CRÓNICAS DE HISTORIAS
AÚN POR OCURRIR (O DE CÓMO INTENTAR CIEN MIL VECES LO ABSURDO SIN CONSEGUIR LO
IMPOSIBLE, PESE A ARRASTRAR EL RIDÍCULO).
Por Juan Pablo
II
Capitulo I:
Aviso: Si tienes
el culo encima de la cabeza y el cerebro en la casa de empeño, no leas lo que
viene a continuación. Contiene palabras que no conoces y que puedes interpretar
como insultos. Sobre todo, abstente de leerlo si tienes algún trauma con los
indios de la Pampa argentina.
"El aire soplaba gélido al pasar
entre las montañas. La lucha acababa de comenzar, y el resultado se mostraba
incierto. En el páramo sólo se veían dos figuras, aunque había muchos más
corazones presentes. Una de ellas, vestida del atuendo típico de los indios
mayas (lo que no dejaba de ser una incongruencia, porque el que tales atuendos
vestía era un indio de la Pampa Argentina), se mostraba
amenazante.
-Soy muy malo y te banearé en cuanto
abras la boca, imberbe malagueño- Dijo el citado indio, de nombre Chicho
Terremoto, señor de la ABBA (asociación de baneadores baneantes anónimos) y
sicario del mal- Y además, que sepas que me acabo de leer el Eternauta entero,
así que mi moral está más alta que tu ridículo capirote.
-¿El Eternauta?- Preguntó sorprendido
la otra figura, ataviada con las santas vestiduras vaticanas. Se trataba de Juan
Pablo II, señor del CaG, el MaG, el canal #comics(r) (en el exilio) y los
dominios exteriores (en excedencia)- ¿Te refieres a esa obra blasfema de la que
todo el mundo habla pero nadie ha conseguido acabar?
-¡Sí, el Eternauta! La gran obra del
cómic Argentino. Y además te prevengo de que me he metido por el culo los dos
últimos números de Comiqueando (tm). Jode un güevo, pero hace que me sienta toda
una mujer- dijo el atolondrado indígena.
-Si presto no te desdices y excusas
públicas no pides -continuó como si lo que dijera tuviera alguna importancia- te
confinaré a la zona tenebrosa, donde tenemos a todos los listillos que se
atrevieron a mancillar el nombre de la noble raza de los indios de la
Pampa.
-¿Hay más como tú?- preguntó el Santo
Padre, el temor visible en sus ojos
-Sí. Somos ciento y mil cientos más
-contestó raudo Chicho Terremoto- He vennido como su heraldo, pues todos ellos me
pidieron que partiera a patearte y prohibirte el acceso a los santos lugares
donde la palabra de Liefeld es debatida sin cesar por sabios hombres y mujeres a
los que tú no puedes osar compararte.
-Dices que has venido en nombre de
muchos, pero no veo a nadie más- interrumpió el Santo Padre- ¿Dónde se
encuentran ahora las legiones de seguidores de Liefeld? ¿Dónde están todos mis
enemigos, en cuyo nombre luchas?
Chicho Terremoto miró hacia atrás.
Pareció, por un instante, sorprendido de no encontrar más compañía que la de un
par de excrementos de perro, los cuales, bien es cierto, se mostraban miy leales
a la causa del mal. Rápidamente se sobrepuso.
-¡Ese no es mí problema!- dijo para
acto seguido salir corriendo, mientras gritaba- ¡Ahora me voy! ¡Tengo cosas más
importantes que hacer!
-Te olvidas de mis fieles aliados-
dijo el Santo Padre para luego silbar con fuerza -Los más fieros guerreros me
siguen en mi lucha contra el buen rollo y los intelectuales pajilleros como
tú.
-¡No te oigo, no te oigo!- Empezó a
cantar el ínclito Chicho Terremoto mientras se tapaba los oídos. Este fue un
gran error por su parte.
Pues de las sombras salió Nick "the man" Savage,
Virrey del MaG, con la famosa Barra De Acero De Dos Metros
(tm).
-¡Quietorrrlllll!!!! Modosín!!!!!!
Espera, que se te olvida tu ración de medisinaaaaaaaaa!!!!!!- gritó en la
peculiar lengua de los moradores de las islas afortunadas mientras blandía
amenazante la invicta Barra De Acero De Dos Metros (tm).-Quiero veeeeer tu
culitoooooo. Jurl jurl jurl.
El ataque de Nick Savage fue brutal.
Todavía se cuentan historias acerca de los aterradores chillidos que el
sodomizado Chicho Terremoto profirió al entrar en contacto (más bien fue al
reves) con la Barra De Acero De Dos Metros (tm). Día y noche, y de nuevo otro
día, pasaron antes de que Nick Savage se desfogara, pues hacía demasiado tiempo
que no probaba mujer, lo que le había conferido gran
agresividad.
-Mira, Juanpa- le dijo Nick a El
Santo Padre- he encontrado dos números de un extraño fanzine en el recto de este
malandrín.
-Esos son los amuletos del mal.
Debemos guardarlos y...-
-Pues guárdalos tú. ¡Esto huele que
apesta!-
-Debemos guardarlos y partir hacia la
zona oscura, donde los enterraremos para siempre, borrando todo el poder de este
jefezuelo del mal- sentenció El Santo Padre.
-¡Oh! ¡He sido vendido por el Papa
Juan Pablo II!- alcanzó a mascullar el ya desvirgado Chicho Terremoto- Es un
gran honor para mi-
-Todavía vive, Nick- dijo el Santo
Padre.
Nick Savage se apresuró a corregir
tal inconveniencia."
Extraído de "Crónicas de
historias aún por ocurrir, o de como intentar cien mil veces lo absurdo sin
conseguir lo imposible, aún arrastrando el ridículo", escrito por Juan Pablo II,
(r) Ed. Vaticana, 2002