Los materiales que arrojan los volcanes durante las erupciones pueden ser de tres clases:
gaseosos, líquidos y sólidos
Los gases que los volcanes emiten, a veces con extraordinaria violencia, son mezclas complejas cuya composición varía de unos a otros, por las distintas erupciones, e incluso por los distintos períodos de una misma erupción.
Los más abundantes son: vapor de agua, dióxido de carbono, nitrógeno, hidrógeno, ácido clorhídrico y cloruros volátiles, gases sulfurosos y sulfhídrico, metano y otros hidrocarburos.
Además de por el cráter, los gases se desprenden también de las lavas fundidas y por las grietas del suelo. Si proceden de las erupciones, o son posteriores a ellas, se designan con el nombre de fumarolas.
Los gases expulsados durante las erupciones pueden tener una densidad tal que arrastren cenizas en suspensión, formándose las llamadas nubes ardientes.
Nubes de este tipo debieron producirse en la erupción del Vesubio del año 79 d. de C., que destruyó las ciudades de Pompeya y Herculano.
Los productos líquidos reciben el nombre general de lavas y no son otra cosa que magmas que salen por el cráter y se deslizan por la superficie circundante. Las que son muy fluidas, como las basálticas, al desbordar por el cráter o las fisuras del cono volcánico, se deslizan con facilidad por las vertientes formando a veces verdaderas cascadas (Mauna-Loa) y por la superficie del suelo formando coladas. La superficie de la corriente de lava en contacto con el aire se enfría con rapidez y con frecuencia forma una costra que aisla el interior, donde la lava puede permanecer fluida mucho tiempo y continuar deslizándose.
Al adaptarse la superficie de la lava a esta corriente, forma estrías y ondulaciones o retorcimientos parecidos a una cuerda, de ahí el nombre de lavas cordadas, que los nativos de Hawai llaman Pahoehoe. Cuando el enfriamiento de grandes masas de lava basáltica se desarrollan en regiones subaéreas, se produce una retracción o contracción térmica, que produce una disyunción columnar en prismas, formando columnatas basálticas, tan características como la Calzada de los Gigantes en Irlanda, Castelfullit de la Roca en Gerona, el Cabo de Gata (Almería), Tenerife, etc.