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LA BATALLA DE MIDWAY (Te recomendamos esta sección en formato Flash)


El 3 de junio de 1.942, tal y como estaba previsto, los japoneses atacaron las islas de Attu y Kiska, en las Aleutianas, sin ser molestados por las fuerzas norteamericanas. En realidad, el grueso de Yamamoto había sido descubierto por un avión de reconocimiento, 700 millas al suroeste de Midway, a la misma hora en que había comenzado el bombardeo en las Aleutianas.

Al amanecer del 4 de junio, los portaaviones japoneses «Akagi», «Soryu», «Kaga» y Hiryu» lanzaban sus aviones para realizar un ataque masivo sobre Midway. A 100 millas de las islas fueron nuevamente localizados por un hidroavión PBY «Catalina», que dio la alarma.                                    La primera oleada japonesa, compuesta por 72 bombarderos, escoltados por cazas y mandada por el teniente de navío Joichi Tomanaga, se encontró con los aviones Brewster «Buffalo» y Grumnan «Wildcat», de la Infantería de Marina estadounidense que defendía la isla. Estos aparatos, aún siendo de inferiores características que los «Zero» nipones, lograron obstaculizar el ataque a costa de grandes perdidas.

 

   El vicealmirante Nagumo sospechaba la presencia de la Flota del Pacífico, porque ordenó armar con torpedos y bombas perforantes los aviones de la segunda oleada. Al recibir la noticia de que las instalaciones de la isla no habían sido totalmente destruidas, reconsideró la situacion, ordenando cambiar el armamento de sus aviones para un segundo ataque sobre Midway.

        USS Entrerprise 

  Akagi

     Quince minutos después, mientras el personal de cubierta de vuelo trabajaba febrilmente en el cambio de armamento, aviones de reconocimiento alertaron a Nagumo de la aproximación de buques y aviones norteamericanos. Se ordeno despejar las cubiertas inmediatamente, por lo que quedaron apiladas en los hangares las municiones que debían haber sido descendidas a los pañoles. Esta imprevisión tendría consecuencias desastrosas para Nagumo.  

La primera oleada de aviones navales estadounidenses apareció inmediatamente a la vista de los buques japoneses y fue recibida por los cazas de los portaaviones y por una intensa barrera de fuego antiaéreo. Mientras se desarrollaba la batalla en el aire y los buques serpenteaban para evitar los torpedos, el personal de cubierta se afanaba en preparar los aviones que pudieran estar listos para un ataque contra los buques norteamericanos.                  -(cubierta USS Entrerprise)

   Pronto quedaron 102 dispuestos para el despegue. Rechazado el primer ataque enemigo, Nagumo consideró que había recuperado la iniciativa y les ordeno despegar. Precisamente en ese momento, cuando el combustible de los cazas japoneses que estaban en el aire se agotaba, aparecieron a 14.000 pies los bombarderos en picado «Dauntless» del contraalmirante Fletcher.  

A las diez y veinte de la mañana, mientras los portaaviones japoneses lanzaban sus aviones, cayeron sobre ellos los «Dauntless». En cuestión de minutos cambiaron el curso de la guerra en el Pacífico. Dos bombas, una de 1.000 libras y otra de 500, alcanzaron al «Akagi», buque insignia de Nagumo; cuatro de 1.000 libras hirieron de muerte al «Kaga» y tres más penetraron a través de las cubiertas del «Soryu». Los tres buques se incendiaron, sufriendo a continuación la explosión de la munición mal estibada. Tras una larga agonía se hundieron al día siguiente.  

 

   Apenas finalizada la ofensiva sobre sus compañeros, el «Hiryu» lanzó un contraataque a la desesperada. Sus aviones siguieron discretamente a los norteamericanos que regresaban al «Yorktown». Ocho bombarderos en picado «Val» cayeron sobre el buque y uno logró alcanzarlo con tres bombas de 500 libras, causándole graves averías.  

Ésta fue la última acción del «Hiryu». Al día siguiente, 5 de junio, fue sorprendido por los «Dauntless» del «Enterprise y del «Hornet» cuando navegaba bajo la sombrilla de seis «Zero». Los cazas japoneses lograron interceptar algunos atacantes, pero el resto alcanzó cuatro veces al «Hiryu». Al ser evidente la perdida del «Hiryu», Yamamoto ordenó que su dotación abandonase el barco y que fuese torpedeado.                           El contraalmirante Yamaguchi, jefe de la división de portaaviones, y el comandante del buque despidieron a sus dotaciones y se amarraron a las súper-estructuras. Luego, los destructores lanzaron sus torpedos y el portaaviones se fue al fondo con 416 hombres, dos de ellos atados al puente.  

   La victoria, tanto táctica como estratégicamente, había que apuntársela a los norteamericanos. Tras la derrota de Midway, los japoneses decidieron abandonar sus planes de cercar Australia, mediante la conquista de las Nuevas Hebridas, Nueva Caledonia, las Fiji y Samoa. Sus ambiciones, con la flota maltrecha, se ceñían ahora a completar el dominio en Nueva Guinea. La guerra en el Pacífico había cambiado definitivamente de signo. Frenada la expansión nipona, los Estados Unidos podían pensar ya en el contraataque, conscientes de su superioridad aeronaval.

   La batalla de Midway fue la primera derrota sufrida por la escuadra japonesa en trescientos cincuenta años. Además, dio fin al largo periodo de la ofensiva japonesa y restableció el poder naval estadounidense en el Pacífico.

   Automáticamente desapareció la amenaza sobre Hawai y la costa Oeste norteamericana, y a excepción de las operaciones de zona de las Aleutianas, donde habían desembarcado los japoneses sobre las islas Attu y Kiska, las operaciones niponas se confinaron al Pacífico Sur.