El
nepotismo del tercer milenio
Por
Mariano Belgrano (* Aclaracion)
Quienes
seguimos en detalle desde mediados de 1983 el retorno de nuestro país
a la vida democrática ya conocemos sobradamente el pedigree
de nuestra dirigencia política. De más está decir
que no se ha producido un recambio generacional de dirigentes y los
mismos nombres encabezan las listas de candidatos una y otra vez,
cada dos años.
Ante la profunda crisis política -que llevó a la económica--
que padecemos los argentinos, cabe preguntar a este "elenco estable"
¿qué hicieron de útil durante estos diecisiete
años y medio de actividad y militancia?
A muchos argentinos les eriza la piel escuchar los consejos de Raúl
Alfonsín, único presidente argentino que renunció
y huyó de su cargo cuando fracasó estrepitosamente su
gestión. La pregunta es: ¿si no hizo nada cuando tuvo
todo el poder --y vaya si lo tuvo-- qué puede hacer ahora,?
La respuesta es que el egocentrismo de determinados personajes políticos
los lleva a arriesgar hasta la destrucción total de nuestra
patria para que alguna turba de confundidos los vaya a buscar y proclame
salvadores de nuestras instituciones y de nuestro futuro.
En este triste marco encontramos familias "patricias" de
la política, como la que encabeza el senador nacional Leopoldo
Moreau, secundado por su ex esposa, María del Carmen Banzas,
y por su hija, importante dirigente de la Juventud Radical en la provincia.
Eso se llamó nepotismo en alguna época.
Pero hagamos un ejercicio de memoria: desde 1983 hasta hoy Leopoldo
Moreau nunca ganó una elección interna en su lugar de
origen, San Isidro, pero fue elegido diputado nacional en varios períodos,
ocupó cargos importantes en la Unión Cívica Radical
y, luego del Pacto de Olivos, merced a un acuerdo de convivencia con
el entonces gobernador Duhalde, se convirtió en senador nacional
por Buenos Aires.
No obstante, no recordamos que el senador Moreau haya presentado un
proyecto de ley que haya servido para mejorar la vida de los argentinos,
aunque sí innumerables declaraciones que quedan solamente en
los archivos de los diarios y nada más que eso. Pero no todo
es crítica. En una charla de café, preguntamos a un
militante de la UCR hace ya unos seis años, cuál era
el secreto de Moreau y respondió que "es un capo para
la rosca y un tractor como militante. Te da vuelta una convención
del partido en una hora, es impresionante".
Es claro que de la respuesta no surge nada que tenga que ver con un
esforzado luchador por mejorar la calidad de vida de los ciudadanos,
ni un especialista en alguna rama de la ciencia, ni siquiera representante
de algún grupo de interés.
Sigamos con su esposa, actual presidente del Bloque de diputados provinciales
de la UCR, que tuvo una actuación destacada en la instrumentación
del Plan Alimentario Nacional conocido como PAN, que fue ampliamente
rechazado por los sectores bajos a quienes estaba dirigido. Además,
todos recordamos los cuestionados manejos que se hicieron y en los
que intervino un hermano de Raúl Alfonsín, Fernando,
hoy jubilado de privilegio.
Es un clásico la anécdota de una visita de la señora
Banzas de Moreau a la Legislatura bonaerense en aquellos dorados años
del alfonsinismo en la que afirmó que "se están
abriendo comités radicales en las villas mientras las unidades
básicas van desapareciendo".
Esta mujer, preclara visionaria política, hoy conduce un Bloque
legislativo, mientras su ex marido presidía el Comité
provincia de la UCR, ocupa una banca en el Senado Nacional y ahora
es primer candidato a diputado nacional. Y una hija, que sigue los
pasos de los padres, ocupa un cargo de conducción en la JR
bonaerense. Son verdaderos vampiros de las arcas públicas,
ya que chupan sangre pero no dejan nada a cambio.
Es hora de que los propios correligionarios comiencen a pedir explicaciones
a dirigentes como Moreau y su familia, para que rindan cuentas de
qué hicieron con el dinero que los contribuyentes argentinos
aportamos para que lleven un estilo de vida acomodado y nunca hayan
necesitado presentar un currículum ni asistir a una entrevista
de trabajo. Total, los imbéciles seguimos pagando nuestros
impuestos para que ellos vivan una fiesta, que no es solamente menemista.
(AIBA)
(*)
El Sr. Mariano Belgrano DNI 8.267.295 y el Sr. Mariano Belgrano
(h) DNI 26.587.266 desean aclarar que no son autores de esta nota