organizada, para el nivel del estadista, exige primero tener buenas
ideas y ordenarlas con un sentido trascendente para orientar su conducción.
Cuando decimos "trascendente" nos referimos a algo no inmediatista,
no circunstancial ni contingente, ni tan en exceso relativista y pragmático
que caiga siempre en el oportunismo más cruel en sus resultados
mediatos. Lo que equivale a afirmar que no hay estadismo sin meditación
filosófica y política, porque la verdadera conducción
no es otra cosa que el pensamiento nacional en acto, el que entraña
comprender una historia, tener una cultura y compartir un destino.
O sea: disponer de una formación adecuada para encarar el liderazgo
con acierto.
Esta formación combina el conocimiento intelectual y la vida
espiritual para ejercer el don inefable del carisma, que alcanza la
aptitud de despertar reacciones positivas en el inconciente espiritual
colectivo, con claridad y fuerza. Es la capacidad, no sólo
de hacer asimilar y saldar las experiencias vividas, sino de transformar
la percepción de los problemas en la mente y el corazón
de la gente, para aplicarla con entusiasmo a su resolución.
Esto requiere la facultad de un nuevo lenguaje de hechos e ideas,
con nuevos conceptos cargados de sentido y pasión, acorde con
la finalidad de reconstruir el país en uno de sus momentos
más difíciles.
La
apropiación legal contra la propiedad legítima
En todos los órdenes de la vida los hechos humanos adquieren
mejor significado en la misma proporción en que se pueden expresar
y transmitir para compartirse. La verdadera política, como
arte de la persuasión, no del mando ni la manipulación,
enfatiza esta cualidad expresiva, para elevar las condiciones de la
existencia en comunidad. Por la vía del absurdo, en cambio,
podemos ver como la falta de definición y manifestación
precisa propaga el desconcierto y la disgregación.
Este principio general es crucial para afirmar la conducción
nacional de nuestra economía. Ella requiere la visión
de los pensadores, la comprensión de los estadistas y la habilidad
de los tácticos, pero no en orden inverso; porque cuando reina
el "tactiquismo" no hay proyecto ni victoria estratégica.
Máxime ante el desborde de la acumulación financiera
mundial, que hace saltar el sistema del postulado fundamental de propiedad,
que edificó el desarrollo capitalista. Hoy comprobamos como
la propiedad privada de los ciudadanos, en sus remuneraciones, ahorros
y bienes, es vulnerada totalmente por las grandes concentraciones
y flujos del poder especulativo a escala global y local.
En consecuencia con esta realidad, la cuestión no puede plantearse
en los términos simplistas de romper o continuar las tratativas
con los organismos internacionales, o en la de fijar o flotar el precio
de la divisa de intercambio. Estas y otras decisiones compatibles
para no aislarnos del continente y del mundo, son contigüas a
la resolución esencial de los planes propios para potenciar
el desarrollo de nuestros recursos naturales, posición geográfica
y defensa del trabajo argentino. Porque nuestra permanencia como comunidad
organizada está en la capacidad de trabajo, desplegada con
convicción, habilidad y energía en todo el territorio
nacional.
Esta es la base para establecer luego, los buenos negocios que necesitan
del empresariado nacional y extranjero. Porque "la ocupación
es un signo que indica si el capital es utilizado eficientemente"
(Perón). Y la inversión se legítima cuando comparte
el riesgo, conformando con los trabajadores y los profesionales del
país verdaderas y sanas sociedades económicas. Porque
"invertir" sin producción ni riesgo, no es inversión
sino maniobra especulativa, apropiación encubierta o robo "legalizado".
Lo único seguro es la inseguridad
En este panorama apabullante, donde se lee todo un "manual de
conducción" al revés, lo único seguro es
la inseguridad. Múltiples versiones y cambios de actitud. Mega-reuniones
donde es imposible decidir nada coherente. Contradicciones insalvables
por las ópticas diferentes del parlamentarismo y el presidencialismo.
Anuncios de nuevas reformas legales y constitucionales a despecho
de la mínima estabilidad jurídica. Y la persistencia
de una crisis bancaria, aprovechada por un poder brutalmente asimétrico
que ha empobrecido a las mayorías, pero enriquecido a la vez,
y sin límites, a determinados grupos cómplices. En fin,
un remedio peor que la enfermedad, al que sólo le corresponde,
admitiendo el fracaso de la transición económica, urgir
los términos de la transición política, llamando
a elecciones generales.
Si esta apertura no se realiza enseguida, arriesgamos el quiebre de
este frágil "orden" político por la fuerza
más difícil de aplacar porque está montada en
la desesperación que provocan las necesidades elementales insatisfechas.
Fuerza social que se reúne cuando se rompe la esperanza en
un sistema sustentado por normas, aunque fuesen mínimas, de
equidad y progreso colectivo. Fuerza beligerante que se potencia ante
la represión física, como principio del fin de un gobierno
"democrático".
En este marco convulsivo se invierten las categorías de análisis,
como suele ocurrir en las vísperas de hechos históricos
por su naturaleza transformadora del poder. Así, parafraseando
un célebre aforismo del gran intelectual que fue Frantz Fanon,
que hablaba de la paradoja colonial entre "civilización"
e "incivilización", podemos decir que, por culpa
de cierta dirigencia argentina obcecada en sus cargos, que igual va
a perder: se aproxima la hora en que los impolíticos politizarán
a la política. Juego de palabras válido para señalar
que se avecina un cambio total e impostergable. El cambio por una
nueva y alta conducción.
Los espacios políticos del país necesitan nuevos aires,
para que sean lugares abiertos al encuentro comunitario, donde cada
geografía se haga poder territorial por la presencia del pueblo
organizado en familias, empresas y organizaciones sociales. El fin
de la partidocracia aliada a la apropiación financiera, y no
a la cultura del trabajo y la producción, es el fin de las
viejas jurisdicciones de dominio, donde el espacio político
y público fue instrumento de la corrupción institucionalizada.
Se acabó pues el aislamiento y la indiferencia que inhibían
el nuevo movimiento social. Y la condena al anonimato con que los
medios, al servicio de los privilegios, sentenciaron a los dirigentes
probos excluídos en las internas fraguadas y los escenarios
de política-ficción.
La verdad se revela en nuestra evolución
La realidad, pese a todo, es más obstinada que el engaño
y finalmente lo doblega. Tarde o temprano "la verdad se revela
a sí misma", en la historia de los pueblos que luchan
y trabajan por su evolución. Sin este impulso sostenido de
progreso, que incluye el intento de maduración social y la
toma de conciencia política, la que prevalece no es la verdad
sino la mentira, causa de la opresión interna y la dependencia
del exterior. Por eso no debemos renunciar nunca a la conducción,
ni desesperarnos por la falta de ella, sino redoblar los esfuerzos
para construirla como culminación de un sistema participativo
de acción.
Marechal, como gran pensador y poeta argentino comprendió hace
mucho la aparente lentitud con que se opera la sacralización
vital del país, según los movimientos del alma del pueblo.
En esos ciclos recurrentes de victorias y derrotas, "el espacio
se espiritualiza al ser incorporado a la interioridad del hombre".
Siguiendo su consejo, con los ojos del alma, cada generación
debe ver a la Argentina como algo nuevo, pleno de posibilidades de
realización, a condición de no interrumpir la formación
de los discípulos del pensamiento nacional. La obra pendiente
exige pues una abnegación especial, dispuesta siempre a renovar
el desafío, aunque parezca que no podremos recoger todos sus
frutos, ya que la meta es el camino.
Su profecía, válida para este tiempo de crisis y reconstrucción,
nos incita a captar los hechos extraordinarios y excepcionales que
se esconden en nuestra vida cotidiana, cuando los contemplamos con
sentido de comunidad y sin impaciencia personal. Por eso resumió
nuestra historia en su creación poética, pidiéndonos
que supiéramos aceptar, sin resignar el heroísmo, que
"la infancia de la patria se prolonga" más allá
de nuestra vida terrena.
Julián Licastro es autor, entre otros, de los siguientes libros:
"Formación de dirigentes para la nueva política",
1999, "Líderes Comunitarios: el quinto poder", 2000
y "La voluntad de conducción", 2001.