LA
VENTA Y PRODUCCION DE SUSTANCIAS ILICITAS EN EL MUNDO Lo aseguró Alain Labrouse, especialista francés en geopolítica de la droga. La guerra a las drogas sirve a intereses geopolíticos, que en la mayoría de los casos no tienen que ver con terminar con el consumo", dice el francés Alain Labrouse cuando pasaron diez minutos del fin de su exposición en la II Conferencia Nacional sobre Políticas de Drogas en Buenos Aires, organizado por la Fundación Intercambios. El sociólogo es el fundador del legendario Observatorio Geopolítico de Drogas de Francia, un organismo que durante diez años recibió datos de una red de informantes, muchos de ellos secretos, sobre la producción, el tráfico y las redes de las drogas en el mundo. —¿Se puede establecer un mapa del sistema de la droga a nivel mundial? —En cuanto a la producción sí, porque es relativamente simple. Los grandes productores de cocaína son tres países andinos; los grandes de amapola son dos: Birmania y Afganistán y los de hachís son cuatro: Marruecos, Afganistán, Pakistán y Nepal. Entonces, se piensa que con erradicar los cultivos se resuelve el problema. Pero no entienden que surgirán otros pequeños productores. —Y el tráfico... —Es más complicado. La tendencia actual es que las organizaciones criminales son más pequeñas, pero tienen muchos contactos. Antes había mafias especializadas. —¿Pero hay relaciones entre las estructuras? —No existe una especie de cúpula mundial de la droga. Se asocian para cosas concretas. —¿No hay especialización? —La tendencia actual es que los narcos hoy trafican armas, prostitutas e inmigrantes. Es más importante la red que el producto. Por ejemplo: los albaneses manejan estos cuatro rubros ilegales. Y ahora, en Afganistán, con las armas que les dan EE.UU., los traficantes de opio venden armas. —¿Hay intercambio? —No. La oferta es armas "y" drogas. El comprador paga las armas con la reventa de la droga. El caso de ETA es un ejemplo. Los traficantes les dijeron que tenían que comprar heroína también. No sabían qué hacer. Entonces, se la entregaron a unos jóvenes de su frente cultural y se desarrolló una intoxicación entre sus propios militantes. —En el combate de los narcos, ¿hay una coordinación? —Es un fenómeno extraño. Durante los 80 y los 90, el 80% de la cooperación en materia de lucha contra las drogas de la UE iba a América latina, pero la cocaína no era el problema y sí la heroína que se consumía en las calles. Desde los atentados del 11-S, todo el dinero fue para Afganistán que producía esa sustancia, pero el problema actual es la cocaína. —¿Y por qué ese error? —La amenaza terroristas y la necesidad de proteger la producción petrolera atrajo las miradas.
—¿Es lo mismo en Colombia? —Sí,
porque aunque es verdad que era un gran productor, el eje del "Plan
Colombia" de EE.UU es militarizar la zona, importante por su salida
a los dos océanos y las tropas también asesoran en seguridad
a las compañías petroleras estadounidenses. |
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