No
hay dos sin tres
Por
José Enrique Velázquez
Casi
al borde de la recurrencia esta columna se refiere frecuentemente
al ex vicepresidente Carlos Alvarez. Es que su manera de hacer política
ha sido uno de los factores fundamentales para profundizar la crisis
que sufre el país. Entonces, aunque parezca reiterativo, debe
mencionarse a quien contribuyó a agravar una situación
que de por sí era muy difícil, especialmente por su
renuncia-fuga a la Vicepresidencia de la Nación. Ahora, quizás
arrepentido por haber aceptado conformar la Alianza que facilitó
el encumbramiento de De la Rúa al cargo más importante
del país, ha pasado a una neta oposición y todo hace
pensar que pergeña una nueva coalición donde, por tercera
vez, podría ser candidato a vice.
Quizás creyendo que puede encadenar aquello de "no hay
dos sin tres" con el otro "la tercera es la vencida",
ahora intentaría convencer a la hipermediática Elisa
Carrió ("Lilita" para los mismos periodistas que
antes le decían "Graciela" a la políticamente
desaparecida Fernández Meijide) de que deben alcanzar un acuerdo
que tenga impacto electoral en el 2003. Primero fue con Bordón,
en aquel frustrado intento de vencer a Menem. Luego acompañó
a De la Rúa, con quien -Menem mediante- consiguió derrotar
a Duhalde.
La nueva alquimia sería conformar una fórmula con la
chaqueña, donde --no podía ser de otro modo-- Alvarez
volvería a ser acompañante. Es que su vocación
no es asumir la responsabilidad de gobernar; si bien quiere ejercer
el poder no acepta hacerse cargo de los costos que ello conlleva.
Prefiere que otro ponga la cara. Sueña con algo así
como "X al gobierno, Alvarez al poder".
El estrepitoso fracaso de la Alianza puso en evidencia la conducta
netamente electoralista del ex líder del Frepaso, por lo que
no debe desdeñarse que esté elucubrando acordar con
la diputada Carrió en la búsqueda de volver a derrotar
al PJ, que se perfila como posible ganador en el 2003, a través
de Carlos Ruckauf y/o de José Manuel De la Sota.
Así como en 1997 aceptó salvar a Alfonsín de
la hecatombe electoral, conformando la Alianza que permitió
vencer al PJ en los comicios de aquel año, y luego consintió
compartir fórmula con De la Rúa, en una melange incomprensible,
ahora en su búsqueda teñida de rencor contra el partido
que lo lanzara a la política, el acuerdo con Carrió
parece encajar perfectamente en su estrategia. Cierto es que hoy su
imagen ha caído vertiginosamente. Sin embargo, dada la importancia
institucional del cargo que ostentó, más el hecho de
haber sido jefe de uno de los partidos que conformaron la Alianza,
la influencia de sus dichos y actitudes sigue siendo significativas,
sobre todo para los observadores externos, que ven con asombro y preocupación
la falta de apoyo político que el ministro Cavallo --de hecho
ejerce el poder en el Gobierno Nacional, concretando el sueño
que no pudo plasmar Alvarez-- dispone en el oficialismo.
Es tan evidente esta situación como lo es el permanente intento
del "Mingo" de mostrar que tiene el respaldo de los más
poderosos gobernadores justicialistas, Ruckauf, De la Sota y Reutemann.
Claro que eso lo hace con el propósito de obtener credibilidad
en quienes podrían refinanciar la deuda argentina. Aunque su
propuesta de respaldar la deuda con la recaudación divide las
aguas, porque los justicialistas, molestos por la operación
de prensa que los hacía aparecer avalando la medida, ahora
le exigen al gobierno nacional que primero consiga el apoyo de la
propia tropa, antes de sentarse a conversar sobre el tema.
Pero la orfandad oficial y la atonía de un gobierno que sólo
parece tener un funcionario activo (con una presencia menor de Patricia
Bullrich), hace abrigar dudas sobre el desarrollo futuro de la institucionalidad.
Aunque se especula con un posible llamado a elegir Vicepresidente,
"legalizando" la gobernabilidad mediante Cavallo, no son
pocos los que creen que de terminar en un fracaso la gestión
cavallista, Argentina desembocará en un caos que sólo
podría culminar con la renuncia del propio Presidente.
Es posible que, abriendo el paraguas por si esa eventualidad se concreta,
el PJ comience a prepararse para una contienda que se anticiparía
en mucho a los tiempos constitucionales. Por eso desde Buenos Aires,
Duhalde y Ruckauf conformaron el bloque "federal" de diputados
alineados con ellos y, más rápido que ligero, De la
Sota se puso a la cabeza del bloque de los legisladores que no acompañaron
esta movida pero que tampoco reconocen a Menem como su actual líder.
El menemismo, cada vez más desvencijado, se quedó en
franca minoría en un bloque que hasta esta instancia había
podido manejar, debido a su cohesión y disciplina hacia el
riojano.
El objetivo de De la Sota, Duhalde, y Ruckauf no se le oculta a nadie:
primero, dejar sin poder político alguno al ex presidente,
agobiado por la investigación sobre la venta de armas; segundo,
estar preparados por si ocurre la peor de las posibilidades y De la
Rúa --siguiendo el ejemplo de Alvarez-- huye del gobierno.
La fría lectura de la realidad muestra que el éxito
no está acompañando a Cavallo, que ha atenuado en mucho
la expectativa que había generado con su aparentemente heterodoxa
manera de conducir la economía. Pero las medidas tomadas --en
su amplia mayoría-- fueron a contramano de su discurso y sólo
ha hecho lo que López Murphy pretendió llevar a cabo,
sólo que en mayor grado y haciendo creer que hacía lo
contrario. Aunque Cavallo, en su tercera gestión importante
en dos décadas, padece el gran problema que representa la carencia
de respaldo político del propio gobierno. No obstante, previsoramente
se ha "abierto" de su partido para que éste tenga
posibilidad de negociar alianzas provinciales, básicamente
con el justicialismo, sin que ello lo comprometa en su gestión.
Pero muchos creen que en su caso se reiterará la actitud de
su ex amigo Alvarez, y tendrá que renunciar, corrido por el
fracaso económico. De otro modo, si algún éxito
acompañara su gestión en los próximos meses,
se instalará para competir en el 2003 con Ruckauf (o De la
Sota, si la imagen del gobernador bonaerense no se mantuviera como
hasta ahora) y con Carrió, repitiéndose el viejo "no
hay dos sin tres".
LA
PLATA, 14 MAY (Especial de AIBA).