CRÓNICAS DE HISTORIAS AÚN POR OCURRIR, O DE CÓMO INTENTAR CIEN MIL VECES LO ABSURDO SIN CONSEGUIR LO IMPOSIBLE, PESE A ARRASTRAR EL RIDÍCULO.

Capitulo XIV

 HIJO DE HOMBRES.

0.- Prólogo

La humanidad, de siempre, al encontrarse en tiempos de tribulaciones ha levantado la cabeza al cielo implorando un milagro. Y luego los milagros ocurrían en alguna otra parte a gente que no los necesitaba y que pasaba del asombro a la irritación cuando, viendo como llovían peces, detectaron que éstos estaban podridos y que iba a ser un buen engorro limpiar todo aquello. Esto no demuestra que Diso no exista, o que sea especialmente malvado. Es sólo que, pese a ser el ente más poderoso del universo, siempre vienen bien unas risas.

El Demonio, al igual que su antiguo jefe, también tiene un modo peculiar de llevar sus negocios. Los hay que se han pasado la vida entera quemándose las pestañas entre páginas de oscuros textos prohibidos escritos en una extraña mezcla de latín, arameo, griego antiguo y chiquitistaní común para ver como, al final, todo lo que obtenían a cambio de su alma era una lechuga algo pasada y un recopilatorio de canciones de Rafaella Carrá.

¿Qué queréis? Las entidades sobrenaturales siempre han tenido sus caprichos. Esta historia es sólo una muestra más.

1.- Un Gordo.

Juanmito se rascaba la barriga con la mano izquierda mientras que con la derecha espantaba las moscas que zumbaban en su camarote del cubo de basura que era el cuartel general de ADLO! (ver "Crónicas de..." capítulo 12, ¡a la venta en ningún sitio!). Lo de las moscas empezaba a ser un problema. Había tantas que cada vez que el gordo maloliente abría la boca, al menos un par de ellas acababan involuntariamente en su grandísima panza. Puede parecer extraño que alguien como Juanmito se preocupe por su dieta, pero así es: El bueno de Juanmito no come nada que no lleve más de dos meses muerto y al sol, y desde luego en ningún caso le gusta comer algo que esté vivo. A fin de cuentas, la divisa de Juanmito es el buen rollo, y eso va en contra de comerse animales que todavía pueden decir algo al respecto.

Además, se estaba empezando a cansar de la vida en ADLO!. Hasta el moscardón más abnegado se cansa de nadar en la mierda, y si bien era cierto que el obseso Jaimito había hecho grandes amistades en el gijonés contenedor de basuras, también era cierto que aspiraba a, nunca mejor dicho, salir a por un poco de aire fresco.

Buscando distraerse un rato, decidió encender su ordenador y conectarse a internet. Lo primero de todo, como siempre, eran los mensajes de correo electrónico. Muchos fans desamparados acudían al gran (en todos los sentidos) Juanmito para que éste resolviera sus cuitas, y su corazón de oro no podría jamás negar su sabiduría a los menos afortunados. El primer mensaje rezaba "Sabemos dónde vives y nos hemos comprado máscaras antigás. Así podremos acercarnos lo suficiente a ti como para darte un buen golpe en la cabeza, so capullo". Juanmito sonrió. "Mi público me aclama", pensó para sí.

Otro mensaje decía "Cuando nos conocimos en el canal #sexo_guarro y me dijiste que eras madurito y fuertote, olvidaste contarme lo de las cuatro toneladas que pesas y esa barba que tienes llena de bichos que no sólo son inteligentes, sino que también tienen su propio sistema político. A ver si te mueres en la mierda en la que vives, so imbécil. Hasta nunca". Y Juanmito volvió a sonreír, pues sabe que algunas despedidas no son para siempre.

El último mensaje, sin embargo, era mucho más interesante:

"Tenemos que vernos. Lefo", y añadía como fichero adjunto una foto de Kurt Russel en pelotas.

-Hum... ¿Qué querrá Siniest de mí?- musitó Juanmito.

2.- Dos Gordos.

La cita se concertó para dos semanas después en un McDonalds madrileño. Sin embargo, a Juanmito lo confundieron con una vaca y lo quisieron hacer entrar por la puerta de atrás, destinada a los proveedores del establecimiento. Ante tamaña afrenta, el gordo y su no menos gordo compañero Siniest se trasladaron a un mesón cercano. De nuevo hubo problemas, pues resultó que en el "Mesón Libertario", las chapas con cruces gamadas de siniest no eran bienvenidas. Al final acabaron en una tasca de mala muerte en el barrio chino. Y aún así tuvieron que pagar un precio especial para poder sentarse en una mesa apartada en la que no molestaran a las putas y los yonkis que eran la clientela habitual.

-Ya me dirás qué quieres de mí- dijo Juanmito mientras se metía en la boca su comida, aún dentro del plato- ¿Te vas a comer eso?- añadió relamiéndose, demostrando que uno puede hablar mientras mastica, deglute y se relame.

-Er... no, anda, cómetelo tú- dijo Siniest, que merced a la fortuna de su familia estaba más acostumbrado a lo que se da en llamar "cocina"- Se trata de la gata.

-¡Ah, qué mujer! "¿Qué es un transexual?/ Me preguntas mientras clavas en mi culo/ Tu erecto paquetón..."- comenzó a recitar Juanmito, con los ojos echando chiribitas enamoradas.

-Sí, sí- dijo Siniest impaciente- El caso es el siguiente. Llevamos los dos ya un año detrás de la gata y no nos hemos comido ni una rosca. Ni tu método ni el mío han funcionado. Ella pasa de tus patéticos lametones de culo y se repugna ante mis crudas proposiciones. Es hora de que colaboremos.

-Discrepo- dijo Juanmito tras pensarlo un buen rato- Esto podría destruirme la fama que tengo de buena persona. Mi amor por la gata es puro, y el tuyo se alimenta de la inmundicia. Por otra parte... ¿Tienes un plan?

-Joder que si lo tengo, lefo.

Y encargaron otra botella de vino para poder discutir detalladamente el plan de Siniest. Cuando el camarero puso sobre la mesa la botella (que no tenía vino, sino una sabia mezcla de alcohol etílico, agua y ciertos colorantes que eran la marca de la casa) ya estaban hablando de su plan para llevarse a la gata al catre. Ni Juanmito ni Siniest repararon en que el camarero no era otro que Nick "The Man" Savage, que estaba allí atendiendo a sus labores de contraespionaje.

-Putos, más que putos- gritó Nick en la cocina del bar, a salvo de los oídos de la fétida pareja- Planean sodomizar a la gata y ni siquiera invitan. He de avisar al papa.

El método establecido para mensajes de prioridad uno entre Nick "The Man" Savage y Juan Pablo II era el envío de un correo electrónico por las más veloces líneas RDSI del país. Lógicamente, la red ese día estaba chunga y el mensaje se perdió y vagó hasta los lejanos puertos I/O. El sumo pontífice, por tanto, permaneció ajeno al asunto que se traían ente manos dos de sus más odiados enemigos.

3.- Dos gordos y un destino.

El plan había sido trazado. Juanmito y Siniest se preocuparon de que ningún detalle quedara fuera de su control. Aprovecharían el Salón del Manga de Barcelona. Juanmito invitaría a la gata a cenar, aprovechando el ascendiente que tenía sobre ella. El resto era pan comido.

Se encontraron los dos en la puerta del salón, Siniest convenientemente camuflado bajo su uniforme de batalla, una bandera franquista que cubría todo su cuerpo. Juanmito se había lavado el día anterior, para así ganarse aún más la confianza de su víctima. Kita Prenda, la gata, poco sospechaba cuando saludó a Juanmito con el ritual grito de drag queen histérica "Juanmiiiiiiiiiiii" que su honor, lo que quedara de él, iba a ser mancillado.

-Querida Kita, amiga mía- dijo Juanmito engalanando su voz del mejor modo que pudo- Cuánto tiempo sin vernos. Hemos de celebrarlo más tarde almorzando en un buen restaurante. Invitito yo- añadió, poniendo la guinda al cebo.

-Claro, Juanma- dijo la gata agradada- Debo discutir contigo el enfoque que Shirow transmite sobre la sociedad japonesa merced a sus planos cenitales. Por cierto, ¿quién es el tarado este de la bandera?

Juanmito maldijo para sí. Retruécanos. Al final resultaba que sí, que habían dejado un cabo suelto en su plan. Por un momento, la inseguridad se apoderó de él, pero supo recobrarse rápidamente.

-Esto... no lo conozco de nada- dijo Juanmito mientras se limpiaba el sudor de la frente con un autógrafo de Alan Moore que siempre llevaba en el bolsillo, algo que lamentaría el resto de su vida.- Para mí que es sólo un tío vestido de Capitán Brittania- aventuró.

-Soy tan sólo un tío vestido de Capitán Brittania. Y no os conozco de nada, que quede claro- confirmó Siniest.

-Pero si lleva una bandera española. Y de las de antes, con águila y todo- dijo Kita Prenda, que siempre que se chocaba de frente con el surrealismo que los freaks transpiran por todos los poros de la piel intentaba recoger sus dientes a base de sentido común.

Juanmito se vio perdido por unos instantes, viendo su fama de buena persona en el arroyo cuando se supiera que se había aliado con Siniest para cometer la infamia que tenían planeada.

-No quedaba ni una union jack en la tienda- dijo Siniest, que en cuanto a ser malvado tenía más práctica.

-¡Jajaja!- rió Juanmito aliviado- todo explicado, pues. Venga, vámonos a comer. Conozco un autoservicio en el que te dan todo lo que puedas comer por mil quinientas pelas. Espero que el dueño no lo haya cerrado, como dijo que haría la última vez que fui por allá.

-Eres lo peor- dijo Siniest, intentando disimular.

-Sigo diciendo que este tío me suena de algo- repuso la gata, aferrándose al cerebro que la había hecho famosa en todo el freakdon bajo el lema de "En el país de los ciegos, el tuerto es el Rey".

-Venga, Kita, olvídate de él. Me tienes que contar eso de los encuadres de Matsuyama- dijo Juanmito

-Shirow, Juanma, Shirow- le corrigió la gata.

-Bah, ya sabes que nunca pude aprender japonés.

Y como el cronista de estas historias siempre se ha mantenido fiel a sus principios de no mostrar en ellas más obscenidades que las absolutamente necesarias, no quedarán aquí relatadas las escenas en las que Juanmito, siguiendo el consejo de Siniest para seducir a la gata ("Haz lo que yo hago con mis chochetes, emborráchala"), consiguió adormecer a la gata hasta la inconsciencia. No, la decencia cristiana impide reflejar aquí los actos impuros que perpetraron, con más pena que gloria, los dos malvados en el velludo cuerpo del dulce transexual. Sólo diremos que sus intenciones se vieron coronadas con el éxito, y que las consecuencias amenazaron a toda la vida del universo.

4.- Sobre ciertos eventos nocturnos.

En los más profundos círculos del averno, el primero de los caídos se impacientaba.

-¿Cuándo podré al fin dar rienda suelta a mi ira?- gritaba a la concurrencia -¿Cuándo, al fin, podré crear un hijo mío y hacer que camine entre los hombres del mismo modo que hizo el nazareno?

-Mi señor- dijo un demonio avispado- He encontrado la ocasión. La mezcla de maldad e imbecilidad es absoluta, y los signos son todos propicios- y a continuación le relató la violación que Juanmito y Siniest habían perpetrado sobre la otrora hombre Kita Prenda.

-¡Yo! (o sea, "¡demonio!")- dijo Satán tras meditar un poco sobre la historia- Esta bien podría ser mi oportunidad.

Pasaron nueve meses en lo que las cosas siguieron su cauce de siempre. La gata no había advertido lo que sobre ella habían hecho, y achacó la irritación anal que sinitío tras su encuentro con Juanmito a una diarrea provocada por el exceso de vino. A fin de cuentas, no era la primera vez. Juanmito guardó ciertos remordimientos y sigiuó mostrándose tan amable y solícito como siempre. Siniest, a su vez, no se cansaba de ver el vídeo que había tomado con la cámara de su padre. El momento en el que cantaba el "Cara al Sol" mientras tomaba a la gata no dejaba de arrancarle lágrimas por mucho que lo viera. Y pese a esta aparente normalidad, algo se gestaba en las operadas entrañas de Kita Prenda. Un hijo de hombres, de tres hombres, se tomaba su tiempo para nacer.

La primera señal de alarma sorprendió a Juan Pablo II en la malagueña Plaza de la Merced. Allí compartía un par de botellas de vodka con sus más preciados amigos, un mechero y su tubo de cristal para pelotazos de la suerte, que siempre guardaba para la siguiente noche de alcohol y desvaríos. A la quinta copa, una voz empezó a penetrar en su cerebro (además del alcohol, claro).

-Juanpa....- decía la voz en su cerebro.

-Peste de vodka de oferta- contestó JP2 para sí.

-Juanpa... - perseveró la voz.

-Por no hablar de la fanta. Ya sabía yo que dos litros de fanta por cinco duros tenían que estar caducados.

-Juanpa, coño!-

-¡Ah!- dijo el sumo pontífice, mirando en todas las direcciones a la vez (lo cual es fácil a partir de la quinta copa, por otra parte)- ¿Qué pasa? ¿Eres tú, Diso mi señor?

-No- dijo la voz un poco apagada- Soy el MA.

-¿Y?- dijo JP2, tranquilizado ante el hecho de que alguien que tomaba el nombre de un gordo negro con cadenas fuera el que estaba dentro de su cabeza- ¿Qué pasa?

-Yo, que lo sé casi todo- dijo MA en plan místico- y que he jurado no intervenir nunca en los asuntos que observo, detecto una perturbación el equilibrio del continuo espacio-tiempo. No alcanzo a ver la razón, pero hay fuerzas oscuras a punto de ser reveladas. El mundo corre peligro.

-Pues salva tú al mundo, cojones- dijo JP2 con la arrogancia que da el alcohol- A mí me queda todavía vodka para rato y no pienso moverme de aquí hasta que se acabe.

-No puedo invervenir, y tú lo sabes. El poder de conocerlo todo me fue concedido con la condición de no intervenir. Ya me arriesgo bastante con este aviso: El mundo necesita de tu hombría, de tu valor.

-Je...- dijo el santo padre, tan sensible a los halagos como cualquiera -Bueno, bueno, salvaré al mundo otra vez. Por mí, que no se diga.

Acto seguido, despidiéndose de MA con un "déjame esto a mí, que bueno soy yo para las cosas de las fuerzas oscuras", Juan Pablo II, señor del universo (en excedencia) procedió a atraer a una paloma que bebía de un charco cercano y le retorció el pescuezo.

-Eh, tío. ¿Estás loco o qué?- dijo alguien en el banco cercano de la plaza.

-No, que va- repuso JP2- Loco estaría si matara a un ciervo. Los ciervos son buenos sólo para las quinielas. Para la cosa de la fuerzas oscuras, palomas. Lo sabe todo el mundo.

E ignorando cómo la gente se alejaba de él hasta una prudencial distancia, el Santo Padre puso en práctica sus conocimientos de magia negra. Abrió el vientre del inerte animal y desparramó sus entrañas sobre un cercano charco de orines. Observó detenidamente las formas sobre el líquido. Un par de policías locales, advertidos por la gente, se le acercaban con aprensión por la espalda.

-Malditos hijos de puta- dijo indignado- Sodomizan a la gata y ni siquiera invitan. Y encima esto, ¡estamos en puertas del fin del mundo!

Una mano se posó sobre el hombro del adalid de la cristiandad.

-Acompáñenos- dijo el agente López, intentando aparentar seguridad. Había visto muchos locos en las noches de botellón, pero éste se llevaba el primer premio- Hablaremos de esto en comisaría.

-¡¡¡¡EL ANTICRISTO, EL ANTICRISTO!!!!- aulló espantado el que en sus tiempos fue la mente más sensata del mundo conocido, ahora presa de un visceral temor y ajeno a todo lo que no fuera la histeria.

-Sí, sí. En comisaría- Sentenció el agente López mientras metía al santo padre, con la ayuda de un compañero, en la furgoneta policial.

5.- Salvando al mundo con estilo.

Algunas engorrosas explicaciones después, Juan Pablo II fue puesto en libertad. A fin de cuentas, lo de matar a una paloma no era para tanto, y a todo el personal de la comisaría le daba un poco de grima escuchar a un tío gritando "el anticristo" constantemente.

Una vez en la calle, JP2 marchó corriendo (bueno, andando así como rápido) a su piso. En cuanto llegó a su hogar, tras abrir la puerta en la que había una placa que rezaba "Juan Pablo II, investigador de lo anormal", se echó en el sofá dispuesto a pensar un poco.

Aquello era cosa de locos. Ese par de imbéciles, Juanmito y Siniest, habían provocado el advenimiento del anticristo con su malvada acción (y encima sin invitar, maldijo para sí). Había muy poco que se pudiera hacer. El mal ya estaba hecho y el hijo de Satán daría sus primeros berridos en pocas horas. El mundo estaba perdido.

Puede que sea así, pensó JP2 para sí. Sin embargo, se dijo, no lo pillarían durmiendo la mona en un cutre sofá comprado en unos grandes almacenes. Fue al cuarto de baño y se lavó la cara con agua fría. Se puso los santos ropajes del papado de occidente que le ayudaron a ganar toda su gloria y abrió el baúl en el que se encontraba lo único que separaba a la raza humana de una agonía dolorosa: La Barra de Acero de Dos Metros (BADM ®).

-Tú y yo, querida amiga, solos contra el mundo- le dijo JP2 a su más preciada arma contra la subnormalidad mientras besaba las mancha que dejó la sangre de los malvados en pretéritas batallas.

Acto seguido, salió a toda prisa de su apartamento y se montó en su viejo Papamóvil, un seat panda del año 79. El encendido seguía sin funcionar y tuvo que arrancarlo a rachas, como siempre. Poco tiempo después, la carretera volaba (50 km/h) bajo las ruedas del bólido (50 km/h). Al amanecer llegó a Valencia y se dirigió a la casa de Kita Prenda.

En ese preciso instante, la gata estaba sentada en su retrete. Unos terribles retortijones la habían despertado y la habían conducido al cuarto de baño. Allí se esforzaba en empujar para deshacerse de la causa de sus molestias. Finalmente, cuando el dolor era casi insoportable, sintió algo ceder en su vientre y le sobrevino el alivio. Eso sí, cuando miró en la taza antes de tirar de la cadena, el alivio que había sentido se esfumó por completo: Un feto bastante feo movía las manos, intentando nadar en el exiguo espacio.

-El arte secuencial de Eisner...- decía el anticristo, demostrando su maldad- eres lo peor- añadía.

-Oh, qué cosa tan mona...- empezó a decir la gata, incapaz, por una vez en su vida de ser coherente. Sin embargo, no pudo acabar la frase, pues la puerta del retrete cedió ante la recia y viril patada de Juan Pablo II.

-¡¡¡El anticristo, el anticristo!!!- gritaba el papa un poco fuera de sí, todo sea dicho- Lo siento gata, es por el bien de la humanidad!

Y se dispuso a encular con la BADM a la gata. Ya llevaba unos pocos segundos dándole a la BADM cuando la gata le hizo reparar en la inutilidad de su esfuerzo.

-El niño está en el retrete, coñe- dijo la gata- pero no te pares, no te pares ahora- añadió así como lascivamente.

-Ah, haberlo dicho antes y nos hubiéramos ahorrado la escenita de peli porno de bajo presupuesto- dijo JP2, sacando la BADM del culo de Kita Prenda, pese a las airadas protestas de ésta.

-Ahí donde lo ves, éste es el hijo de Juanmito, Siniest y tuyo. Un hijo de hombres encaminado a ser el anticristo- dijo el adalid de la cristiandad con la entonación que reservaba para las misas en la catedral de San Pedro- Si siguiera vivo, todos nosotros nos veríamos amenazados. Por suerte, creo haber dado con el modo de evitar el apocalipsis- dijo, tirando de la cadena del retrete y salvando al mundo con estilo.

-¿Me darás un poco ahora con la barra esa?- dijo la gata ansiosa.

-Peste de gente, salvas al mundo y quieren que les des por culo-

6.- Epílogo.

El mundo no salió de su aletargada normalidad mientras Juan Pablo II volvía a garantizar un nuevo amanecer para todos. Nadie agradeció a nuestro héroe su gesta. Sin embargo, Juan Pablo II estaba acostumbrado al desinterés general ante sus actos y no se lo tomó a mal.

Eso sí, Juanmito y Siniest fueron encontrados en un plazo breve, y JP2 les sodomizó con la BADM, dando así justo castigo a su pecado. Aún están los dos colgados de los huevos en la sala principal del MaG. Podéis ir a escupirles un poco, si así lo deseáis. ¿Quién podría desear un final mejor?

FIN.

Extraído de "Crónicas de historias aun por ocurrir, o de como intentar cien mil veces lo absurdo sin conseguir lo imposible"

® ed Vaticana 2004.

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