Cuesta
abajo
Por
José Enrique Velázquez
Cuando
se están cumpliendo 67 años de la trágica muerte
de Carlos Gardel, el cantor que llevó el tango a los más
altos niveles internacionales, el hombre que hizo decir a un ejecutivo
cinematográfico de los Estados Unidos "tiene un pájaro
en su garganta", Cuesta Abajo, el título de una de sus
canciones más famosas y de una de las películas que
interpretó, podría representar la síntesis más
acabada de la situación argentina y de América del Sur.
Aquellas estrofas donde dice "cuesta abajo en mi rodada, las
ilusiones pasadas
", surgen hoy como premonitorias. Porque
la rodada vertiginosa que ha sufrido nuestro país y que comienzan
a padecer nuestros vecinos sudamericanos no estaba en los cálculos
de nadie. O, en todo caso, podía estar en el pensamiento de
muy pocos a los que se miraba como especímenes raros, de aquellos
que procuran "amargar la fiesta".
Lo cierto es que hoy, el gran Gardel podría cantar con absoluta
propiedad aquello de "cuesta abajo". Porque seguimos cayendo
y todavía no se vislumbra cuál es el piso del desplome.
Pero ahora ya no monopolizamos la caída. Y aunque es cierto
aquello de "mal de muchos, consuelo de tontos", Brasil y
Uruguay afrontan problemas parecidos a los que los argentinos conocemos
desde hace más de 4 años y que alcanzaron su cumbre
en las postrimerías del año anterior.
Sin embargo no se circunscribe a estos tres países la "rodada"
latinoamericana. Chile, Perú, Venezuela, Colombia y Paraguay
están siendo afectados por la dureza de la actual administración
norteamericana, por el retiro de los inversionistas y -en alguna medida-
por los coletazos de la profunda crisis argentina. Por nuestro "Cuesta
Abajo".
La cuestión es que el llamado "cordón sanitario"
armado para acotar la crisis argentina sólo a nosotros (los
que debíamos ser castigados y exhibidos como una lacra de la
naturaleza), no ha logrado el resultado previsto. Por el contrario,
la crisis se extiende -imparable- por toda la geografía latinoamericana
y hasta el aparentemente sólido México empieza a sospechar
que no saldrá indemne de esta debacle continental.
Es posible recordar ahora aquello que comentábamos allá
por enero -cuando recién se iniciaba el gobierno de transición
de Eduardo Duhalde-, sobre las gestiones del presidente de Brasil,
Fernando Henrique Cardoso, que reclamaba ante mandatarios europeos
y funcionarios yanquis que no dejaran de ayudar a Argentina, porque
el efecto de nuestra crisis podía desembocar en una situación
caótica que agregaría complicaciones a las que se presagiaban
para América del Sud, con el posible triunfo de Lula en las
elecciones presidenciales de octubre, con el disgusto que produce
el venezolano Chávez en el gobierno de los Estados Unidos,
y con los siempre vigentes conflictos colombianos.
La gestión de Cardoso pareció surtir efecto y se tuvo
la sensación de que las destempladas declaraciones de los funcionarios
del Tesoro de los Estados Unidos y de las máximas autoridades
del Fondo Monetario Internacional, podían ser corregidas por
el efecto de la cruel realidad latinoamericana. Pero el apoyo a Argentina
se demoró y hoy no se sabe si llegará alguna vez.
Brasil, Uruguay, Chile, Perú, Paraguay, Venezuela, Colombia,
están mostrando que el gravísimo temblor no se circunscribe
a nuestro país, sino que está sacudiendo a todo el Cono
Sur. Y el sentimiento antiyanqui y antiFondo vuelve a crecer por estos
lares. Sin embargo, por lo menos en Argentina, el sentimiento parece
ser ambivalente, ya que por un lado han crecido en la preferencia
popular Luis Zamora y Elisa Carrió (asumidos como "antiyanquis"),
pero también ha crecido rotundamente Carlos Reutemann, de quien
se dice que es el preferido de los Estados Unidos.
Y aún Carlos Menem, de quien la abrumadora mayoría de
los consultados en las encuestas dicen que no lo votarían,
logra adhesiones en cuanto a que es uno de los pocos que podría
conseguir el apoyo del gobierno del país del Norte, con dólares
contantes y sonantes. También son muchos los encuestados que
aceptan que la dolarización -que el ex presidente promociona
como la gran panacea- podría ser una solución para superar
esta crisis cuasi terminal.
Claro que Menem necesita que esta "cuesta abajo" que hemos
emprendido llegue a un punto que se convierta en caos. El y sus asesores
están convencidos de que en esa instancia la desesperación
nos inducirá a elegir a quien -ellos lo dicen- es el único
con las condiciones de líder indispensables para sacarnos del
marasmo.
José Manuel De la Sota ha quedado relegado y sólo podría
ser tenido en cuenta para compartir la fórmula con el actual
gobernador de Santa Fe. Los que lo conocen bien dicen que "el
gallego" optará por ser nuevamente gobernador de Córdoba,
porque ha quedado fuera de competencia -por cuestiones personales-
quien hubiera sido su gran rival, el radical Martí.
Y aunque las internas abiertas simultáneas que determinarán
las candidaturas favorecen a Reutemann, las dudas se instalan en torno
a quién será su compañero de fórmula,
porque si bien se acepta que De la Sota podría reunir el perfil
ideal, hay quienes creen que un representante del PJ bonaerense no
puede faltar.
En ese sentido, algunos piensan que el duhaldismo impulsa al gobernador
Felipe Solá, como un modo casi elegante de sacarlo de la carrera
en la provincia de Buenos Aires, en la que quieren instalar a "Chiche"
Duhalde. Carrera en la que también se anotan Osvaldo Mércuri
-el candidato eterno-, Raúl Othacehé, Alfredo Atanasoff,
y otros que "no se miran en el espejo", según dice
un irónico justicialista, observador implacable de la interna
partidaria.
En esa dura interna se inscribe la pulseada que cierto sector de la
rediviva "diputadora" sostiene con el gobernador Solá.
Algunos de sus integrantes no parecen haber tomado nota de la situación
del país, de la población en general y de los cambios
que el pueblo está exigiendo. No han advertido que estamos
"Cuesta abajo". Y que, si no se ponen a tono, también
los terminará por arrastrar. (AIBA)