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Ley de Migraciones: los derechos de todos
La
derogación de la ley de la dictadura y la sanción de una
nueva norma es un paso adelante para la democracia y la integración
social.
Hace
pocos días, el Congreso nacional sancionó una nueva Ley
de Migraciones. Desde 1983 la democracia argentina mantenía una
grave deuda con el estado de derecho: continuaba vigente la ley de la
dictadura, Nø 22.439, conocida como "Ley Videla".
El
problema de la ley de facto no sólo estaba en su cuestionable origen,
sino y sobre todo en su mensaje y contenido, en tanto consideraba
al inmigrante como un peligro para la seguridad nacional y el orden público,
establecía un mecanismo de control al margen del derecho y negaba
el acceso a derechos fundamentales garantizados por la Constitución
Nacional a todos los habitantes del país.
La
ley derogada, mediante una lógica propia de esa dictadura militar,
habilitaba a la Dirección de Migraciones y su policía auxiliar
a ordenar y ejecutar detenciones y expulsiones de extranjeros, sin ningún
tipo de intervención o control del Poder Judicial, vulnerando las
garantías procesales básicas.
Esta
situación se agravaba por la obligación que imponía
aquella ley a todos los funcionarios y empleados públicos, de denunciar
a los inmigrantes que no tuvieran residencia legal. Esta exigencia generaba
una condición de grave vulnerabilidad de los migrantes sin residencia,
en tanto los disuadía a no presentarse ante jueces, docentes, médicos
y otras dependencias administrativas, ante el riesgo de ser expulsados
del país.
Asimismo,
la ley negaba expresamente el acceso a derechos esenciales como educación,
salud y vivienda a quienes no contaban con residencia legal en el país.
Ello, sin tener en cuenta que las principales causas de la irregularidad
migratoria eran las trabas impuestas por la propia ley, los altos costos
del trámite de radicación y los numerosos obstáculos
burocráticos que imponía la Dirección Nacional de
Migraciones.
La
derogación de la "Ley Videla" representa también
el fin de una etapa en la cual la democracia argentina hizo caso omiso
a la gravedad de este problema ya que permitió no sólo la
vigencia de la norma sino su continua y efectiva aplicación. Ello
implica que los gobernantes de estas dos últimas décadas
legitimaron el sistema establecido por aquélla.
Incluso,
durante los 90, el Poder Ejecutivo profundizó la lógica
y el espíritu de la normativa migratoria, mediante el dictado de
sucesivos decretos, particularmente a través del Reglamento de
Migraciones sancionado en 1994. Esta política se vio a su vez acompañada
por un fuerte discurso oficial que, recurriendo a criterios discriminatorios,
pretendía endilgar a los migrantes la responsabilidad por la precarización
total de las condiciones socioeconómicas de gran parte de la población,
generadas por las políticas de ajuste implementadas en esa etapa.
Entre
las más graves consecuencias de la aplicación de la ley
se destacan la separación de familias, la negación a la
atención del VIH/sida, la privación del acceso a la educación
de miles de niños y las numerosas detenciones arbitrarias y expulsiones
de extranjeros llevadas a cabo sin respeto por las garantías fundamentales.
La
pervivencia de este tipo de leyes constituye una muestra clara de las
dificultades del proceso de transición democrática atravesado
por nuestro país. Por ello, la sanción de la nueva legislación
migratoria representa un avance hacia la consolidación del estado
de derecho en Argentina y el pleno respeto de los derechos humanos de
todos sus habitantes.
Clarin,
Clarin, Lunes 5 de enero de 2004, Pablo Ceriani Cernadas y Diego Morales.
ABOGADOS DEL PROYECTO PARA LOS DERECHOS DE LOS MIGRANTES, CELS.
Nueva
política migratoria: la Casa Rosada estudia los borradores del
decreto
El Gobierno blanquearía a 700 mil inmigrantes ilegales
Busca regularizar la situación de los indocumentados de los países
del Mercosur
El gobierno del presidente Néstor Kirchner analiza medidas para
regularizar la situación de los extranjeros indocumentados e ilegales
procedentes de los países limítrofes que son miembros plenos
o asociados del Mercosur. Y así documentar a todo ese universo
de inmigrantes irregulares, que rondaría las 700 mil personas.
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Los borradores están muy avanzados. Existe un llamativo hermetismo
en la Casa Rosada porque todavía falta que Kirchner los analice
y apruebe. Si ello ocurre se emitirían los decretos respectivos
y se podrían anunciar en las próximas semanas.
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El plan consiste, según confiaron altas fuentes de la Casa Rosada
a LA NACION, en un avance hacia la simplificación casi total del
trámite de obtención del documento por parte de los extranjeros
de países del Mercosur.
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Esos requisitos resultaban hasta hoy muy rigurosos. Los inmigrantes sólo
deberán ahora acreditar su ciudadanía de origen en un país
limítrofe, presentar un certificado de salud y otro que demuestre
que no tiene antecedentes policiales o penales en la Argentina o en el
exterior.
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Limitan con la Argentina Chile, Bolivia, Paraguay, Brasil y Uruguay.
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Si se cumplen las condiciones, los aspirantes lograrán una residencia
por un año, prorrogable por otro año. Si luego de ese lapso
acredita medios de vida lícitos -empleo formal-, obtendrá
la residencia permanente, con lo cual, si lo desea, podrá iniciar
el trámite de ciudadanía y adquirir todos los derechos ciudadanos,
como el de votar.
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Hasta tanto se ponga en marcha el nuevo régimen se suspenderían
las expulsiones de inmigrantes ilegales, incluso las que están
en trámite por falta de documentación, según altas
fuentes del Gobierno.
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"La idea es documentar a todos los irregulares de países limítrofes,
en línea con la legislación del Mercosur", adelantó
a LA NACION una alta fuente de la Casa Rosada.
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"Hay una fortísima revisión de toda la política
migratoria. Se hará un ordenamiento de la situación de los
extranjeros. Primero regularizarlos y luego documentarlos", admitió
ayer a LA NACION el ministro del Interior, Aníbal Fernández.
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Pero no quiso avanzar más allá. "No puedo adelantar
los detalles. Primero tiene que analizarlos el Presidente", se disculpó.
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Sin embargo, otras fuentes de la Casa Rosada adelantaron algunas propuestas
de la Dirección Nacional de Migraciones, que dirige Ricardo Rodríguez.
Por ejemplo, si el aspirante vive aún en su país de origen
podría acudir al consulado argentino allí e iniciar los
trámites, acreditar que cumple con los nuevos requisitos y acceder
a una "residencia consular" por un año prorrogable.
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Para los extranjeros que viven en la Argentina, en cambio, se podría
habilitar una oficina especial en todos los municipios dirigida por un
coordinador. La oficina y el coordinador serían del municipio.
En cada intendencia se entrenaría a agentes sociales de diversas
instituciones y organizaciones no gubernamentales (ONG), que serían
los representantes de los inmigrantes que aspiran al beneficio de residencia
ante el gobierno nacional.
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En esa oficina se concentraría la documentación, se completarían
planillas y se las enviaría a Migraciones. Si todo estuviese en
orden, Migraciones enviaría a un delegado para controlar la documentación
y la extracción de las impresiones digitales y fotografías.
El delegado firmaría la radicación y habilitaría
un expediente en papel y otro informático.
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Con esta simplificación, se daría por tierra con los viejos
criterios que se exigían para obtener la residencia según
la llamada "ley Videla", impuesta por la última dictadura
militar. Se requería por ese mecanismo tener un hijo argentino,
ser casado con un ciudadano o ciudadana argentinos, y tener contrato de
trabajo, entre otras cosas.
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Nueva ley
Las nuevas medidas -que aún debe analizar a fondo Kirchner- tendrían
sustento jurídico en el nuevo régimen migratorio aprobado
por ley hace dos semanas en el Congreso. Esa ley, de la que se informa
en esta misma página, favorece y facilita la radicación
de extranjeros en el país, y se hizo sobre la base de un proyecto
del diputado socialista Rubén Giustiniani, que fue respaldado por
el Gobierno.
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El nuevo régimen, además, está en línea con
la nueva legislación del Mercosur, que ordena reconocer el ingreso
de extranjeros en los países miembros con la sola condición
de ser ciudadanos del bloque.
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Los objetivos de fondo, según fuentes gubernamentales, son tener
una política migratoria activa, alentar la inmigración legal,
resolver el problema del trabajo en negro y de la explotación de
los extranjeros ilegales, fortalecer los lazos dentro del Mercosur, eliminar
las trabas burocráticas y evitar la maraña de corrupción
en la tramitación de expedientes.
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"Se terminará eso de pedir coimas para destrabar expedientes",
dijo un funcionario del Gobierno.
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"Hay que ordenar hacia adentro y hacia afuera la situación
de los extranjeros", dijo Fernández.
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"Esto terminará con el trabajo en negro de los extranjeros
y con la explotación de los ilegales, que trabajaban por monedas.
Por eso hay un objetivo social", dijo otro funcionario gubernamental.
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En Balcarce 50 esperan que la legalización de los inmigrantes irregulares
induciría a éstos a blanquear su situación laboral
y a los empleadores, a formalizar a sus empleados.
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En Migraciones estiman que existe 1.200.000 extranjeros en el país,
entre legales e ilegales. De ellos, 700 mil son inmigrantes irregulares
de países limítrofes y menos de 100 mil corresponden a países
no limítrofes.
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Por Mariano Obarrio, La Nacion, 4 de enero de 2004
Una
ley que permite la medida oficial
El Congreso habilitó un nuevo régimen
La norma intenta igualar a los extranjeros y terminar con una normativa
de Videla
Penaliza el tráfico ilegal de personas y prohíbe contratar
indocumentados
El nuevo régimen migratorio aprobado por ley hace dos semanas en
el Congreso apunta a dar igualdad de oportunidades y de trato a los extranjeros,
se propone erradicar una ley de la dictadura militar, penaliza el tráfico
ilegal de personas y prohíbe la contratación laboral de
inmigrantes ilegales.
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Hasta la aprobación de la nueva norma regía en el país
la llamada "ley Videla", en referencia al ex presidente de facto
Jorge Rafael Videla. El proyecto que dio origen a esa ley fue elaborado
por el ex diputado y actual senador socialista Rubén Giustiniani.
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La propuesta tuvo en su trámite el sólido respaldo del presidente
Néstor Kirchner.
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Tanto es así que la norma otorga ahora el marco jurídico
a las nuevas medidas que estudia la Casa Rosada para regularizar la situación
de unos 700 mil inmigrantes irregulares de países limítrofes
y del Mercosur, tal como se informa por separado.
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Por primera vez desde el retorno de la democracia, se instauró
así un nuevo régimen nacional de migraciones en el país.
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El proyecto se aprobó casi sin debate en ambas cámaras y
por amplia mayoría. En su redacción participaron también
los técnicos que dependen del ministro del Interior, Aníbal
Fernández, y la Dirección Nacional de Migraciones, que dirige
Ricardo Rodríguez, además de diversas organizaciones de
derechos humanos y de defensa de los migrantes.
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Puntos de la ley
"Este proyecto va de la mano con la política del Gobierno
en pos de la integración de los países del Mercosur. La
actual ley es una verdadera fábrica de ilegales, es contraria a
la Constitución y viola tratados internacionales", dijo en
su momento Giustiniani.
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La ley -que consta de más de cien artículos- está
dividida en varios títulos y abarca las más diversas problemáticas.
Como punto principal, la norma faculta al Gobierno a aplicar las medidas
necesarias para lograr la regularidad de todos los inmigrantes. Sus principales
puntos son:
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Derechos y libertades del extranjero: el Estado garantiza el acceso igualitario
de los inmigrantes a los servicios sociales, bienes públicos, salud,
educación, justicia, trabajo, empleo y seguridad social. El acceso
a la salud y a la educación se establece aun si la situación
migratoria es irregular.
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Obligaciones de los inmigrantes: deberán cumplir con la Constitución
nacional, las leyes vigentes y los tratados internacionales adheridos.
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Impedimentos para el ingreso: a quienes no reúnan una serie de
requisitos, o tengan documentación falsa, o por haber sido condenados
en el país o en el exterior.
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Trabajo y alojamiento: los residentes irregulares no podrán trabajar
o realizar tareas remuneradas. No podrá proporcionarse alojamiento
a título oneroso a los extranjeros en esa misma situación.
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Régimen de recursos: garantiza el derecho de defensa y revisión
por vía administrativa y ante la instancia judicial.
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Argentinos en el exterior: el Gobierno podrá suscribir convenios
con los países donde residan emigrantes argentinos para asegurarles
la igualdad o asimilación de los derechos laborales y de seguridad
social que rijan en el país receptor.
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Tráfico ilegal de personas: se reprime con prisión de uno
a seis años; igual pena merecerá quien mediante la presentación
de documentación falsa peticione para un tercero algún tipo
de beneficio migratorio.
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Durante el debate parlamentario, Giustiniani dijo que, "hasta el
momento, el Gobierno apeló a distintas amnistías con ese
objetivo. Si se aprueba esta ley, se reducirá notablemente la cantidad
de inmigrantes ilegales en el país".
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Los peruanos, en estudio
Si bien Perú no es un país limítrofe, la importante
colectividad de peruanos en nuestro país podría ser incluida
en las nuevas facilidades. Para ello, ese país debería aprobar
por ley su ingreso como miembro asociado al Mercosur o firmar un convenio
especial con el gobierno argentino. Lo mismo podría ocurrir en
el futuro con Venezuela, Colombia o Ecuador. En cambio, los inmigrantes
ilegales de China, Taiwan y Corea quedarían excluidos de estas
normas. Se estudian otras medidas a futuro para estos casos. El Gobierno
dice que el número de esos casos no es tan relevante.
Nueva
ley de inmigración
Nuestro
país, desde su misma organización, abrió sus fronteras
al ingreso de personas de distintas geografías dispuestas a edificar
un futuro común en base al trabajo, para lo cual se les otorgaban
amplios derechos individuales. Este rasgo de apertura y tolerancia posibilitó
el desarrollo económico-social de amplias franjas territoriales
a la vez que, al ser acompañado de una extensa red de instrucción
pública, forjó una identidad común.
El
pluralismo y el reconocimiento de las diferencias culturales fueron, en
términos generales, dominantes en nuestra historia, aunque deben
recordarse momentos de intolerancia y de rechazo a los extranjeros. Así,
la Ley de Residencia de hace más de un siglo se encargó
de legitimar ciertas formas de discriminación, como más
recientemente lo hizo la Ley de trato al inmigrante sancionada durante
la última dictadura y vigente hasta ahora. Esta norma estableció
una serie de requisitos orientados a obstaculizar la radicación
legal de personas nacidas en países vecinos, lo cual fue generando
una enorme masa de personas sin documentos y sin derechos en suelo nacional.
En
diciembre, y ante una población de inmigrantes ilegales estimada
en 750 mil personas —aunque según algunas estimaciones podría
llegar al millón—, se sancionó una nueva ley que asegurará
un trato digno, garantías individuales y derechos asistenciales
para todos los inmigrantes y sus familias. Una vez reglamentada, la puesta
en vigencia de esta norma implicará un giro del trato expulsivo
y marginador hacia el desarrollo de la integración social y la
erradicación de formas de humillación institucional.
Una
nueva ley de inmigración dará un trato más digno,
más garantías y derechos a los inmigrantes, corrigiendo
el cuadro de la legislación precedente. De esta forma se promueve
la integración social y se evitan formas de humillación
institucional.
Editorial del diario Clarin, 22 de enero de 2004 |