“Crónicas de historias aún por ocurrir, o de cómo intentar cien mil veces lo absurdo sin conseguir lo imposible, pese a arrastrar el ridículo”
 
Capitulo VI
 
“De cómo el Santo Padre descubre guerreros enmascarados, encula a payasos que se creen rimeros y además sin despeinarse (jo, claro ¿acaso puede despeinarse un papa calvo?)
 
Hay golpes como del odio de Dios, ante los cuales el alma más dura tiembla. Hay golpes duros en la vida. Juan Pablo II, señor del universo (en excedencia) está acostumbrado a ellos, pues son muchos los enemigos que tiene y pocos los aliados. Sin embargo, en los días en los que transcurre esta historia, el Santo Padre sufría uno de esos embates de la vida. El Papa había visto de cerca a los heraldos negros.
 
-Oh, Su Santidad, os pasais el día fumando en vuestro Trono papal y a nadie confiais vuestras inquietudes- Repetían una y otra vez las voces en los palacios Vaticanos.
 
Así pasaban las horas y también los días, pues el Sumo Pontífice se hallaba sumido en la más amarga de las desesperaciones desde que Mary, la doncella vírgen de la orden de la Tabla de Planchar lo rechazara por un apestoso nómada del desierto almeriense. Además, el Papa se había mostrado incapaz de acabar el Starcraft, pero esa es otra historia.
 
Un buen día, el Papa se hartó de las voces que clamaban preguntándose por sus males y se levantó de su trono (obviaremos aquí el resbalón que metió sobre las innumerables colillas de Ducados que se había estado fumando) y apagó el magnetófono del que salían tales voces. “Joder, pensé que esto me animaría, pero tengo un pitido de lo más curioso en las orejas que no me deja pensar en paz” pensó amargado. En ese momento, un trueno resonó por los salones del palacio.
 
-¡Hola, payaso!- dijo el recién llegado, causante del trueno (bueno, no era un trueno, era un pedo, pero la épica siempre impone exigencias sobre la verdad) - soy un tío molón que me hice ateo el otro día y como tú eres el papa vengo a darte la brasa. Así que prepárate-
 
El recién llegado venía con la cara tapada por una careta de Jesús Gil (lo cual le dio un buen susto al santo padre, pues éste pensaba que el Tío Jesús había venido a cobrarle la “protección” de las tiendas que el papa tenía en Marbella) y vestido con ropas harto extrañas, pues llevaba unos pantalones caídos que dejaban ver su culete (algo que nadie en su sano juicio querría ver), unas cadenas con las que tropezaba continuamente y una camiseta que rezaba “Me gusta el funky y me gustas tú”. Pese a su intento por ocultarse bajo una máscara, el chaval no engañaba a nadie.
 
-¿Y qué quieres, hijo mío?- Dijo el santo padre, que como estaba deprimido no había prestado excesiva atención al enmascarado
 
-Kiero ke te mueras- aquí se puso colorado durante unos segundos, pues había dicho algo que ponía de manifiesto su verdadera identidad- Este... Que lo que quiero es que te mueras, perdón-
 
-Vaya, otro más- dijo el Papa con resignación- Mira, niño, estos días ando muy cansado y no tengo ganas de machacarte los higadillos ¿Podrías volver otro día y hablamos ya en serio?- preguntó mientras se daba la vuelta para seguir fumando en su trono.
 
-¡Ja!- dijo el enmascarado- Si estás flojo, mejor, porke.. digo... porque así serás más fácil matarte con mis rimas sikodé.. digo.. sicodélicas, perdón- El chaval le ponía ganas y la marihuana que tomaba para aguantar su horrible trabajo proletario en el PapaPizza de Polonia brillaba en sus ojos.
 
-Joder, que poco respeto por tus mayores- dijo Juan Pablo mientras sacaba la cajetilla de tabaco de su Santo Zurrón- ¡Mierda!- exclamó- Me he quedado sin tabaco. Si es que hay años que mejor es no levantarse. Bueno -condescendió (nota del autor: Aquí me sé de una que tendrá que ir a por el diccionario)- ¿Y qué te he hecho yo?-
 
-Te lo explicaré en rima para que así lo entiendas, tronco, y las rimas que de mi boca salen son mortales de necesidad- dijo mientras se ponía unos tapones en los oídos. ¡Allá va!
 
Acto seguido, empezó a rimar  (por decir algo) la triste historia de su vida, pues era un chico muy desgraciado y bastante feo (y eso que este cronista se calla la peste a pizza y a cosas peores que echaba). La rima mortal que le lanzó al santo padre era parte de las técnicas del mal y decía así (cabe destacar que el guerrero enmascarado movía las manos de modo harto extraño mientras realizaba el conjuro, pues tales eran los pasos que invocaban el poder del Mal encarnado en Leticia Sabater)
 
“Soy yo, el menda lerenda
El ke viene de barna
A joderte la tienda
Porke tú una vex
Conmigo te metiste
Y yo no perdone
Lo ke a mí me iciste.
Yo dije una vex
“voy a hablar de manga”
Y de evangelion hablé
pues le mola a toda espanya.
Y tu sin razón
Konmigo te metiste
Eso no es manga, kabrón
Sino anime, dijiste
Así que akí ahora
Cabreado he venido
A soltarte mis traumas,
Todos los ke he tenido
Komo esa vex
Ke me hize una paja
Mirando por la puerta
Del kuarto de mi hermana
Y kiero ke sepas
Ke soy el más molón
Porke soy ateo
¡viva la rebelión!”
 
Tras acabar su rima (que no era improvisada, pues había estado leyendo de una chuleta que a tal propósito traía, lo cual dificultaba en mucho los bailes del toyako) empezó a jadear, la cara colorada.
 
-Toma, para ke veas que soy el mejor- dijo exultante.
 
-Uyyyyyyyyy- dijo cansado el papa- Lo siento hijo, pero ese conjuro fue declarado obsoleto por Saurón hace ya diez años, y además, para insultos sin venir a qué no abrimos por las tardes. Y por otra parte ¿Tú tienes idea de métrica o de rimas consonantes y asonantes, acentos tónicos y diatónicos y demás? Porque desde luego no lo parece... Vaya mierda de poema.
 
-Pero si son las diez de la mañana-
 
-Ya, pero como me he levantado a las 3 de la madrugada, para mí ya llegó la tarde- le respondió con inigualable ingenio el Santo Padre.
 
-Ahhh- dijo haciendo un duro esfuerzo mental el guerrero enmascarado (al que se le había caído la “máskara” hace tiempo)- Creo que lo entiendo... - siguió dubitativo -¿Y entonces que vas a hacer?
 
-Pues mira, chavalín- dijo Juan Pablo II mientras bostezaba- Para los payasos niñatos como tú suelo utilizar la BADM (tm), pero es que no creo que te lo hayas ganado. Anda, ven aquí- dijo mientras agarraba al joven y lo ponía boca abajo sobre su regazo.
 
-Joder, esto es humillante- protestó el señor de las máscaras absurdas
 
-Anda ya, hijo, que lo estabas deseando- le contestó el Papa mientras le daba unos azotes bien merecidos en el culete.”
 
 
“Y ya que insistes, déjame añadir
Que sé lo que es dormir
Desnudo, en cana y esposado,
A la intemperie de la multitud,
Clavado en una cruz
Con un ladrón a cada lado”

Extraído de "Crónicas de historias aun por ocurrir, o de como intentar cien mil veces lo absurdo sin conseguir lo imposible"
® ed Vaticana 2004.
 
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