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Hagamos una sencilla prueba:

Intenta nombrar los colores que lleva cada palabra, repito, no leer lo que pone, sino nombrar los colores en los que están compuestos cada palabra.

Cuesta, ¿verdad? Eso es debido a que tu parte derecha del cerebro quiere decir el color, pero tu parte izquierda insiste en leer la palabra.

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