Memorias
de una bandera idolatrada
Por
Horacio García Bossio
En
los últimos tiempos, dadas la terribles situaciones de la vida
cotidiana, las imágenes de la "Bandera idolatrada, la
enseña que Belgrano nos legó", tejen un conjunto
de sensaciones que oscilan entre las lágrimas de los desocupados
de Salta, los pomposos discursos oficiales y las inocentes miradas
de los niños en los actos escolares, que no entienden por que
si el General Belgrano falleció el 20 de junio se lo recuerda
el día 18 (ya que el fin de semana largo "no se toca,
caiga quien caiga").
Aquí
está...
...la
Bandera que un día se esfumó en la memoria colectiva
de miles de argentinos, que se olvidaron de su creador, muerto en
la más absoluta miseria, pero a quien la Historia Oficial elevara
a los altares cívicos, desdibujando al hombre para cederle
su espacio al héroe sacrosanto.
Aquí
está...
...la
Bandera esplendorosa, que se destiñe ante la convocatoria de
acreedores que pesa sobre la pobre Aerolíneas Argentinas y
sobre sus miles de trabajadores al borde de la extinción, y
que se debate en torno a un nacionalismo económico perdido
envuelto en una marea de empresas multinacionales que dominan en el
mercado interno.
Aquí
está...
...como
el cielo refulgente, intentando posicionarse nuevamente, con el llamado
"compre argentino", en el marco regional del Mercosur, mientras
el Ministro Domingo Cavallo sigue explicando por el mundo las bondades
del tipo de cambio bimonetario, que pone al peso como el salame del
sándwich entre el dólar y el euro.
Aquí
está...
...la
bandera, desafiando al mundo globalizado en el afán de ser
competitivos, de insertar nuestros productos "made in Argentina"
en franjas de comercialización de bienes sofisticados. Pero
para ello debemos reducir los costos de producción y las únicas
soluciones que se nos ocurren se traducen en la precarización
del empleo en vez de ser más creativos.
Después
de...
...haber
cruzado el Continente, Exclamando a su paso libertad. Esa libertad
que se construye a partir de rescatar un pasado de dolor pero con
la esperanza de tener generaciones que nacieron en una nación
democrática, en crisis, pero que confía en sus representantes
elegidos por el sufragio popular. Este legado no es poca cosa y se
inscribe en el sueño de grandeza de don Manuel. Aunque esta
nota la escriba después del aniversario de su muerte como una
señal que me ilumina para mantenerlo vivo en mis acciones.
(AIBA)