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       Una 
        mirada sobre el exilio (Nota I de II): entrevista con Antonio Dal Masetto: 
        "Uno nunca deja de ser inmigrante"  
      Para 
        el escritor nacido en Italia, que llegó al país hace 52 años, el actual 
        éxodo de argentinos es "una traición de la historia" 
      Dice 
        sentirse parte de una "tercera posición", entre sus orígenes y la Argentina 
        / El 
        tema de la inmigración atraviesa su obra / Para 
        él, es una forma de homenaje  
      A 
        propósito de las nuevas medidas inmigratorias adoptadas por España –que 
        permitirían solicitar la nacionalidad española a casi 400.000 argentinos– 
        dos escritores de nuestro país reflexionan sobre su propia experiencia 
        del exilio. A la entrevista de hoy seguirá mañana una a Héctor Tizón. 
          
         
        . 
        "Cuando 
        oigo la palabra patria no entiendo muy bien qué quiere decir", dice Antonio 
        Dal Masetto, escritor, doce años vividos en Italia y cincuenta y dos en 
        la Argentina, en ese orden. Ya entendió, cuenta, que un inmigrante nunca 
        deja de serlo y ocupa una "suerte de tercera posición" entre la tierra 
        de origen y la que lo recibió después.    
        . 
        Nacido 
        en el pueblo de Intra, en el norte de Italia, en 1938, Dal Masetto emigró 
        a la Argentina después de la Segunda Guerra Mundial, en 1950, y se instaló 
        con su familia en la ciudad bonaerense de Salto donde, recién llegado, 
        cambió los pantalones cortos y los zapatos por mamelucos y alpargatas, 
        se subió a una bicicleta y empezó a trabajar como repartidor en la carnicería 
        en que trabajaba su padre.    
        . 
        El 
        obstinado esfuerzo por ser uno más en el nuevo mundo se dio a los saltos, 
        entre peleas callejeras, amores frustrados, libros sacados de la biblioteca 
        para aprender la lengua y pelear contra la soledad y, por fin, su propia 
        literatura, que tras algunos años de retratar personajes en bares porteños 
        y en el interior bonaerense, desembocó en relatos sobre su "gran tema 
        personal": la inmigración.    
        . 
        En 
        1990 escribió "Oscuramente fuerte es la vida", inspirada en su madre, 
        que la Editorial Sudamericana acaba de reeditar. Le siguió "La tierra 
        incomparable" (1994), el regreso de esa inmigrante a su Italia natal, 
        y, hace meses, "El padre y otras historias", una colección de historias 
        mínimas, varias de las cuales rescatan entrañablemente momentos y personajes 
        de la infancia en Italia y los primeros tiempos en la Argentina.  
          
        . 
        En 
        diálogo con LA NACION, con un hablar cálido en el que cuesta encontrar 
        rastros del italiano natal, Dal Masetto -nacionalizado argentino a los 
        18 años para poder trabajar- calificó el actual éxodo de argentinos como 
        "una traición de la historia".    
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        -¿De 
        qué nacionalidad se siente?    
        -Es 
          raro, me he hecho muchas veces esa pregunta. Supongo que, como inmigrante, 
          uno entra a formar parte de una suerte de tercera posición, que no es 
          ni buena ni mala ni molesta. Uno nunca deja ser inmigrante, siempre 
          queda a mitad de camino de algo. En mi caso, me formé acá, aprendí el 
          oficio que practico acá, tuve hijos acá, pero al mismo tiempo tengo 
          una raíz muy poderosa en Italia, es decir, en el pequeño lugar del que 
          vengo, mi pueblo, las montañas.   
    
        . 
        -¿Hay 
        una identidad del inmigrante?   
        -No 
        estoy tan seguro. Depende de la edad en la que vengas. Un chico intenta 
        adaptarse muy rápidamente y otra gente se resiste, prefiere permanecer 
        más pegada a lo anterior. De todos modos hay muchos tipos de migraciones. 
        La nuestra, la que vino a la Argentina, no es una mala inmigración, porque 
        el lugar donde llegamos nos recibió bien, y esto fue una ventaja para 
        la adaptación.    
        . 
        -¿Puede 
        haber quedado esa falta de identidad definida como un rasgo de la Argentina? 
           
        -Tiene 
        que haber quedado. En Estados Unidos, que recibió mucha inmigración, me 
        da la impresión de que cualquier extranjero que llega al poco tiempo es 
        americano. Acá no sé si es tan así. Cuando yo tenía 17 años y vine a Buenos 
        Aires, recuerdo que, cuando uno conocía a alguien, no le preguntaba " 
        ¿cómo te llamás? " para saber el nombre, sino para saber de qué 
        nacionalidad era. Había una conciencia permanente de esta especie de diferenciación 
        de razas.    
        . 
        -¿Hay 
        algo en común entre la inmigración de la que usted fue parte y el actual 
        exilio de argentinos?    
        -Nada 
        en común. Veo un drama trágico desde el punto de vista histórico, porque 
        más allá del problema de los que se ven obligados a irse, si uno lo analiza 
        en perspectiva es una suerte de traición de la historia. Los inmigrantes 
        vinieron, ayudaron a construir este país con esperanza, fundaron pueblos, 
        abrieron fábricas, aportaron su oficio con el objetivo de constituir una 
        familia, una casa, hacer estudiar a sus hijos. El drama es que sus descendientes 
        se ven obligados a regresar al punto de origen, hacen el camino inverso. 
           
        . 
        -¿Es 
        la tierra la que expulsa?    
        -No 
        es la tierra. Obviamente uno se va de donde nació, pero el mundo está 
        hecho así y la historia dice que el hombre tiene una espantosa tendencia 
        a ocupar lugares, a invadir, a someter, a segregar. No es tu tierra la 
        que te echa, sino los que en ese momento la ocupan, o las circunstancias, 
        como las dos guerras mundiales en Europa.    
        . 
        -Usted 
        dijo alguna vez que durante 40 años peleó para que no lo confundieran 
        con un extranjero. ¿Cuándo dejó de hacerlo?    
        -A 
        los 12 años, cuando llegué a la Argentina, hice un esfuerzo para integrarme, 
        porque lo primero que sentís cuando llegás es un choque: vestís de otra 
        manera, no hablás el idioma. El esfuerzo de asimilarte es inevitable. 
        Yo pensé que lo había conseguido. Pero después de haber escrito varios 
        libros sobre Buenos Aires, me pregunté por qué nunca había escrito nada 
        sobre uno de los grandes temas de mi vida: el cambio de continente. Quizá 
        todavía no estaba muy seguro de haber sido aceptado, por eso escribí relatos 
        que transcurren en este país. Después de eso fue como si alguien me hubiera 
        dicho: "Ya está, sos de los nuestros, ahora date el gusto de escribir 
        sobre lo que se te cante", y sólo entonces escribí sobre la inmigración. 
           
        . 
        -Mencionó 
        también a la lectura como una forma de salvarse del desarraigo.  
          
        -La 
        lectura salva de tantísimas cosas, como de la soledad, y el desarraigo 
        tiene mucho de eso. Para el inmigrante, la lectura te acerca al idioma 
        y te permite entender el lugar donde estás. En mi caso, uno de los grandes 
        puntos de apoyo fue la biblioteca del pueblo. En ella descubrí que no 
        estaba tan solo.    
        . 
        -Escribir 
        sobre la propia historia ¿es una manera de volver, de reconciliarse con 
        ella?    
        -Es 
        muchísimas cosas. No quise escribir una historia de la inmigración, sino 
        de un representante de ella, para contar cómo eran y vivían antes de venir. 
        También fue un homenaje a esta gente por el tremendo esfuerzo que hicieron, 
        la tribulación de bancarse dos guerras, cruzar un océano sin saber bien 
        dónde iban. Además, uno termina descubriéndose a uno mismo y conociendo 
        a sus padres, cosas que ignoraba absolutamente de ellos.   
         
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        Por 
        Raquel San Martín  
        De la Redacción de LA NACION  
       
       
      El 
        padre en la memoria     
        "...De 
        tantas cosas relacionadas con mi padre me acuerdo especialmente de aquellos 
        regresos a casa después del trabajo. Eran siempre noches grandes, cargadas 
        de estrellas y de silencio. Así las veo. Avanzábamos a través de un decorado 
        de casas mudas y luces fantasmales en las ventanas y en los patios. Yo 
        me sentía extraviado en esa oscuridad y la sensación no me gustaba (...) 
        Mi padre pedaleaba y yo trotaba a su lado. No teníamos otra referencia 
        que el foco de la bicicleta alumbrando un óvalo de tierra, hipnótico, 
        surgido como desde un sueño (...). Durante ese trayecto permanecíamos 
        lejos de todo. Ahí estábamos solos y estábamos juntos. Nos movíamos en 
        una zona de vacío entre un mundo que ya no existía, perdido del otro lado 
        del océano, y este otro que se proyectaba en los días futuros y estaba 
        hecho de necesidades e insatisfacciones y furias contenidas y esperanzas 
        obstinadas."    
        
        Fragmento 
        de “El padre”, de “El padre y otras historias” 
        (Editorial Sudamericana, 2002)    
        
        Vida 
        y obra     
        . 
        Viajes 
           
        Antonio 
        Dal Masetto nació en Intra, Italia, en 1938. A los doce años emigró a 
        la Argentina y se radicó en Salto con su familia. A los 17 años viajó 
        a Buenos Aires.    
        . 
        Literatura 
           
        En 
        1964 publicó su primer libro de cuentos, "Lacre". Escribió ocho novelas, 
        entre ellas "Oscuramente fuerte es la vida" (1990), "Siempre es difícil 
        volver a casa" (1992), "La tierra incomparable" (1994, Premio Planeta) 
        y "Bosque" (2001). También cinco volúmenes de cuentos.   
         
        . 
        Actualidad 
           
        Su 
        último libro es "El padre y otras historias". Es colaborador del diario 
        Página/12.    
       
        
      La 
        Nacion, 10 de enero de 2003  
      
         
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             Dal 
              Masetto:«Veo 
              un drama trágico desde el punto de vista histórico... 
              No es tu tierra la que te echa, sino los que en ese momento la ocupan» 
              - 
              Foto: 
              Maxi Amena 
               
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