Una
cuestión de privilegios
Por Javier Guevara
El
martes último el Senado aprobó el pago por "única
vez" del medio aguinaldo. El trámite en cuestión
-que se viene realizando todos los años- es un formalismo a
través del cual el propio cuerpo aprueba el pago a los legisladores
de un sueldo anual complementario. Esta aprobación se debe
realizar por cuanto ningún legislador se encuentra en relación
de dependencia con el Estado: no perciben sueldo sino una dieta y
por ende no les cabría el cobro del medio aguinaldo.Eso sí,
el mismo cuerpo autoriza a que lo cobre quien quiera, y quien no tenga
intenciones de percibir esa suma pueda donarla. Además, para
mostrar que la Cámara Alta está a la altura de las circunstancias,
al día siguiente de aprobar el pago de la dieta extra los senadores
aprobaron el proyecto que intenta bajar los costos de la política.El
juego de palabras no es casual y detrás de la paradoja presentada
por los senadores se encuentra la más lamentable postal de
nuestra sociedad: desde los sectores de poder se publicitan maniobras
políticas tendientes a formar parte del ajuste económico,
pero en los hechos se demuestra lo contrario.El espíritu de
cuerpo demostrado ante esta medida pone de manifiesto la verdadera
demagogia de los sectores enquistados en el poder. Hacen recordar
a la confesión de aquel Domingo Cavallo pujante de los principios
de los 90, que aseguraba no poder vivir con menos de 10 mil pesos.
Y también demuestra que todos los esfuerzos realizados por
la ciudadanía nunca fueron acompañados por los sectores
gobernantes. En el Te Deum celebrado el pasado 25 de mayo el cardenal
Jorge Bergoglio realizó una fuerte crítica a la dirigencia
política: aseguró que el país "está
dañado por los privilegios, por los que utilizan el poder en
su provecho a cuenta de la legitimidad representativa", pero
"exigen sacrificios incalculables, escondidos en sus burbujas
de abundancia, mientras evaden su responsabilidad social y lavan las
riquezas que el esfuerzo de todos produce".Precisamente uno de
los mayores problemas que posee la actual estructura social de nuestro
país tiene que ver con los privilegios que detentan ciertos
sectores, en comparación con los del resto de la sociedad.Privilegios
son, por ejemplo, los que poseen las empresas privatizadas que tienen
subsidios estatales o bien están beneficiados al no pagar los
aportes patronales de sus empleados. Privilegios son también
los que tienen los legisladores que hacen uso de su función
para obtener beneficios personales. Privilegios posee la iglesia,
que obtiene importantes exenciones impositivas. Privilegios tiene
el Estado nacional, que para disminuir su déficit fiscal aumenta
o modifica impulsivamente sus tasas. Privilegios son lo que poseen
las empresas de servicios que, a pesar de la ley de convertibilidad,
aumentan anualmente sus tarifas. Privilegios gozan las empresas concesionarias
de los peajes, que les permiten cobrar a cuenta de obras a realizar
en el futuro.El común de la gente, las personas que se levantan
temprano o trabajan hasta tarde, los pequeños empresarios o
comerciantes, los que en definitiva mueven la economía del
país, no tienen ninguno de estos privilegios. Y muy por el
contrario, los mantienen. Todo esto sin hablar de los desocupados
que se generaron en el último lustro. En definitiva, el grueso
de la sociedad no posee ningún privilegio. Y es más:
para ellos los derechos garantizados en la Constitución Nacional
son solamente palabras escritas que no se cumplen.Hace muchos años
el novelista Mark Twain escribió "Príncipe y Mendigo",
libro en el que relata la historia de un joven mendigo con un gran
parecido físico a un caprichoso príncipe. Este decide
realizar un intercambio de roles momentáneo para salir de la
rutina en la cual lo sumía la realeza. Pero luego no le será
tan fácil abandonar su papel de mendigo y por varios días
deambulará por su reinado como un mendigo. La historia (con
final feliz) le permite a aquel caprichoso príncipe madurar
intelectualmente y solidarizarse más con sus súbditos
y luego tendrá un reinado justo gracias a lo aprendido durante
sus días como mendigo.El relato del novelista americano, queriendo
o no, se acerca a la real problemática de quienes detentan
el poder: están tan alejados de los padecimientos cotidianos
de quienes gobiernan que no llegan a entender la verdadera crudeza
de la situación de los gobernados.Es así como los senadores
nacionales se aprueban un pago adicional de más de 3 mil pesos
pensando que no afectará demasiado a la economía del
país. Y si bien es cierto lo primero, no deja de ser cierto
que un gobierno que exige esfuerzos, sacrificios y austeridad a la
sociedad no puede por otro lado despilfarrar dinero en provecho propio.
Cuando en este país se comiencen a atacar los privilegios que
poseen unos pocos en detrimento del conjunto de la sociedad podremos
decir que vamos por la buena senda. Mientras tanto sólo serán
vanos intentos de maquillar lo que en realidad es el negocio de unos
pocos.
Junio de 2001