La
crisis del transporte: violentos incidentes en la estación
Constitución
Hubo furia tras la demora en los trenes
Miles de pasajeros quedaron en medio de los desmanes, que
duraron cuatro horas y terminaron con 21 heridos y 16 detenidos
Los
trenes no salieron y miles de pasajeros que intentaban regresar
a sus hogares del sur del conurbano quedaron en el medio
del fuego y de la pedrea lanzada por otros usuarios que,
enardecidos porque las formaciones no partían, destrozaron
las 13 boleterías de la estación Constitución
e incendiaron la dependencia de la Policía Federal
que funciona en la cabecera de la línea Roca.
Fueron
cuatro horas de furia y caos que terminaron con 21 heridos
y 16 detenidos. Entre los heridos hubo 12 policías
y nueve pasajeros. Mientras que entre los presos figuraban
dos menores de edad.
"Comenzaron
a llover piedras de la nada. Primero, quemaron la oficina
de informes; después, las boleterías, y más
tarde, una moto", dijo Marcelo Bezina, encargado de
Evasión de Plaza Constitución (dependencia
de inspectores), dentro de su oficina en el hall principal.
Afuera, los cascotes que algunos pasajeros lanzaban contra
la policía pegaban en la puerta de madera y en las
chapas del quiosco de diarios ubicado entre los andenes
7 y 8.
Según
fuentes policiales y según los relatos que varios
testigos hicieron a LA NACION, los incidentes comenzaron
a las 17, cuando miles de pasajeros concentrados en el hall
central advirtieron que los trenes a La Plata, Glew y Ezeiza
no salían.
Pero
la escalada de violencia tuvo su pico a las 18.25, cuando
un grupo de manifestantes tomó una marquesina y la
usó como ariete contra la puerta de la División
Roca de la Policía Federal. Luego de romper la puerta,
incendiaron esa dependencia. Allí se refugiaron los
primeros 20 policías que, al principio, pretendieron
controlar la protesta.
En
la empresa Metropolitano informaron que el servicio se suspendió
debido a que dos convoyes del ramal eléctrico quedaron
varados cerca de la estación Hipólito Yrigoyen,
a diez cuadras de Constitución.
Debido
a que las formaciones del ramal eléctrico no salían,
la muchedumbre comenzó a crecer y a juntarse en los
andenes y en el hall de la estación. Según
afirmaron algunos testigos, las primeras agresiones y destrozos
comenzaron cuando en el mostrador de informes dijeron que
tampoco saldrían los trenes con locomotoras diesel
de los ramales que se dirigen a La Plata y a Temperley.
Fuentes
del Ministerio del Interior dijeron anoche a LA NACION:
"El estallido de la gente fue espontáneo, pero
luego un grupo pequeño de activistas actuó
en forma organizada y arrojó bombas molotov. Dicho
grupo estaba integrado por jóvenes, algunos de ellos
con mochilas, en las que llevaban objetos contundentes".
Los
mismos informantes no descartaron que entre los manifestantes
que provocaron los destrozos hubiera algunos ex empleados
que fueron despedidos de la firma Parmalat y que habían
instalado una mesa frente a las boleterías, cerca
de la entrada de Hornos. Esa empresa pertenece a Sergio
Taselli, quien también explota la concesión
del ferrocarril Roca (sobre lo que se informa en la página
13).
Con
cada minuto que pasaba sin que los trenes salieran aumentaba
la violencia. A las 18.20, un grupo de manifestantes mezclado
entre los pasajeros robó una moto a un empleado que
llegaba a la estación, ingresó el vehículo
por la puerta Hornos y lo prendió fuego entre los
andenes 14 y 15.
Al
mismo tiempo que los encargados de los locales trataban
de bajar las persianas, la gente comenzaba a correr hacia
las salidas. Los bomberos querían entrar pero no
podían; debían replegarse por la pedrea.
Los
policías, desbordados, tuvieron que refugiarse en
la comisaría que funciona en la estación.
Allí, los manifestantes incendiaron la puerta y los
uniformados quedaron atrapados debido a que los bomberos
no podían llegar al fuego. Al mismo tiempo, las boleterías
eran destrozadas y saqueadas.
A
diez cuadras de la estación, los pasajeros del convoy
que había salido de Glew a las 17 cumplían
una hora y media apretujados en el tren.
Cinco
minutos después comenzaron a oírse las primeras
detonaciones de balas de goma disparadas por los primeros
uniformados de la Guardia de Infantería. Hubo más
corridas. Los pasajeros pugnaron por ganar la calle para
escapar del humo, los balazos y la pedrea.
Evitar
una carnicería
A
pocos metros, el superintendente de Seguridad Metropolitana,
el comisario general Héctor Natalio, trataba de evitar
una carnicería y ordenaba a sus subordinados que
cesaran el fuego. En ese momento, los policías con
los escudos se trasladaron a los andenes.
La
pedrea siguió hasta que, a las 20.20, partió
el primer tren hacia Glew. Algunos pasajeros abordaron las
formaciones con zapatillas saqueadas de un local de la estación.
A las 21, la situación se había controlado.
Afuera
también se advertían las consecuencias de
los incidentes. En las paradas de colectivos miles de pasajeros
tuvieron que hacer colas durante varias horas para poder
viajar.
Por
Gustavo Carabajal, La Nacion Miércoles 16 de mayo
de 2007
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