"El
Humor Político... ¿hace Política?"
Por
Horacio García Bossio
Desde
la formación de la llamada Argentina Moderna, allá por
los años ´80, el humor político fue la salida
para enfrentar una realidad política, social y económica
de exclusión para la mayoría de la población.
Recordemos que el llamado Régimen Conservador era acusado de
gobernar a través del fraude electoral, amparado por el éxito
del modelo agroexportador que generaba una gran rentabilidad expresada
en el crecimiento sostenido del PBI, aunque no se daba una redistribución
equitativa de esa renta nacional, sino una concentración progresiva
del ingreso a favor de la élite. La clase media y los sectores
populares quedaban fuera de ese esquema. Por ello la aparición
de publicaciones como El mosquito o Caras y Caretas eran un salvavidas
de ironía frente a una difícil situación
Es que el humor, en general, es un bálsamo frente al dolor,
a la sinrazón o ante la opresión. Sólo las personas
capaces de reírse de sí mismas alcanzan la verdadera
sabiduría. Es que en el medio de las crisis (y desde el Virreinato
somos campeones de ellas), los argentinos hemos superado la locura
con el recurso maravillosos del humor. En el ámbito político,
ante la sucesión de estructuras violentas y autoritarias, sólo
a través del humor político se pudieron sacar a la luz
las críticas más mordaces y más lúcidas
a los distintos gobiernos que supimos conseguir. Tampoco es casualidad
que esos mismos gobernantes buscaran acallar las voces de quienes
se burlaban de ellos, aduciendo que les faltaban el respeto. Es que
no entendían que el respeto que emana de la función
pública sólo se construye a partir del ejercicio ético
de la misma, del poseer autoridad moral para el cargo.
Los griegos, como maestros del juego político, lo tenían
al comediante Aristófanes, quien desde la comedia satirizaba
a la clase dirigente. Los bufones medievales hacían reír
a los señores feudales ironizando sobre sus propias costumbres.
En los países potencias, los nuevos juglares se visten de personajes
del cine o de la TV. Es el caso de series como M.A.S.H. o las películas
de Mel Brooks, que se reían del drama de la Guerra de Corea
o de la tensión ruso-norteamericana (el Super Agente 86). En
los ´80, el modelo neoliberal encarnado en el binomio Ronald
Reagan-George Bush sufrieron las mordaces críticas de Los
Simpson sobre las bondades del sueño americano.
En nuestro País, esa salida al humor continuó los pasos
de la citada Caras y Caretas en los convulsionados años ´60,
con Tía Vicenta de Landrú (clausurada por el
régimen de facto del General Onganía por "burlarse
de la investidura presidencial") o por la revista Humor,
en los ´80, censurada por los últimos coletazos del Proceso
militar.
Si Mafalda fue un canto a la lucidez generacional, Tato Bores fue
el profeta clamando en el desierto, con monólogos tan premonitorios
de la desgracia nacional que asustan por la actualidad de su diagnóstico.
Paradójicamente el Tato de los últimos años del
menemismo se había mudado de la ironía a la acidez,
quizás porque sus libretistas eran sus jóvenes hijos
que se mostraban descarnadamente descreídos de la política
como vía de solución a los reclamos de la gente.
En la administración menemista el Gaturro de Nik,
o el chiste de tapa de Página 12 recrudecieron la crítica
desde la sonrisa. En la actual gestión del Presidente Fernando
de la Rúa, las humoradas del Show de Videomatch parecen
molestar al entorno gubernamental tanto como los paros de Moyano o
los piquetes reiterados. Pero estas parodias apuntan a desnudar las
falencias de la clase dirigente en general, en medio de una ciudadanía
que viene siendo testigo desde hace años de una lógica
de la sinrazón.
Es probable que la desesperación cotidiana haga su catarsis
riéndonos de nuestras miserias. Siempre es preferible esta
salida antes que el nihilismo de la evasión (como proponen
estos nuevos reality shows) o la violencia irracional que nos llevó
a la hecatombe.
Porque como diría un viejo humorista "... si a la vida
le sacamos el humor ¿qué nos queda?..."
LA
PLATA, 14 JULIO (Especial de AIBA).